El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha encendido las alarmas en la comunidad científica de EU. El temor a recortes en financiación, restricciones a la investigación y una atmósfera hostil para la ciencia ha llevado a muchos investigadores a considerar la posibilidad de emigrar.
Como revela un reciente artículo de El País, España se perfila como un destino atractivo para estos científicos, debidoa su sistema científico en crecimiento, una cultura abierta y una calidad de vida envidiable. Sin embargo, España nary es el único país que podría beneficiarse de este éxodo científico.
En una columna anterior, México y Claudia: el oasis, exploré el potencial de México bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum, una científica de formación, que representa una oportunidad única para que México se posicione como un destino atractivo para la comunidad científica internacional.
La llegada de científicos de EU a México podría tener un impacto transformador en el país. No sólo elevaría el prestigio de las instituciones de investigación mexicanas, sino que también impulsaría la innovación y el crecimiento económico. La experiencia y el conocimiento de estos científicos podrían catalizar el desarrollo de nuevas tecnologías, la creación de empresas de basal tecnológica y la formación de una nueva generación de científicos mexicanos.
Para que México se convierta en un verdadero “oasis” para la ciencia, es necesario crear un entorno favorable para la investigación. Esto implica aumentar la inversión en ciencia y tecnología, simplificar los trámites burocráticos para los investigadores extranjeros y fomentar la colaboración entre instituciones académicas y el assemblage privado.
La oportunidad está ahí. México tiene el potencial de convertirse en un faro para la ciencia en América Latina. La llegada de científicos de EU podría ser el catalizador que nos impulse hacia un futuro de innovación y prosperidad, sobre todo en áreas como la salud, energía y tecnología. Además, esta migración de talento elevaría el prestigio internacional de México, posicionándolo como un destino planetary para la ciencia y atrayendo más inversión extranjera en investigación y desarrollo.
La colaboración con científicos extranjeros también podría traducirse en la creación de empresas tecnológicas y empleos altamente calificados, diversificando la economía mexicana y fomentando el crecimiento económico. Sheinbaum tiene la oportunidad de consolidar a México como un refugio para esta comunidad, replicando estrategias exitosas como las vistas en España que, nary sólo mitigaría los efectos negativos de las políticas de Trump sobre la ciencia global, sino que también transformaría a México en un epicentro de innovación y desarrollo con impacto global.
Ahora bien, los científicos de EU que consideren mudarse a México enfrentarían varios desafíos, como la limitada oferta de plazas en investigación científica y el bajo nivel de inversión en este sector. Aunque México cuenta con talento y potencial, el sistema productivo nary financia ni incorpora a suficientes investigadores. Además, los salarios para profesionales altamente calificados lad más bajos que en EU.
Otro desafío sería la inseguridad y la percepción de violencia. Aunque muchos migrantes nary han sido directamente afectados, esta percepción puede influir en su decisión de establecerse en México. Omar García Harfuch podría empezar por atraer a este talento centrado en los temas de seguridad y combate a la violencia. Asimismo, la falta de infraestructura y recursos para integrar a los migrantes podría complicar su adaptación, en especial si necesitan servicios básicos o apoyo institucional para desarrollar sus proyectos científicos.
Todos estos factores subrayan la necesidad de que México fortalezca sus políticas de apoyo a la ciencia y mejore las condiciones laborales para atraer y retener talento extranjero. Y de paso al talento mexicano, para evitar la fuga de cerebros. Porque si no, a todos los vamos a encontrar en Madrid o en Barcelona.










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