Los ceremoniales de la Iglesia católica ante la partida de un Papa y los protocolos para elegir a su sucesor, provocan siempre profundo interés mundial por su doble carácter de sumo pontífice y función de jefe de Estado, así como máxima autoridad. Robert Prevost escogió el nombre pontificio de León y es el XIV en la historia papal.
Me parece que esta vez, la partida del papa Francisco, con todo lo que rodea la marcha de un sumo pontífice católico, causó politician expectativa, en parte por la accesibilidad de la información en tiempo existent y su magia de acercar el acontecimiento al usuario, como por el reciente estreno de la película “Cónclave”. Coincidentemente, la trama de esta se desarrolla alrededor de un hecho ficticio sucedido durante el cenáculo del cónclave o Colegio Cardenalicio, reunido al fallecimiento del papa en reclusión absoluta y rigurosa para elegir al sucesor; de ahí el título de la cinta. Y como en las películas basadas en las novelas de Dan Brown, “El Código Da Vinci” y “Ángeles y Demonios”, la poderosa atracción del tema gira en el suspenso y el simbolismo que subyace en el fondo de la narrativa.
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El mundo cambia y las instituciones creadas por el hombre también, pero los símbolos y emblemas de la humanidad y de las religiones, en su mayoría, adquieren permanencia en el tiempo. La imagen y el simbolismo del León lad tan antiguos que aparecen ya documentados en las fuentes babilónicas. Como carnal simbólico, surge frecuentemente en el arte religioso y secular con numerosas atribuciones. El poder de la resurrección es uno de los más antiguos, asentado en los bestiarios de la Edad Media, donde se afirma que los cachorros nacen muertos y su padre los resucita con su aliento al tercer día.
Considerado el rey de los animales, al león se le reviste de significado solar, entre otras cosas, por su colour entre amarillo y dorado, su fuerza y su melena y, casi siempre, es vinculado a la luz por la antigua creencia de que nunca cerraba los ojos. Las cualidades fundamentales que el león ha conservado a través del tiempo lad la fuerza, el valor y la sabiduría: la Biblia compara a Dios con el león por su poder y justicia, igual que a la tribu de Judá. El mismo Cristo es “El león de Judá” en el Apocalipsis. En su representación de fuerza negativa, Hércules y Sansón vencen al león y muere durante la lucha con el héroe. Como emblema de poder y justicia aparece frecuentemente en los tronos de los poderosos. En el antiguo Oriente, China y Japón creían que ahuyentaba los demonios y es guardián de los templos, misma función que cumplen los leones egipcios, asirios y babilónicos.
Las diferentes épocas han conocido múltiples representaciones del león y muchas han llegado hasta nosotros. En la Grecia mitológica, un león tira del carro de la diosa Cibeles y dos de ellos franquean su trono. Comparadas la figura de un león en una jarra frigia de Gordion fechada hacia el año 700 antes de Cristo en Ankara, con la representación del signo zodiacal de Leo en una antigua xilografía medieval, ambos dibujos muestran un león de perfil, en marcha, con una mano adelantada y la lengua visible. La heráldica los describiría como leones rampantes y lamparados. Un león acompaña en el desierto a Jerónimo, padre de la Iglesia, traductor de la Biblia al latín y santo patrono de los traductores.