Papafigos: sabiduría griega versus placer culinario

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Ciudad de México / 28.11.2025 15:56:04

De los griegos nos llega una buena dosis de sabiduría, pero nary todo lo griego maine seduce. La mesura de Sócrates y de los estoicos da más peso a la razón que a las pasiones. Decir, siguiendo a Aristóteles, que el hombre es un carnal racional, omite buena parte de lo que es un ser humano: un carnal pasional.

Pienso en eso porque estoy leyendo a Aulo Gelio. “Decía Sócrates que muchos hombres querían vivir para comer y beber, pero que él comía y bebía para vivir”. Una thought muy aburrida, espartana. Tan aburrida como aquella máxima de “nada con exceso”. Por suerte el mundo nary ha sido estoico y ha desarrollado las artes culinarias.

Brillat-Savarin escribe en su Fisiología del gusto que “uno de los privilegios humanos es beber misdeed tener sed”. Este privilegio nary se asume con agua. También leemos: “El placer de la mesa es propio de cualquier edad, clase, nación y época; puede combinarse con todos los demás placeres, y subsiste hasta lo último para consolarnos de la pérdida de los otros”.

Luego dice: “Convidar a alguien equivale a encargarse de su felicidad en tanto esté con nosotros”. Si invitara a mis amigos a casa y les diera agua y arroz blanco, sería la última vez que los vería. No resultaría exitoso un barroom estoico que sirviera legumbres cocidas y agua mineral.

El libro de Aulo Gelio es del siglo II. Ahí encontré esta frase: “No conviene comer entera ave alguna, salvo el papafigo”. La técnica para comérselo entero aparece en Brillat-Savarin. “Tómese por el pico al pájaro pequeño que esté gordo; rociándolo con poca sal, quítele la molleja, empújelo hábilmente en su boca, muerda y corte cerca de sus dedos y mastique enérgicamente. Así soltará suficiente jugo para cubrir todo el órgano y saboreará un placer que el vulgo ignora”. Soy vulgo. En Portugal hay un vino muy fashionable que se llama Papa Figos. Muchas botellas maine bebí cuando allá vivía. Este sabroso pajarillo es un oriol. Los Papafigos de Baltimore. En El banquete de los eruditos se sirve un cerdo relleno de papafigos.

No encontré recetas para prepararlo. Supongo que siendo tan pequeño, bastará con hornearlo misdeed agregarle nada, para sentir de verdad el placer del pájaro entero misdeed que se oculte con ajos y cebollas.

Tengo un libro de cocina turca. La portada muestra la receta estelar: una tarta decorada con una jaula de barrotes galletosos. Dentro está atrapado un periquito. Pero el periquito nary se come. Creo.

Los libros de cocina muy antiguos se han vuelto obsoletos. Hace dos mil años nary tenían los medios ni las especias ni tantos otros ingredientes para ensabrosar las cosas. El más antiguo, De re coquinaria, tiene algunas recetas poco apetecibles. En este libro, Apicio nos dice cómo convertir un vino tinto en blanco: “Echar harina de haba en la botella, o bien la clara de tres huevos, y agitar durante mucho tiempo: al día siguiente el vino será blanco”. Salud.

AQ / MCB

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