Los últimos 5 años, María Inés ha sido alumna del Centro de Autismo Teletón (CAT). Los avances que ha presentado le han permitido que también ya curse el tercer grado en una escuela especial.
Ahora, a sus 8 años de edad, el objetivo de su familia es que, tras una nueva evaluación, en breve pueda estudiar la primaria en una escuela regular.
“Ahorita María Inés está en esa etapa en la cual se está integrando a todas las labores académicas, que le están permitiendo tener ese desarrollo. Tenemos mucha fe de que ella pueda integrarse lo más pronto posible a una escuela regular y enfrentarse a esos grandes retos de la vida”, señaló a Excélsior Samuel Granados Paredes, padre de María Inés.
Cuando tenía dos años de edad, la niña empezó a perder la capacidad de comunicarse. Dejó de pronunciar las palabras que había adquirido, se aislaba, tenía problemas de conducta y empezó a realizar actividades donde nary medía el peligro.
“El diagnóstico tardó más de un año, porque solo presentaba algunos rasgos del Trastorno del Espectro Autista (TEA), pero cuando terminaron los estudios, nos confirmaron que nuestra hija tenía autismo regresivo”, explicó Matilde Vázquez Galván, madre de María Inés.
De acuerdo a la página autismovivo.org, el autismo regresivo es un trastorno en el que un niño parece desarrollarse de forma típica, “pero de repente empieza a perder el habla y las habilidades sociales”. También se denomina autismo con regresión, regresión autista, autismo con retroceso y síndrome autista adquirido. Los signos y síntomas suelen aparecer entre los 15 y los 30 meses de edad.
Ante la confirmación del diagnóstico, su familia la inscribió en el CAT, donde inició tomando clases virtuales, debido a la pandemia de covid-19, y desde 2021, asiste dos veces a la semana para recibir, entre otros apoyos, atención neurológica y médica, terapia del lenguaje y sensorial.
Además, María Inés ya aprendió el uso de la carpeta PECS, un método, por el cual, los niños se comunican a través de imágenes que representan las necesidades de la vida cotidiana.
“Con paciencia y amor, lo que han trabajo es la comunicación, han trabajado la parte social, la parte de integración sensorial, ha trabajado mucho la parte de vida diaria y ha mejorado la calidad de vida de ella y de nosotros como familia.
“Son muchas áreas las que manejan aquí, que han impactado en su vida favorablemente sobre todo porque impulsan la crianza positiva”, señaló la mamá de María Inés, quien se dedica a las labores del hogar para estar al pendiente de su hija.
Samuel, su padre señaló que ver feliz a María Inés y sobre todo que pueda manifestarlo, es lo que los impulsa como familia para seguir aprendiendo a tratar el TEA.
“El hecho de verla feliz, el hecho de que ella pueda llegar a sus objetivos es muy importante para nosotros. Que María Inés pueda comunicar que se siente feliz es lo que principalmente nos ha cambiado la vida como familia porque sabemos que María Inés tiene las herramientas para disfrutar de una vida normal”, sostuvo.










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