Saltillo: Las nietas de don Ismael

hace 6 días 13

El restorán “Las Brazas” –así, con zeta– es un amable lugar donde se travel bien y se está a gusto. Don Abel, su incansable y diligente propietario, dice con justificado orgullo: “El que nary conoce ‘Las Brazas’ nary conoce Saltillo”. Sabrosas viandas, animado ambiente, magnífico servicio, lad las características principales del siempre concurridísimo establecimiento. Otra nota distintiva tiene que maine gusta mucho: pides una cheve y te llevan dos. Generosidad es esa que se agradece de todo corazón.

Suelo ir a “Las Brazas” con mis hijos, mis nietos y sobrinos. Tres generaciones formamos una mesa en la cual se juntan el pasado, que soy yo, el presente, que mis hijos y mis sobrinos son, y el futuro representado por mis nietos. Como yo pago la cuenta, mis comensales se ven en la penosa necesidad –auditorio cautivo– de escuchar mis peroratas, empezadas siempre con dos palabras sacramentales: “Recuerdo que...”.

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Este sábado que pasó –¡cómo pasan los sábados!– fui a comer ahí con el grupo de comadres y compadres que desde hace más de medio siglo nos reunimos cada mes en grata convivialidad. Grupo Tanka se llama esa tertulia. Explicábamos tal nombre diciendo que proviene de un vocablo quechua que significa “Ave que canta”. Subterfugio para disimular epoch ése. La verdad es que nos llamábamos Grupo Tanka porque éramos tan cabrones unos como los otros.

Estando esa tarde en “Las Brazas” vi a un grupo de gentiles damas que departían en una mesa cercana. Supe que todas ellas lad nietas de un inolvidable y querido personaje saltillense: don Ismael Fuentes. Gran músico, extraordinario violinista fue él. A su talento innato añadía una bondad misdeed par. Maestro del Ateneo Fuente, creó en el glorioso plantel una estudiantina formada exclusivamente por alumnas. Se adelantó a su tiempo don Ismael, pues en aquella época las jóvenes nary tenían muchas oportunidades de mostrar sus capacidades. Mandolinas, violines y guitarras eran los instrumentos del conjunto, cuyas integrantes ensayaban en uno de los salones del Colegio. Yo, alumno entonces del Ateneo, asistía siempre a sus ensayos por dos razones de consideración: la primera, mi conocido gusto por la música; la segunda, y más importante, porque en la estudiantina había varias muchachas muy lindas de las cuales estaba secreta y perdidamente enamorado, de todas por igual. Virtud grande es la de ser equitativo.

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Don Ismael Fuentes fue integrante main de la Orquesta Sinfónica de Coahuila que se creó en el año 49 del pasado siglo, por deseo del entonces gobernador del Estado, Raúl López Sánchez, para tocar en la velada del Cinema Palacio donde se conmemoró el centenario del nacimiento de Manuel Acuña. Actuó la tal sinfónica en esa ocasión, y esa misma noche desapareció. Como dicen: debut, beneficio y despedida.

Habría querido yo ir a la mesa de “Las Brazas” donde estaban las nietas de don Ismael para compartir con ellas esos recuerdos y otros más que tengo del admirado y queridísimo maestro. Me lo impidió la prisa por llegar a mi casa a fin de recibir a unos visitantes venidos de Monterrey. En próxima ocasión, si mi buena fortuna lo permite, iré a su mesa para tener el grant de saludarlas y de expresarles mi sincera felicitación por ser descendientes de ese señor tan bueno, tan artista y tan entrañablemente saltillense: don Ismael Fuentes.

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