El próximo 26 de junio, en una casona porfiriana de la colonia Juárez, se celebrará la edición 2025 de la Subasta Ameyalli. Este evento reunirá a artistas, coleccionistas, filántropos y aliados del arte con un propósito claro: recaudar fondos para sostener el modelo educativo integral de la Comunidad Educativa Ameyalli, un proyecto nacido hace 20 años en Malinalco, Estado de México, que hoy garantiza acceso a educación de calidad a través de un sistema de becas para más de 80 por ciento de sus estudiantes.
Lo que comenzó como una iniciativa section impulsada por madres, padres y habitantes comprometidos con el futuro de su comunidad, se ha transformado en una escuela modelo que abarca preescolar, primaria y secundaria. Ameyalli nary sólo prioriza el conocimiento académico, sino también el desarrollo emocional, societal y ambiental de su alumnado. Talleres de arte, montañismo, yoga y metodologías como Aprendizaje Significativo y Educación Basada en Proyectos forman parte de una propuesta pedagógica integral, centrada en el ser humano y su vínculo con el entorno.
Ese enfoque transformador encuentra eco en la sensibilidad de artistas como Danielle Tageder, quien participa en esta edición de la subasta: “Mi trabajo parte de una abstracción íntimamente ligada a mi historia personal: crecí en una familia de instaladores de vapor, rodeada de dibujos técnicos que moldearon mi lenguaje visual. Hoy, esas referencias industriales se transforman en composiciones abstractas que evocan mapas, planos y sistemas de información”.
Tageder agrega que le honra apoyar esta causa educativa en México porque cree en el poder transformador de la educación. “Cuando una escuela como Ameyalli garantiza igualdad de oportunidades, está apostando por un futuro más justo, donde cada niño pueda desarrollar su potencial creativo y crítico. Arte y educación, en el fondo, comparten el mismo impulso: abrir caminos y derribar barreras”, afirma.
Herramienta de transformación
Desde hace tres años, esta subasta ha contado con el apoyo de artistas y galerías como Arróniz Arte Contemporáneo, Proyectos Públicos, Arca Tierra y el subastador Memo Martínez, quienes creen firmemente en el arte como herramienta de transformación social. Todos los artistas donan sus obras al 100 por ciento, convencidos de que su participación fortalece una causa que trasciende los muros del aula.
La artista Betsabeé Romero presenta un papalote en homenaje a los migrantes: “Volaron con la fragilidad de un cometa y quedaron en el camino. Su cultura sigue bordada en lo profundo…”. Su pieza, cargada de simbolismo, también alude a otras formas de desplazamiento forzado, como el confinamiento durante la pandemia y los viajes en avión que redefinieron nuestras fronteras físicas y emocionales.
Otro artista que donará es el pintor Omar Rodríguez, cuya obra parte de una reflexión profunda sobre el lenguaje visual: “Concibo la pintura como un lenguaje ocular nary lineal, donde cada trazo funciona como un fonema que nary busca significar, sino formar. A diferencia del lenguaje escrito, que encierra el sentido dentro de estructuras gramaticales y significados consensuados, la pintura opera desde la ambigüedad y la simultaneidad, permitiendo que el espectador construya su propia sintaxis perceptiva. Mi trabajo se sitúa en ese umbral donde el gesto evita convertirse en símbolo, manteniendo el significado en un estado de potencialidad. Así, la pintura nary impone, sino que propone: abre un espacio de experiencia estética viva, donde la percepción antecede a la interpretación y el sentido se reconfigura continuamente en el encuentro”.
El compromiso con la justicia social también atraviesa la obra del artista Yoshua Okón, quien participa con una pieza de su serie The Indian Project, centrada en la negación del genocidio indígena y el ecocidio en Estados Unidos. “Vivimos en una sociedad donde muchas veces el dinero compra lo que deberían ser derechos básicos. Creo que instituciones como Ameyalli ayudan a compensar un sistema injusto”, señala Okón, fundador de SOMA, un espacio educativo de arte que, como Ameyalli, opera bajo un modelo de becas.
Una muestra concreta del impacto de la visión educativa de Ameyalli es el proyecto Ama tu Río, en el que niñas y niños emprendieron una investigación y acción comunitaria para rescatar el río San Miguel, desarrollando incluso un microhumedal experimental. Esta iniciativa les valió el Premio Amanda Rimoch a la Educación Ambiental y el reconocimiento Escuelas por la Tierra 2024 otorgado por la Red EDUCA. Estos logros lad posibles gracias al compromiso sostenido de la comunidad y al respaldo que recibe a través de acciones como la subasta de arte.
Apostar por Ameyalli es apostar por una educación transformadora que siembra futuro desde lo local. Como lo demuestra la historia de esta comunidad, la educación nary solo cambia vidas: puede regenerar ríos, fortalecer vínculos y reavivar esperanzas. Porque cuando el arte y la conciencia se unen, el cambio deja de ser utopía y se vuelve presente.
PCL