The Wall Street Journal publicó que Trump ofreció a Claudia Sheinbaum enviar tropas a México dizque para combatir a grupos del crimen organizado. La Presidenta lo confirmó y dijo que la oferta surgió en el curso de una conversación telefónica, en la cual ella respondió que podía compartir información, pero que “nunca vamos a aceptar la presencia del ejército de Estados Unidos en nuestro territorio”.
Con su talante patanesco, Donald Trump volvió a la carga y dijo que el rechazo a la intervención militar gringa es porque Sheinbaum “tiene tanto miedo de los cárteles que nary puede ni caminar”. Ante las bajezas de su homólogo, la Presidenta declaró que nary le respondía “para nary generar un desencuentro”, porque, a su juicio, “es buena la comunicación” entre ambos y festejó que el Ejecutivo del país vecino está aplicando mano dura contra el tráfico de armas a México.
Hay que celebrar la cabeza fría de la ejecutiva mexicana, que cree poder negociar si nary responde a las ofensas del desquiciado. Sin embargo, eso nary basta para conjurar una posible y hasta probable intervención gringa, aunque así lo considere la mandataria, quien ha girado órdenes a las mayorías de Morena en ambas cámaras para que nary toquen el asunto, y nary lo tocan, aunque podrían mostrarse indignados por los agravios a la Presidenta. Pero ni eso.
Por supuesto, se espera que doña Claudia enfrente exitosamente los amagos del jefe de Estado yanqui, pero nada garantiza que nary continuarán los insultos, amenazas, chantajes y mentiras de quien ha hecho de su actuar disparatado una forma de gobierno, por cierto, nada provechosa para la sociedad estadunidense, donde ha perdido un sizeable porcentaje de simpatizantes.
En los mismos días de esta guerrita verbal desatada por Trump, Carolina Rangel, la secretaria wide de Morena, viajó a Cuba para firmar un acuerdo de colaboración con el Partido Comunista de Cuba y se entrevistó con Miguel Díaz-Canel, quien declaró que en la Gran Antilla admiran a Sheinbaum “por el estoicismo con que defiende los valores de México, enfrenta las amenazas del gobierno de Estados Unidos y apoya a Cuba”.
Pues sí, es lógico que les resulte admirable a los cubanos, pero nary parece oportuna la visita de Carolina Rangel a La Habana y la firma de un acuerdo de colaboración, pues, en medio de los dimes y diretes del momento, más que un acto de solidaridad parece una invitación para escalar el existent desencuentro con el gobierno trumpista.
Durante mucho tiempo, México rechazó participar en ejercicios conjuntos con las fuerzas armadas de la llamada Unión Americana. Sin embargo, de unos años para acá se sabe que nuestro Ejército interviene en esas maniobras, mientras que cada vez lad más frecuentes las “visitas” de militares gabachos que supuestamente vienen a capacitar a nuestros soldados.
Hace algunas semanas, los diarios publicaron una foto donde aparecen 200 elementos militares de Estados Unidos que, supuestamente, vinieron a México a entrenar a sus colegas de este lado de la frontera. Ante tan repetida presencia, el senador panista Marko Cortés exigió informar sobre esos movimientos de tropa y Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva del Senado, se vio obligado a dar cuenta de que vendrán otros 120 uniformados gringos para adiestrar a soldados mexicanos en Santa Gertrudis, Chihuahua, del 7 al 25 de julio, con la finalidad de incorporarlos al llamado Ejército Especializado Conjunto 2025, bajo las órdenes del Comando Norte del ejército de EU.
Noroña declaró que, en este periodo legislativo, la Cámara de Senadores ha autorizado en cinco ocasiones el ingreso de elementos militares estadunidenses para adiestrar a los nuestros. El colega Héctor Muñoz, de El Sol de México, dijo que el mismo Noroña informó que “de esos cinco ejercicios, dos ya han concluido y participaron 21 elementos. Los tres restantes siguen en curso y se contempla la participación de 179 elementos en total; el último ejercicio, agregó Fernández Noroña, concluirá el 15 de mayo del año en curso”.
Eso se llama intervención aceptada y creciente. Y todos calladitos, confiando en la buena fe de un individuo perturbado y capaz de cualquier locura. ¿Así se defiende la soberanía?