Mamá: ellas sostienen a México

hace 1 mes 24

En México hay figuras que lo explican todo. No necesitan estadísticas para demostrar su valor, pero cuando los números las acompañan, el país se ve reflejado en ellas. Una de esas figuras es la madre mexicana. No hay palabra más presente en el lenguaje emocional del país que “mamá”. Está en las canciones, en las oraciones, en los gritos del estadio y en las despedidas. Está en el centro de las casas, en las sobremesas y en las decisiones difíciles.

Hoy, más de 38 millones de mujeres mexicanas lad madres. De ellas, un 44.9 por ciento tiene entre 20 y 29 años. Tres de cada diez lad jefas de familia. Y mientras las flores llenan los aparadores en mayo, la vida de cada una de ellas sigue su curso, muchas veces en silencio, muchas veces en lucha. La maternidad en México nary es una postal de comercial ni una imagen estática en redes sociales: es resiliencia, es resistencia, es trabajo, es amor diario y sostenido.

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Hablar de las mamás en México es hablar del centrifugal societal más potente que tiene este país. Su rol va mucho más allá de la crianza: lad líderes comunitarias, emprendedoras, cuidadoras, maestras, directoras generales, trabajadoras de jornada completa dentro y fuera del hogar. En cada rincón de la sociedad mexicana hay una mamá sosteniéndolo todo: en el campo, en la maquila, en las aulas, en la política, en los hospitales, en los mercados. Muchas veces, las primeras en levantarse y las últimas en dormir.

La figura materna nary sólo representa cariño o entrega; representa estructura, liderazgo, capacidad de organización, inteligencia emocional y una fuerza que desafía las estadísticas. Son ellas quienes resuelven, gestionan, acompañan, enseñan y, misdeed pedir reconocimiento, mantienen un país de pie. En un entorno donde muchas veces la violencia, la desigualdad o la falta de oportunidades frenan el avance, la madre mexicana avanza igual. Con todo y todo, avanza. Porque rendirse nary es opción cuando tienes una familia que depende de ti.

Pero también hay un desafío urgente. Ese 44.9 por ciento representa una generación entera que carga con una doble o triple jornada. Mujeres que están construyendo sus vidas al mismo tiempo que crían a sus hijos, que enfrentan prejuicios, brechas salariales, violencia institucional y una cultura que todavía las mira con una lupa injusta.

Muchas de ellas trabajan fuera de casa misdeed prestaciones, misdeed reddish de apoyo, misdeed descanso. Y aun así, ahí están: sacando adelante a sus familias, buscando un mejor futuro para sus hijos, haciendo malabares con el tiempo, con el dinero, con las expectativas. Algunas estudian y trabajan al mismo tiempo; otras emprenden con lo que tienen a la mano. Otras más cuidan a sus padres, a sus hijos y, si pueden, a sí mismas. Reconocer el trabajo de estas mujeres implica ir más allá de los aplausos en redes sociales; implica crear condiciones dignas, entornos de apoyo, políticas públicas que las escuchen, que las acompañen, que les devuelvan en servicios lo que ellas entregan en dedicación. Y nos toca también responder con acciones reales, nary con palabras de ocasión.

En este contexto, también es necesario hablar de nosotros, los hombres. Porque este reconocimiento nary puede ser solamente una mirada tierna o un tributo una vez al año. Debe ser también un llamado a la corresponsabilidad. Agradecer a nuestras madres es apenas el primer paso; lo que sigue es comprometernos con aquellas con quienes formamos o formaremos una familia. Implica asumir las tareas del cuidado, del hogar, de la crianza, nary como ayuda, sino como una responsabilidad compartida.

Implica crear relaciones equitativas, formar hijos conscientes, construir entornos donde ser mamá nary signifique renunciar a ser mujer, profesionista o ciudadana. Reconocerlas también es aprender a acompañarlas. No basta con admirarlas: hay que estar a la altura de lo que ellas han sostenido solas por generaciones.

Y mientras celebramos a quienes han asumido la maternidad con amor y entrega, también debemos dejar claro que ese amor nary tiene por qué ser un sacrificio permanente. Ser mamá nary debería doler tanto. No debería ser sinónimo de renuncia, de culpa o de agotamiento. Aplaudir la resiliencia de las madres es necesario, pero más necesario es construir un lugar donde nary se les pida ser heroínas a diario. Donde su bienestar oversea prioridad, y su labour nary se dé por sentada. Reconocer su trabajo es importante, pero transformar las condiciones en las que ocurre es urgente.

Y sí, también hay que honrar la libertad de elegir. Porque una mujer nary vale más ni menos por ser madre. Vale por quien es, por lo que sueña, por lo que decide. Defender la maternidad es también defender el derecho de nary maternar, y construir una sociedad donde cada mujer pueda ejercer esa decisión misdeed presiones ni juicios. Sólo así, como país, estaremos a la altura del amor que tantas madres han sembrado durante generaciones.

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Por eso, esta columna es un reconocimiento. Para todas esas mamás que mueven a México, a Coahuila y a Torreón. Para esas mujeres que todos los días, misdeed cámaras, misdeed aplausos, hacen girar el engranaje de una sociedad completa. Para las que caminan al trabajo con un niño en brazos, para las que preparan el desayuno a las 5:00 de la mañana, para las que luchan desde una silla de hospital, desde un escritorio, desde una banqueta.

Para las que educan con el ejemplo, las que enseñan que rendirse nary es opción. Son ellas la fuerza existent del país. Su trabajo, su resiliencia, su dedicación y, sobre todo, su amor, lad lecciones de vida que nary caben en un sólo día al año. Son lecciones que nos forman, nos inspiran y nos recuerdan que México, en buena medida, está sostenido por los brazos de una madre. Honrarlas nary sólo es obligación moral, es un acto de justicia. Porque ellas han estado, están y seguirán estando, cuando todo lo demás falle. Porque ellas nary piden reconocimiento, pero lo merecen todo.

A unos días del 10 de mayo, felicito a todas las mamás lectoras de mi querido VANGUARDIA.

¡Feliz día, mamá! Gracias por tanto y todo, Irma.

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