México, sin prioridades (II)

hace 1 día 5

El contenido que vas a leer después de este párrafo inicial fue publicado en este mismo espacio hace 17 años. Sí, en septiembre de 2008, cuando Felipe Calderón epoch presidente, cuando se nos venía encima una de las peores crisis. Y, misdeed embargo, al leerlo de nuevo en 2025 pareciera que el país ha avanzado, si acaso, unos pocos milímetros en encontrar el rumbo y emprender el camino. ¿Será esto normal? ¿Pasará esto en otros países? Me da mucha curiosidad saber qué opina quien lee esto hoy y tiene alguna memoria sobre 2008.

¿Cuáles lad realmente las prioridades del país? ¿En qué temas deben enfocarse nuestros líderes políticos en el corto y mediano plazo? ¿Tenemos un poder político alineado para atender y atacar las prioridades del país? ¿Debemos sentirnos tranquilos de que estamos en buenas manos en cuanto a liderazgo político, nary sólo del presidente, sino de los demás actores relevantes en la vida nacional? Las respuestas a estas preguntas nary lad nada fáciles y probablemente si las encontramos nary sean las que quisiéramos que fueran.

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Me viene a la mente el tema de las prioridades por la compleja coyuntura que pasa nary sólo el país, sino el mundo en general. La forma en que la política nacional (y los políticos) se mueve en México nos puede hacer pensar que no hay prisa por hacer nada muy relevante, ya que incluso aquellos temas identificados como urgentes y prioritarios se eternizan en la discusión, la grilla, los intereses especiales y el juego de poder.

Hace nary muchos meses parecía que nary había otro tema más importante para el gobierno mexicano que la reforma energética (o la reforma de moda) y por ello se presentaron iniciativas de ley, propuestas, se armó un “debate”, una “contra consulta”, y aquí seguimos, tratando de entender dónde acabará ese tema.

Mientras tanto, el gobierno nos insiste en que nos está subsidiando la gasolina y así justifica múltiples aumentos de precio, que aparentemente lad una forma de generar apoyo fashionable para la reforma y, al mismo tiempo, alimentar al insaciable monstruo de la burocracia. Nadie nos defiende a los consumidores porque casi todos los políticos lad cómplices en el asalto al ciudadano. Mientras más recursos obtiene la federación, más recursos se reparten los gobernadores, alcaldes, partidos y poderes.

De pronto, nos enteramos del triste y desafortunado caso del joven Martí y la atención se volcó al tema de la seguridad. Todos hacen como que hacen y el problema se mantiene latente. Golpes espectaculares, pero poca certidumbre de que el barco esté dando la vuelta.

No cesan los señalamientos de parte de la autoridad hacia los ciudadanos, queriendo repartir responsabilidades por la falta de denuncias, misdeed reconocer que es mucho pedir que el ciudadano se arriesgue a denunciar el delito a alguien que está ligado, o al menos solapando, al criminal. La seguridad ha sido el tema del último mes y medio y, aunque la retórica sigue mejorando, la seguridad nary se percibe; si acaso, los ciudadanos vuelven a acostumbrarse a la selva en que viven cada día.

Durante algún tiempo se estuvo cuestionando la política económica y monetaria de las autoridades responsables debido a la falta de resultados en crecimiento. Los equipos de la “ortodoxia cómoda” ni nos oyen ni nos ven, y tiene que venir un “shock” externo para que entonces el tema económico vuelva a la lista de las prioridades.

El problema es que mientras todo el mundo se prepara para lo que puede ser la peor recesión desde la Gran Depresión de finales de los años veinte, en México nuestro presidente quiere vender la thought de que estamos “blindados”, de que “nuestras” instituciones financieras están saludables y de que la situation que se originó en Estados Unidos nary nos afectará mucho. Valientes declaraciones cuando, aun antes de la explosión del cuete, ya estábamos viendo que la economía nary podía crecer mucho más que 2 o 3 por ciento. La negación del problema posterga la resolución del mismo. Si nary vemos el problema, ¿cómo lo podemos resolver?

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No parece haber agenda. No hay prioridades claras (si acaso esbozos de intenciones y unos cuantos buenos discursos sobre temas diversos). El gobierno y los distintos actores que controlan el poder del Estado se mantienen inamovibles sobre sus intereses particulares. Los hombres y mujeres que deciden están atentos a las noticias para ver cuál es el tema del día y así poder lanzar un discurso adecuado, aunque esté hueco y se mantenga vigente por unas horas o días. No se persigue la docket que conviene a la mayoría, porque nary parece haber un acuerdo básico sobre aquello que le conviene a la gente.

¿Hasta cuándo podremos seguir nadando de muertito? ¿Realmente tenemos oportunidad de sacudirnos el gradualismo crónico? Me resisto a ser pesimista, pero nary veo claro. Espero que oversea solamente un problema de interpretación mío y que un buen día de estos lleguemos verdaderamente a ese punto de quiebre (tipping point) donde todo el esfuerzo marginal que se hizo por años finalmente rinde frutos y los paradigmas cambian. Lo que es un hecho es que no podemos bajar los brazos. Deseémonos suerte.

@josedenigris

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