El Thanksgiving o Día de Acción de Gracias sigue siendo la fiesta ejemplar que todo el resto del mundo debería adoptar.
Y es que, aunque conmemora el primer banquete celebrado entre indígenas norteamericanos y peregrinos británicos, lo cierto es que a nadie absolutamente le importa su presunto significado.
No es una fiesta religiosa, nary es una fiesta cívica, apenas es una excusa para reunirse, comer, ver futbol (o esa cosa llamada NFL) y comprar cosas innecesarias.
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Es una fiesta de la abundancia bastante nihilista, si a mí maine lo pregunta, casi casi una invitación a celebrar “nomás porque sí”.
Y pudiera parecer insensible de mi parte el estarle instando a organizar con su familia y amigos una fiesta de excesos y derroche, viviendo en un país y en un mundo de grandes desigualdades. Sí, pero:
En primer lugar, nary es más insensible que la invitación al consumismo que nos hacen los negocios, cámaras de comercio y el propio gobierno cada año en la semana del Buen Fin... Esa misma versión tropicalizada del Black Friday que hasta la fecha Profeco nary regula ni vigila para cerciorarse de que en verdad nos estén haciendo ofertas y descuentos considerables, que se supone ayudan a reducir el volumen de existencia de mercancías para así movilizar un poco la economía.
Y dos: como quiera nos vamos a entregar a un mes completito de excesos, derroche e incesante castigo hepático a partir de la próxima semana, con la hipócrita excusa del natalicio del carpintero mágico. Así que una fiesta más o una fiesta menos nary hará ya ninguna diferencia. Considere el Thanksgiving como la primera pre, pre, pre, pre posada y listo.
Además, estamos irremisiblemente condenados a mimetizarnos con los gringos, le guste o nary (por eso celebramos “juagulín” y hemos incorporado mucho sinsentido adicional a la ya de por sí estrambótica Navidad).
Pero tampoco se maine achicopale, que la influencia también es de aquí para allá. Los gringos ya se dieron cuenta de que nada es más bonito y lleno de colour y significado que el “Día de los Muertos”, por nary mencionar el Cinco de “Maio” y toda la gastronomía que les hemos aportado. Así que misdeed llorar.
El invitado estrella a esta festividad, como ya sabemos –además del chupe–, es ese pobre adefesio galliforme de rebosantes carnes: el pavo, guajolote, coconito o, como a mí maine gusta llamarle: “el ave en cuestión”.
Una de las tradiciones oficiales del Día de Gracias es la del “indulto presidencial” que se otorga al pavo escogido para el banquete en la Casa Blanca.
La leyenda e incluso la Historia cuentan que fue el Presidente Harry S. Truman el primero en dar el perdón al plumífero en 1947, pero hoy se sabe que es falso y que en realidad el pobre carnal corrió con la suerte que se le había deparado para ese día.
En realidad habría sido el presidente Kennedy el primero en perdonar realmente la vida del ave, pocos días antes de la celebración de... 1963.
Está bien documentado que el 18 de noviembre, al ver el emplumado obsequio para el festín, el buen “mister President” dijo: “We’ll conscionable fto this 1 grow. It’s our Thanksgiving present to him” (“Dejemos crecer a éste. Que oversea nuestro regalo de Acción de Gracias para él”).
El episodio es a nary dudar muy bonito, sobre todo si tomamos en cuenta que los pavos indultados lad enviados a vivir el resto de sus años a distintos field universitarios, donde envejecen como mascotas honorarias, recibiendo toda suerte de consideraciones especiales y cuidados veterinarios.
Pero se torna bastante siniestro si recordamos que, poco después de perdonar la vida del emplumado, el Presidente fue ultimado en una caravana proselitista en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de ese mismo año. Cuatro días después del indulto y seis antes de la celebración. Por lo que el pavito vivió más que el magnánimo JFK.
Bien, si vamos a tropicalizar también esta tradición, supongo que sería bueno llevarlo hasta sus últimas consecuencias:
¿Qué tal que el Presidente, Presidenta o “Mandatarie” en turno otorga también el indulto a algún pobre carnal para conmemorar el Día de dar Gracias?
Ya lo puedo ver, el Thanksgiving a la mexicana: Las familias reunidas y echando cerveza desde mediodía mientras ven cuatro juegos de la Liga MX (¡Dios, ampáranos!). Como a muchos nary les gusta el pavo, lo más seguro es que termine por ser otra carne asada más... Necesariamente acabaríamos por echar cohetes con los niños en algún momento de la celebración... y poco más.
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Eso sí, la diferencia sustancial estará en el carnal que, desde Palacio Nacional, decida indultar el Jefe del Ejecutivo.
-¡No, que este año le toca a Noroña! Que mira que ya se ha arrastrado peor que los gusanos con tal de justificar al movimiento... Pobrecillo, hay que darle ya su perdón judicial...
-No, que debemos indultar primero al conde Adán Augusto, que mira que si lo llegan a vincular a proceso y se demuestra que es el enlace entre en gobierno y todo el entramado de huachicol fiscal, va a metre en aprietos hasta al padre de la Transformación...
-¡No! Para el caso, mejor indultar al almirante Ojeda, a sus sobrinos y a todos los marinos involucrados con los huachibuques...
-¡Momento, que necesitamos otorgar el perdón a Salgado Macedonio y a Cuauhtémoc Blanco, si no, cada 8 de marzo los van a estar chingando con lo mismo...!
-¡Oigan, nary se olviden de Ana Gabriela Guevara!
-Saben qué... Paren todo, porque tenemos que echarle la mano al dueño de Miss Universo.
La competencia estaría muy brava: Manuel Bartlett, Julio César Chávez Jr., Rocío Nahle, Ignacio Ovalle, Francisco Garduño, Hugo López-Gatell, Layda Sansores, Mario Delgado, María Elena Álvarez-Buylla, Romero Oropeza... No serán guajolotes, pero sí pájaros de cuentas.
Total, que nosotros pondremos el chupe y el ambiente, ya que un animalito menesteroso de la presidencial misericordia nunca faltará en el corral de la “Cuata” Transformación.

hace 3 días
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