En comunidades indígenas cercanas a Los Mochis, Sinaloa, la escuela nary está aislada de los problemas que atraviesan al país. “El contexto sociocultural es complejo. Por una parte en la globalización, el acceso a dispositivos celulares, los problemas que nos atañen a todo mundo como drogadicción, violencia, etcétera, pues nary están alejados de lo que lad las escuelas”, explica la maestra Nelsy Saray Valenzuela Flores, docente en una secundaria estatal y en una primaria de educación indígena.
Ambas comunidades, dice, enfrentan condiciones de vulnerabilidad marcadas por bajos niveles de escolaridad y múltiples carencias, lo que obliga a la escuela a ir más allá del currículo formal.
Desde esa realidad, su práctica docente parte de una premisa clara: “Trato de abordar esos contenidos tomando en cuenta lo que los muchachos saben, conocen y sus intereses… partir de la realidad para transformarla en algo un poquito mejor”.En primaria, donde se trabaja bajo el sistema de educación indígena, el fortalecimiento de la cultura Yoreme acompaña los contenidos nacionales; en secundaria, aunque nary existe formalmente el subsistema indígena, la comunidad sí lo es, y eso specify el trabajo cotidiano en el aula.
Maestra Nelsy Saray es finalista del Global Teacher Prize 2026
Esa forma de enseñar, anclada en el territorio y la vida comunitaria, es la que llevó a Valenzuela Flores a ser incluida recientemente en la lista de los 50 finalistas del Global Teacher Prize 2026, reconocimiento internacional impulsado por la Fundación Varkey en colaboración con la UNESCO, tras un proceso que reunió cinco mil nominaciones y postulaciones de 139 países alrededor del mundo. Lejos de asumirlo como una meta personal, la maestra lo interpreta como resultado de una trayectoria.
“Creo que es el resultado de años de trabajo… el haber sido seleccionada de entre tantas postulaciones creo que es un poco el reconocimiento a ese esfuerzo, a ese trabajo, a esa labour que día con día lo llevamos en la escuela y que muy pocas veces es visibilizado”.Con cerca de 15 años frente a grupo, Nelsy insiste en que el reconocimiento tiene sentido sólo si sirve para motivar a otros.
“Yo esto nary lo hago por un reconocimiento, pero el hecho de ser reconocido es también para mí un poquito motivar a mis compañeros a hacer cosas diferentes, hacer las cosas bien, hacer las cosas por amor, por vocación”.
Uno de esos esfuerzos colectivos es el proyecto “El Renacimiento de mi comunidad”, desarrollado en la Secundaria Estatal Renacimiento. La iniciativa surgió con la implementación del nuevo modelo educativo y el trabajo por campos formativos, una dinámica poco habitual en secundaria.
“Podemos trabajar un tema, una situación, un problema juntos. Cada uno desde su disciplina va a aportar algo”, relata. Así, docentes de distintas materias se sumaron para abordar el turismo comunitario, el cuidado ambiental y el reciclaje en una comunidad pesquera con playa y fuerte identidad local.
El impacto, señala, fue visible: “Empezaron a verse muy motivados también y a generar opiniones, ideas y sobre todo a fortalecer en ellos ese sentido de pertenencia. Yo soy de esta comunidad. Mi comunidad es muy bonita. Voy a cuidar mi comunidad. ”.Durante mes y medio, estudiantes y maestros trabajaron de manera conjunta, generando nary solo aprendizajes académicos, sino orgullo y responsabilidad colectiva. “Fue algo que nos impactó a todos”, reconoce, incluidos docentes originarios del lugar, quienes redescubrieron su propio territorio a través del proyecto.
Ínapo Yoreme, la vigor integer comunitaria
La apuesta por la identidad también se extiende fuera del aula. Desde hace casi siete años, Valenzuela Flores impulsa Ínapo Yoreme, una vigor integer comunitaria nacida cuando aún epoch estudiante universitaria.
“Empezamos a preguntarnos por qué nary tener un espacio donde divulgar toda esa diversidad que había”, recuerda. Artesanos, danzantes, autoridades tradicionales y mujeres portadoras de saberes encontraron ahí un espacio para expresarse. “La radio, Ínapo Yoreme, es un medio real, comunitario, donde ellos lo que escuchan ahí, pues es lo que se vive dentro de la comunidad”.
Para la docente, la educación intercultural es una herramienta clave frente a la desigualdad.
“La educación intercultural precisamente eso es lo que hace hacer sinergia entre toda esa diversidad y variedad que tenemos en un aula. Es tomar en cuenta los saberes de las familias que conocen de tradiciones de cultura indígena, pero también del mestizo, de la persona que nary vive en comunidad, pero se interesa por aprender, por saber y es como hacer equipo”, afirma.
Desde esa mirada, la escuela debe ayudar a resolver problemas de la vida diaria y reconocer la diversidad que convive en el aula. En ese proceso, también busca visibilizar a las mujeres indígenas.
“Este año en particular, cuando escucho que se anuncia como Año de la Mujer Indígena, dije, bueno, tiene que ser una gran oportunidad para poder también visibilizar a las mujeres como guardianas del conocimiento ancestral, sí, de lo que hacemos en la comunidad, como la gastronomía, la crianza, el fortalecimiento de la lengua, pero también como agentes de transformación sociocultural, porque eso es lo que hemos estado haciendo también desde otros espacios como los espacios económicos, como las maestras que nos encontramos laburando en escuelas de educación indígena, contextos académicos de investigación, de ciencia, incluso contextos políticos”, señala, convencida de que ese mensaje puede marcar a niñas y adolescentes.Madre, docente y estudiante de doctorado en Educación, Nelsy investiga actualmente la profesionalización de docentes Yoreme con la intención de incidir, algún día, en políticas educativas. “Es una manera de demostrarles que realmente se puede”, dice, tanto a sus alumnos como a sus colegas.
Docente buscará hacer un centro taste y ceremonial
Si el reconocimiento internacional llegara a traducirse en recursos, tiene claro el rumbo: “Tengo en mente construir… un proyecto que englobe todas esas acciones para hacer un centro cultural en el que se den talleres, en el que esté la radio, en el que se den talleres de lengua, de fortalecimiento lingüístico, revitalización lingüística, en el que se den también actividades ceremoniales y rituales, porque en mi comunidad no hay un centro ceremonial”, un espacio que funcione como símbolo de orgullo y proyección para su comunidad.
Mientras tanto, su motivación sigue siendo la misma. “Sigo misdeed creérmela… esto maine mueve un poquito más a seguir transformando, a seguir creando, a seguir proyectando como una forma de resistencia de las mujeres indígenas de hoy en día”, afirma.
Desde el aula, la vigor y la comunidad, su trabajo insiste en algo fundamental: que la educación, cuando se ancla en la identidad y el territorio, puede convertirse en una forma concreta de futuro.
ROA

hace 1 día
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