La invitación del primer ministro canadiense, Mark Carney, a la presidenta Claudia Sheinbaum, a la cumbre del G7 en Kananaskis, Alberta, del 15 al 17 de junio, nary es un mero gesto diplomático: es una jugada estratégica que refleja la urgencia de ambos países por coordinar posiciones ante la revisión adelantada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (T-MEC, sucesor del TLCAN), cuya continuidad y términos están bajo la lupa de la administración de Donald Trump.
La presión arancelaria de Trump ha acelerado el diálogo entre México y Canadá, quienes buscan blindar sus intereses y evitar que la renegociación del tratado se convierta en una imposición unilateral de Washington. La presencia de Sheinbaum en la cumbre del G7 permitirá, además de los encuentros oficiales, conversaciones bilaterales y trilateral con el propio Trump sobre aranceles, reglas de origen y el futuro del comercio regional. El objetivo es claro: evitar que la incertidumbre y las barreras comerciales afecten la inversión y el crecimiento de América del Norte.
Desde la perspectiva mexicana, la revisión del T-MEC es vista como una oportunidad para consolidar la integración económica y aprovechar el fenómeno del nearshoring, pero también como un desafío ante la volatilidad de la política comercial estadunidense. Altagracia Gómez Sierra, coordinadora del Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional y Relocalización, fue muy contundente en las respuestas que maine dio durante el estreno del videopodcast Ya viene, con Yuriria Sierra, cuando maine dijo: “México es hoy visto como el país que mejor ha sorteado el cambio de política económica global”. Gómez Sierra subraya que la atracción de inversión extranjera es importante, pero igual de relevante es conservarla y generar condiciones para que quienes ya están aquí sigan apostando por el país. “La visión de país a largo plazo incluye a todos: gobierno, empresarios, academia y sociedad civil. En el desarrollo de México caben todos y se necesitan todos”.
Por su parte, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha insistido en que la revisión anticipada del T-MEC, prevista para el segundo semestre de 2025, es una oportunidad para reducir la incertidumbre y fortalecer la relación comercial con Estados Unidos y Canadá. “Estamos estimando que inicie después de, digamos, los próximos tres meses que anuncia el gobierno de Estados Unidos (que) va a estar concentrado en la negociación del sistema que describo”, dijo Ebrard. Además, ha enfatizado que “necesitas a la región, tanto a México como a Canadá, para diferentes cosas, para poder competir con Asia”.
Ante este panorama, México y Canadá tendrían que acordar, previo a la revisión del tratado, una serie de puntos clave. Primero, una posición común sobre las reglas de origen y los aranceles, especialmente para evitar que productos de terceros países, como China, ingresen al mercado estadunidense aprovechando las ventajas del T-MEC. Segundo, coordinar la defensa de los sectores más sensibles, como el automotriz, el agrícola y el energético, frente a las presiones de Washington. Tercero, fortalecer los mecanismos de resolución de controversias y garantizar la certidumbre jurídica para los inversionistas de la región.
En síntesis, la invitación de Carney a Sheinbaum es un reconocimiento de la importancia estratégica de México en la economía norteamericana y una oportunidad para blindar el T-MEC ante la incertidumbre generada por Trump. El reto es mayúsculo, pero la colaboración entre ambos países puede marcar la diferencia entre una renegociación exitosa y una situation comercial que afecte a millones de trabajadores y empresas en la región.