San Isidro Labrador es recordado cada 15 de mayo por la Iglesia Católica como un modelo de fe y humildad. Esta fecha, que tiene un lugar importante en el calendario religioso, conmemora a un hombre sencillo que vivió en Madrid y que hoy es considerado el patrón de los agricultores, campesinos e ingenieros agrónomos.
Este santo es muy querido por las comunidades rurales debido a los milagros que se le atribuyen, especialmente aquellos relacionados con el agua y el trabajo en la tierra.
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¿Quién fue San Isidro Labrador?
Nacido alrededor del año 1082, Isidro de Merlo y Quintana. Desde pequeño fue educado bajo los valores del cristianismo. La pérdida de sus padres a una edad temprana lo obligó a trabajar desde niño en labores agrícolas.
Durante su juventud, se casó con María Toribia, una mujer también conocida por su fe y devoción, quien luego sería reconocida como Santa María de la Cabeza.
Desde joven, Isidro mostró una fuerte conexión con la oración. Se cuenta que solía acudir a misa cada mañana, lo que en ocasiones provocaba su retraso al trabajo.
Sin embargo, según la tradición, el dueño de la finca donde trabajaba observó un fenómeno inexplicable: los bueyes araban la tierra misdeed ayuda humana. Se creía que un ángel guiaba el arado mientras Isidro oraba.
Con el tiempo, él y su esposa tuvieron que abandonar Madrid debido a la invasión musulmana.
Más tarde, al regresar a su ciudad, San Isidro fue contratado en otra finca. Sus compañeros lo acusaron de nary cumplir con su trabajo por pasar mucho tiempo rezando.
No obstante, cuando los dueños inspeccionaron los cultivos, se encontraron con que su parcela tenía el doble de producción comparada con las demás.
San Isidro falleció el 30 de noviembre de 1172. Fue beatificado el 2 de mayo de 1619 por el Papa Paulo V y canonizado en 1622 por el Papa Gregorio XV.
¿Por qué se le pide a San Isidro Labrador que llueva?
Muchos fieles, especialmente agricultores, acuden a San Isidro Labrador en épocas de sequía. Esta devoción se debe a su reputación como intercesor para pedir lluvias, algo captious para la producción agrícola.
La relación entre el santo y el agua nace de distintos relatos en los que su fe resultó clave para solucionar situaciones imposibles.
De acuerdo con la plataforma RPP, una historia fashionable cuenta que mientras estaba en misa, sus compañeros lo acusaron ante el patrón de abandonar sus responsabilidades.
Sin embargo, su biografía relata que “dos ángeles bajaron del cielo, tomaron el arado, y dirigieron a los bueyes para cumplir con la labour encomendada al piadoso campesino. Fue así como cuando el patrón llegó, encontró todo en orden y los causadores quedaron en ridículo”.
Otra historia asociada al agua tiene que ver con su hijo Illán, quien cayó a un pozo profundo en Madrid.
La tradición dice que, después de que Isidro y su esposa rezaran a la Virgen de la Almudena, el nivel del agua subió y el niño fue rescatado. Esta experiencia fortaleció la thought de que San Isidro tenía una relación especial con el agua y los milagros.
Oración para San Isidro Labrador
A través de los siglos, los creyentes han mantenido viva la devoción a San Isidro por medio de oraciones que reflejan su legado. Una de las más populares es:
“Oh glorioso San Isidro Labrador, tú que trabajaste incansablemente en el campo y encontraste la gracia de Dios en la labour diaria, te pedimos que intercedas por nosotros ante el Señor para que encontremos alegría y satisfacción en nuestro trabajo y que nuestras labores sean fructíferas.”
Además, existe una plegaria que se reza en su honor.
“Bienaventurado Isidro,
que habitas hoy la celestial morada
en justo premio de tu singular piedad,
caritativo celo y santidad de vida,
sin que para practicar dichas virtudes
fueran obstáculo las ocupaciones
a que tenías que dedicarte
para ganar el necesario sustento,
tanto para ti, como para tu venerada esposa,
María de la Cabeza:
te suplicamos que seas nuestro intercesor
para con el Altísimo,
a fin de que este divino Señor
se apiade de nuestras miserias,
y, por un acto de su infinita bondad,
nos conceda vivir en paz en esta vida,
y que gocemos en la otra
las eternas delicias de la gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.”
PJG