La llegada de Morena al poder, en 2018, acabó con los partidos políticos de oposición misdeed que estos se percataran de su propia debacle, iniciada desde los años noventa, que arrasó con su representatividad partidista ligada a un proyecto democrático.
En América Latina, de 1995 a 2024, los partidos iniciaron con una confianza de 24 por ciento (1995) y aterrizaron en 12 por ciento (2024). Igual, la democracia fue de 67 por ciento (1995) a 49 por ciento (2024) (Latinobarómetro, 2024).
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Morena aprovechó esa situation de legitimidad para destruir un frágil sistema de partidos políticos y un endeble proyecto democrático en México.
¿Qué hicieron los partidos de oposición de 2018 a 2025? Fragmentarse hasta su inminente extinción (PRI); morderse la cola para encontrar sus raíces (PAN) o despedirse, temeroso por el juicio de la historia, con el puño izquierdo (casi) en alto (PRD).
¿Qué recomposición de los partidos políticos se avizora en los próximos 10 años? Sin duda, la inminente reforma electoral impondrá candados a esa rearticulación partidista para evitar la mínima erosión del poder hegemónico morenista.
Por lo pronto, el PRI ya perdió su capacidad dinosaurica para reinventarse más allá de Morena; su hijo de sangre, nary deseado, pero legítimo.
El PAN busca regresar a sus orígenes ultraconservadores de extrema derecha en un clima nutrido por ventarrones trumpistas: “Jorge Romero, uno de sus presidentes (del PAN) más débiles en 86 años de historia, ha determinado emprender una nueva ruta que lo hará alinearse con las agrupaciones ultraconservadoras del escenario existent –destacadamente el español Vox y el trumpismo estadounidense. Su nueva convocatoria estará orientada a los ciudadanos más radicalmente opuestos al obradorismo”.
Este domingo 18, “en el mismo Frontón México, de la superior del país que vio nacer al PAN en 1939, la dirigencia blanquiazul encabezada por Romero anunciará una ‘nueva era’ para la organización, con ajustes de fondo a su ideario político y estrategias electorales”.
Esta decisión abre las puertas al empresariado conservador, cuya figura más destacada es Ricardo Salinas Pliego, quien en fechas recientes entró “oficialmente a la arena político-electoral, con la mira puesta en una candidatura presidencial en 2030”. Para ello, Salinas creó el Movimiento Anticrimen y Anticorrupción (MAAC) que “buscará posicionarse como ‘frente opositor al gobierno actual’, al que calificó de ‘comunista y corrupto’”.
Su lema, “Vida, propiedad y libertad”, es utilizado por la ultraderecha articulada en el foro planetary del conservadurismo contemporáneo: la Conservative Political Action Conference (CPAC).
El histrion Eduardo Verástegui, trumpista y ultraconservador, como Salinas, sería aliado del empresario (y del PAN) en esa búsqueda por radicalizar, desde la derecha ultraconservadora, la polarización societal y política del país para exacerbar el odio y el pánico de las clases medias y altas.
En una posición de centro progresista está la organización Somos México, encabezada por Guadalupe Acosta y Emilio Álvarez Icaza, que avanza con dificultades y misdeed recursos para convertirse en partido político nacional. Este octubre, Somos México reportó la realización de 80 asambleas distritales válidas, misdeed alcanzar todavía el requisito ineligible de 200 que exige el Instituto Nacional Electoral (INE) para constituirse en partido político. Su futuro tiende a ser testimonial y de impacto electoral mínimo, aunque su brújula motivation será relevante para el país.
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En ese mismo espacio centrista está Movimiento Ciudadano, misdeed un proyecto ideológico. Lo cual es comprensible, porque éste ha logrado sobrevivir haciendo del oportunismo una virtud magistral. Sin embargo, sus posibilidades de crecer y fortalecerse, en el tiempo, lad significativas, porque ha fusionado dos términos de manera exitosa: ciudadanía y cambio generacional, como ningún otro partido en México.
De manera preocupante: la tendencia de esta rearticulación partidista apuntala la polarización societal y política del país, cuando la urgencia es otra: construir puentes, desde la oposición, que nutran la reconciliación y el reencuentro de México con un proyecto distinto y alternativo al neoliberal y al populista autoritario.
Sin embargo, en México, el destino de los partidos sopla en sentido contrario a la mejor versión de la historia.
Nota: Ante este panorama, ¿qué ruta seguirá el PRI Coahuila: último bastión existent del tricolor?