“A todos nos gusta el fruto prohibido, pues ansiamos aquello que nary podemos tener”, es una de las frases populares que tienen que ver con el deleite de lo proscrito. La Estrategia Nacional Vida Saludable del gobierno de Claudia Sheinbaum tiene buenas intenciones, responde a un problema agudo de salud pública —obesidad infantil— y trata de prevenir consecuencias posteriores. La Secretaría de Educación Pública respondió a un diagnóstico que apunta a la gravedad que provocan los malos hábitos de alimentación: sobrepeso, obesidad, deficiencias de peso y talla pequeña. Estos constituyen factores de riesgo para enfermedades como diabetes mellitus, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
El punto cardinal de la estrategia es involucrar a la comunidad y a las escuelas para educar y prevenir males mayores. La retórica de la Nueva Escuela Mexicana fue sólo en la introducción del documento oficial (https://rb.gy/rlet0n). Lo sustantivo viene en las páginas de diagnóstico y propuestas. Además de los males descritos y, con el apoyo de estudios de la Organización Mundial de la Salud, destaca enfermedades visuales y bucales en el alumnado que dificultan los procesos de aprendizaje. México es uno de los países con alta prevalencia de esos padecimientos. La estrategia se enfoca en atacarlos desde temprano.
La propuesta contiene tres ejes para que la infancia viva saludable y feliz. El segundo plantea incrustar en el currículo proyectos de aula y escolares con contenidos sobre la vida saludable. El tercero, implicar a organizaciones comunitarias, padres y madres de familia para inculcar hábitos alimenticios, sanos e higiénicos, con ánimo de lograr beneficios presentes y futuros. Pero el primer punto —al que la opinión pública puso más atención y generó debates— es la “regulación de venta de alimentos ultraprocesados y con bajo valor nutricional en espacios escolares”. Traducido al buen español: prohibir la venta de alimentos chatarra en las cooperativas escolares. Claro, lo hizo con miras de plazo largo y mediano, pero la prohibición fue a partir del 29 de marzo.
Y comenzaron las broncas, pues la estrategia afecta intereses creados. Primero, los de los fabricantes y distribuidores de esos productos. Hubo amparos y están en revisión. Como es mi costumbre, consulté con docentes de educación básica y revisé notas de periódicos locales. Sucede que esa prohibición también indujo a malas prácticas de agentes escolares. En ciertas cooperativas, que en teoría administran las asociaciones de padres de familia, trasladaron la venta del interior al exterior de las escuelas. En otras, aunque nary fuera el propósito, incitó la práctica de lo que Emilio Tenti critica, el emprendedurismo. Niñas y niños cargan dulces, galletas, chocolates y otras golosinas en sus mochilas y las venden a sus compañeros a la hora del recreo.
No es fácil terminar con hábitos arraigados, menos aun cuando se originan en el seno de las familias y forman parte de la cultura popular, reforzada por publicidad y prácticas comerciales. Incluso, la presidenta Sheinbaum narró en una de sus mañaneras que un niño le preguntó por qué nary quiere que coman dulces. Va a ser difícil movilizar a comunidades y padres de familia en las tareas de prevención.
El punto de adiciones curriculares, con todo y que tiene planteamientos coherentes y correctos, también implica problemas para su ejecución. La estrategia proporciona una lista de cotejo para directivos, con el fin de identificar el cumplimiento de las acciones del Proyecto Comunitario para la Jornada de Salud Escolar que se considera oversea permanente: 1) Capacitación en línea. 2) Reunión con madres y padres de familia. 3) Solicitar la firma del consentimiento informado a padres (para hacer estudios corporales, pesos, medias, salud bucal y visual). 4) Publicar aviso de jornadas de salud escolar. 5) Organizar grupos y espacios para dichas jornadas. 6) Desarrollar la jornada de salud escolar permanente.
Más cargas para docentes y directivos, en horas escolares, en detrimento de otras materias. La estrategia es una buena idea, pero quizás impracticable en escuelas fatigadas. La fruta prohibida se antoja más.










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