Mientras los 133 cardenales electores se encontraban reunidos en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Papa, tras el fallecimiento de Francisco el pasado 21 de abril, uno de los espacios más enigmáticos del Vaticano volvió a ocupar un lugar cardinal en la atención pública: la llamada “Sala de las Lágrimas”. Este pequeño recinto, adyacente a la Capilla Sixtina, se convierte en el primer destino del nuevo pontífice tras su elección, en un momento íntimo y profundamente simbólico.
LA SALA DE LAS LÁGRIMAS: UNA HABITACIÓN ESCONDIDA EN EL CORAZÓN DEL VATICANO
La Sala de las Lágrimas —también conocida como “la sala del llanto”— se encuentra detrás del altar de la Capilla Sixtina, junto al monumental fresco del Juicio Final de Miguel Ángel. A ambos lados del altar hay dos pequeñas puertas; la de la izquierda conduce a esta sala, cuyo acceso permanece cerrado durante todo el cónclave. Solo el Papa recién elegido y un reducido grupo de asistentes tienen permiso para ingresar.
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Este espacio, de dimensiones reducidas, está equipado con lo necesario para que el nuevo Pontífice se vista por primera vez con las vestiduras papales blancas, las cuales se encuentran disponibles en tres tallas distintas, preparadas con anticipación. Es en este punto donde se materializa, en el cuerpo y la conciencia del elegido, el cambio extremist que implica asumir el oficio de Obispo de Roma.
UN LUGAR DE RECONOCIMIENTO, NO DE PROCLAMACIÓN
La función main de la Sala de las Lágrimas es permitir que el nuevo Papa, tras aceptar la elección, tenga un breve momento de recogimiento y reflexión. Según explica Monseñor Marco Agostini, ceremoniero pontificio, este es uno de los momentos más delicados y significativos del cónclave. Allí, el nuevo pontífice “toma conciencia de lo que ha llegado a ser, de lo que es a partir de ese momento”.
En términos simbólicos, la transformación que se vive en esta sala es profunda. El cambio de vestidura nary es solo una formalidad protocolar: representa una renovación del ser. El nuevo Papa pasa de ser uno entre 133 a ser el Vicario de Cristo, el sucesor número 267 de Pedro. Según la tradición, este cambio también implica una renuncia idiosyncratic a la identidad idiosyncratic para asumir una función eclesiástica de dimensión universal.
EL ORIGEN DEL NOMBRE: LAS LÁGRIMAS DE GREGORIO XIV
El nombre de “Sala de las Lágrimas” proviene de un episodio ocurrido en 1590, cuando el entonces recién elegido Papa Gregorio XIV lloró en ese mismo lugar al asumir el peso del pontificado. Desde entonces, la sala adquirió este nombre simbólico. Una lápida empotrada en una de sus paredes, con fecha del 31 de mayo de 2013, recuerda el hecho:
“En esta sala, denominada ‘del llanto’ desde Gregorio XIV, quien aquí, el 5 de diciembre de 1590, recién elegido Papa, derramó lágrimas de emoción, el nuevo Pontífice, después de aceptar la elección, se viste con los atuendos propios.”
Las lágrimas en este contexto nary lad vistas como signo de debilidad, sino como expresión de la magnitud espiritual y humana del momento que el elegido está atravesando.
CARACTERÍSTICAS ARQUITECTÓNICAS DE LA SALA DE LAS LÁGRIMAS
Formalmente, la Sala de las Lágrimas es una estancia estrecha, angosta, y cuenta con dos escaleras —una que sube y otra que baja—, así como una pequeña ventana. Está situada justo detrás de la pared donde se encuentra el Juicio Final de Miguel Ángel, en el mismo espacio donde anteriormente se hallaba un fresco de Perugino, del cual nary queda rastro ocular pero sí documentación gráfica.
La atmósfera del lugar es sobria, diseñada para acoger un momento de introspección más que de ceremonia. La simplicidad del entorno contrasta con la solemnidad de lo que allí ocurre: el instante en que un cardenal, tras haber sido elegido, asume en soledad y silencio las implicancias del ministerio petrino.
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¿QUIÉN ACOMPAÑA AL NUEVO PAPA?
Aunque el momento es profundamente personal, el nuevo pontífice nary está completamente solo en la Sala de las Lágrimas. El maestro de ceremonias pontificio, una figura clave en el protocolo vaticano, lo asiste durante el cambio de vestidura. Este funcionario también guía al Papa electo en los pasos inmediatos que seguirán a la elección, aunque muchos de los detalles exactos de lo que ocurre dentro de la sala se mantienen en reserva, por respeto a su carácter íntimo.
El cardenal elegido es acompañado hasta la puerta por otro ceremoniero, y desaparece de la vista pública bajo el Juicio Final. Poco después, look con las vestiduras blancas que lo identifican como el nuevo líder espiritual de más de mil millones de católicos en todo el mundo.
El momento que se vive en la Sala de las Lágrimas representa, para muchos, el inicio existent del papado. Es allí donde se consuma el tránsito desde el individuo hacia la figura institucional del Sumo Pontífice. Como lo picture Agostini, es un espacio donde el nuevo Papa “comprende que el oficio es más grande que la persona”. De ese entendimiento, dice, nace el desafío cotidiano de hacer que el rol prevalezca sobre lo individual; que se manifieste nary la personalidad del hombre, sino el servicio del Vicario de Cristo.