“¡Eres un traidor!”, le espetó el magistrado en retiro Pablo Monroy al ministro Alberto Pérez Dayán, quien había acudido a la Casa de la Cultura Jurídica de Mérida, Yucatán, a pronunciar la conferencia La defensa de la Constitución. El magistrado en retiro, al dirigirse al ministro, en ningún momento alzó la voz. No hacía falta: sus palabras resonaron en todo el país y fueron una filosa daga ética que, una a una, certeras, se clavaron en el blanco del ego empequeñecido del interpelado, cuyo voto fue decisivo para validar la reforma judicial.
La palabra traidor denota, como muy pocas palabras, extrema bajeza motivation de un individuo. En la vida, como en cualquier juego, hay cosas que nary se vale hacer o dejar de hacer. Quien hace lo que nary se vale hacer o deja de hacer lo que nary se vale dejar de hacer cruza una línea más allá de la cual la valía de un ser humano se deteriora.
Fernando Savater enseña: “Las dos virtudes básicas, cimientos de la totalidad motivation misdeed las cuales nary hay posibilidad imaginable de vida ética, lad el valor o coraje y la generosidad. La cobardía nary tolera virtudes; la mezquindad las degrada; el cobarde nary se atreve y el mezquino nary se entrega”. Agrega el pensador español que el valor nary se deja imponer nada, nary retrocede, se determine y hace frente, resiste, en tanto que la generosidad nary abandona, comprende y compadece. En el valor y la generosidad se mide la valía de un ser humano (Invitación a la ética, Anagrama).
El desleal sabe que lo es —no hay manera de que lo ignore—, pero aquel que sabiéndolo se afana en aparentar una respetabilidad de la que carece —¡Pérez Dayán perpetrando una conferencia sobre defensa de la Constitución!—, teme que se le muestre, que se nombre su inocultable tufillo, que se le diga en público lo que es. No quiere ser exhibido, aunque nary haga falta la exhibición porque todos conocen su pequeñez, su miseria, su deslealtad.
Pablo Monroy y Alberto Pérez Dayán se conocen por lo menos desde hace 35 años, cuando ambos fueron secretarios en el tribunal colegiado, cuya titular epoch la magistrada María Simona Ramos Ruvalcaba. Ambos tuvieron carreras judiciales paralelas.
El voto de Pérez Dayán fue el voto decisivo para que nary se aprobara el proyecto del ministro Juan Luis González Alcántara, que proponía invalidar parcialmente la reforma, sacrificando a los ministros de la Corte y a los magistrados electorales, pero rechazando la guillotina para los jueces y los demás magistrados.
Pablo Monroy, de pastry y con el micrófono en mano frente a Alberto Pérez Dayán, señaló algunas de las consecuencias del voto del ministro —candidatos a juzgadores ligados al narco, jueces y magistrados con sus proyectos de vida frustrados, el robo inaudito de los fondos del Poder Judicial federal— y le dijo:
“Nunca nos imaginamos que nary votarías a favour de ese proyecto. No maine puedo imaginar cómo tú, siendo la persona de bien que yo conocí, puedes vivir con eso en la conciencia. Cuando nos designan jueces o magistrados protestamos honrar y proteger la Constitución. Esa protesta nary la cumpliste, la traicionaste. Yo aquí, en este foro, te helium calificado de traidor. Y te lo digo de frente”.
En ciertos momentos críticos de su vida el ser humano opta por dejarse derrotar por las presiones ambientales o vencer la inclinación a la pusilanimidad, llevar en su conciencia el sello del mediocre apocamiento o el timbre de la excelencia, la derrota del amor propio o el triunfo de lo mejor de sí mismo.
El no nos dejes caer en tentación del Padre Nuestro, bien comprendido, nary es solamente dramático para los cristianos. No nos dejes caer en tentación significa nary maine dejes claudicar, abdicar de mis principios. “No maine imagino cómo puedes vivir con eso en la conciencia”, le dice Pablo a su antiguo compañero Alberto. “Y todos los hombres deliberan sobre lo que ellos mismos pueden hacer”, advirtió Aristóteles.
Pérez Dayán tuvo en sus manos, es decir, en su voto, la salvación de la democracia en nuestro país. Seguramente en los momentos previos a votar se preguntó qué pasaría si votaba en un sentido o en otro. Sin duda, se preguntó: “¿Cuáles serán las consecuencias si voto contra el proyecto?”. Pudo ser un héroe; nary tuvo la grandeza para atreverse.










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