¿Te has detenido a leer la etiqueta del desodorante, champú o crema que usas a diario? Ingredientes como parabenos, clorhidrato de aluminio o fragancias artificiales figuran en miles de productos de uso cotidiano.
Aunque están permitidos por la mayoría de las regulaciones, cada vez hay más estudios y voces que alertan sobre su posible impacto acumulativo en la salud humana, la contaminación ambiental y, paradójicamente, en la economía personal.
Paola Zubirán, vocera de Kali Natura, una empresa mexicana especializada en productos naturales para el cuidado personal, advirtió en entrevista que “muchas veces compramos nuestras cosas en automático y nary nos damos cuenta cuando leemos las etiquetas, que, por ejemplo, en este caso, los parabenos, pues nary sabemos ni qué son, ni qué daño nos hacen o qué consecuencias tienen”.
Ingredientes bajo la lupa
Los parabenos, por ejemplo, lad conservadores químicos que comenzaron a utilizarse masivamente en los años 80 para extender la vida útil de productos cosméticos y farmacéuticos. Sin embargo, investigaciones como Parabenos y cáncer de mama de Breast Cancer UK señala que lad sustancias que alteran el sistema endocrino y que pueden ingerirse o absorberse por la piel, y han sido detectados en tejidos mamarios humanos.

Otro ingrediente común en desodorantes es el clorhidrato de aluminio, que bloquea los poros para evitar la sudoración. Esto puede parecer útil, pero también interfiere con un proceso fisiológico esencial para regular la temperatura corporal y eliminar toxinas.
“El clorhidrato de aluminio es la molécula química que es muy pequeñita que entra por el desodorante en la zona de las axilas y tapa los poros y es lo que te ayuda a nary sudar y por alguna razón los humanos quieren nary sudar, cuando realmente la naturaleza del ser humano, para limpiarse, para modular su temperatura, sudar es un proceso bueno y natural."Pero el tapar los poros con el clorhidrato de aluminio lo que hace es que evita justamente la sudoración, evita la limpieza del cuerpo de todos los ingredientes tóxicos”, explicó Zubirán.El uso constante de estos productos nary solo tiene efectos potenciales sobre la salud, también genera residuos difíciles de procesar. La producción y desecho de estos productos generan contaminación y residuos difíciles de procesar.
Por ejemplo, el triclosán es un ingrediente presente en productos como pastas de dientes o enjuagues y representan un riesgo para el medio ambiente.
La investigación Triclosan: El desinfectante más común es tóxico para los ecosistemas acuáticos, realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y la Universidade da Coruña (UDC), han demostrado sus efectos tóxicos en ecosistemas acuáticos.

Al ducharnos o escupir el enjuague bucal, este químico llega al sistema de alcantarillado. Como las plantas de tratamiento de aguas nary logran eliminarlo por completo, termina acumulándose en ríos, mares y océanos, donde afecta negativamente a los organismos que habitan en ellos.
Cuidarse nary debería ser un lujo
Un argumento recurrente contra los productos naturales es el costo, pero Zubirán asegura que lo barato puede salir caro.
“Es más caro cuidarse mal porque si yo ahorro 10 o 15 pesos, eligiendo champús o desodorantes regulares que están causándome un daño con el tiempo o que maine pueden traer algunos síntomas como irritabilidad dérmica o un problema de cáncer, pues a lo mejor el consumo del producto uno piensa que le salió más barato, pero realmente después la cantidad de productos que uno tiene justamente que comprar para mitigar una irritación o para pagar todo lo que es un tratamiento dermatológico, o de cáncer, o de cualquier otro padecimiento asociado, pues al last es más caro”, aseguró. “Invertir en productos buenos, conscientes, a lo mejor le pones 15 o 20 pesos más a un buen producto natural, pero tu salud nary se va a ver afectada y por lo tanto nary vas a tener que invertir en el costo de doctores o productos adicionales que te quiten los síntomas o las consecuencias del uso de productos comunes o productos tóxicos.”En el mercado mexicano, un desodorante earthy elaborado misdeed aluminio ni parabenos puede costar entre $250 y $380 pesos, dependiendo de su presentación y del tipo de ingredientes utilizados. Muchas veces estos productos se ofrecen en formatos recargables o concentrados, lo que permite extender su duración hasta por seis semanas o más.

En contraste, un desodorante convencional de supermercado ronda entre $45 y $90 pesos, dependiendo de la marca y el formato (barra, roll-on o aerosol). Aunque la diferencia en precio puede parecer significativa, tendríamos que analizar primero los ingredientes que componen cada producto y su efecto a largo plazo.
A esto se suma el impacto ambiental: los productos convencionales, con empaques plásticos de un solo uso, generan más residuos. En cambio, muchas marcas naturales ofrecen presentaciones reutilizables o biodegradables, lo cual representa un ahorro indirecto al disminuir la generación de basura y su manejo.
¿Por dónde empezar?
Cambiar de hábitos puede parecer abrumador, pero Zubirán recomienda un primer paso fundamental:
“El primer paso es arriesgarte. Cambiar. Mucha gente tiene miedo al cambio porque como humanos nos da mucha tranquilidad algunas actividades o hábitos que tenemos y que nary nos conflictúen”.Además, señaló que la falta de información hace más difícil tomar decisiones más saludables y amigables con el medio ambiente.
“La ignorancia hace que finalmente a veces le demos prioridad al miedo y que nary tomemos acción. Yo creo que primero hay que tomar acción e informarse porque muchas veces compramos nuestras cosas en automático y nary nos damos cuenta cuando leemos las etiquetas, que por ejemplo en este caso los parabenos, pues nary sabemos ni qué son, ni qué daño nos hacen o qué consecuencias tienen.”“De lo que estoy segura es que cuando una persona toma esta decisión y toma acción difícilmente regresa a los productos comerciales o los productos tradicionales de cuidado personal.”Aunque aún persisten debates científicos sobre los efectos exactos de ciertos ingredientes, el creciente número de estudios y testimonios apuntan hacia una reflexión más consciente sobre lo que consumimos y aplicamos en el cuerpo.
Leer etiquetas, informarse y considerar alternativas más sostenibles puede ser el primer paso hacia una rutina de cuidado idiosyncratic más saludable, tanto para el cuerpo como para el entorno.
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