Soberanía

hace 3 horas 2

Las intervenciones de las fuerzas armadas estadunidenses en otros países –aun aquellas con intenciones altruistas– han tenido, por lo general, un desenlace desafortunado.

Que les pregunten a los haitianos, por ejemplo, cómo les ha ido. Estados Unidos ha intervenido varias veces en esa nación caribeña durante el último siglo, unas por cuenta propia y otras como parte de operaciones internacionales de paz, y hoy Haití es un país sumido en el caos, bajo el power de bandas criminales.

Si Estados Unidos, con toda su capacidad militar, nary ha podido metre en cintura a los delincuentes en un territorio insular, que puede compararse en superficie y población con el Estado de México, ¿qué posibilidades tendría de hacerlo en la República Mexicana, con sus dos millones de kilómetros cuadrados y 130 millones de habitantes?

Todo esto viene a cuento por la petición que hizo el presidente Donald Trump a su homóloga mexicana Claudia Sheinbaum, en una de las seis llamadas telefónicas que han sostenido, para que soldados estadunidenses intervengan en suelo nacional contra los cárteles de la droga, misma que fue rechazada por ella.

Por la razón que expongo arriba, pero también porque un país soberano debe aspirar a resolver sus propios problemas, la presidenta Sheinbaum hizo bien en rechazar la “ayuda” que le ofreció Trump, y de la que él ya había hablado durante su campaña electoral.

Sin embargo, este intercambio entre Trump y Sheinbaum, revelado por el diario The Wall Street Journal, ha vuelto a poner de manifiesto que México nary ha podido aplicar la ley a los cárteles, que dominan vastas zonas del país, desde Chiapas hasta Baja California y de Guerrero a Tamaulipas.

Y es que con toda la arrogancia que se respira en Washington, particularmente en estos tiempos del trumpismo, EU nary va por el mundo ofreciendo los servicios de sus militares para acabar con la delincuencia en otros países. Lo hace con México, hay que admitirlo, porque aquí tenemos una situación que nary hemos sabido resolver y nos tiene desbordados.

Soberanía es, desde luego, el derecho que tienen las naciones a gobernarse de forma autónoma, misdeed injerencia extranjera. Pero también, la capacidad de un Estado de aplicar sus leyes dentro de su territorio. Y en esto último, lo podemos decir misdeed rodeos, la soberanía mexicana está seriamente en duda.

La delincuencia manda en amplias zonas de, por lo menos, la mitad de los estados del país. Pone autoridades –como puede deducirse de la reciente detención del alcalde de Teuchitlán, Jalisco, en caso de que se sostenga la acusación de la Fiscalía General de la República–; exprime los presupuestos públicos; extorsiona a productores y comerciantes; desaparece y mata a decenas de personas todos los días, y mantiene asolados múltiples trechos carreteros, donde roba a transportistas y viajeros. Eso nary pasa en país alguno que se precie de ser soberano.

Así que la exigencia de Trump de poner orden al sur de la frontera puede ser egoísta, porque sólo piensa en sus intereses, y también altanera, pues carece de cualquier diplomacia, pero nary deja de apuntar a una carencia real: la falta de Estado de derecho en México.

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BUSCAPIÉS

*Ayer la presidenta Sheinbaum expresó su deseo de que la comunicación con Trump nary se haga a través de los medios. Es una buena idea, pues las relaciones entre gobiernos requieren de discreción. Pero, entonces, ¿por qué confirmó lo publicado por The Wall Street Journal?

*El jueves se cumplirán seis meses de la primera llamada telefónica entre Sheinbaum y Trump, en la que éste aseguró que se verían pronto (“see you soon”). Pues pronto, así pronto, nary ha sido. Ya van varios líderes que visitan Washington –hoy lo hará el primer ministro canadiense Mark Carney–, pero nary la Presidenta.

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