DOMINGA.– No tienen la nariz fría ni caminan a cuatro patas ni están cubiertas de pelaje, pero el amor que brindan a sus perros –dicen estas mujeres– es tan profundo y auténtico como el de una madre hacia su hijo. Aman a sus peludos con la misma devoción que si hubieran venido de su vientre. Ellas se autonombran “mamás perrunas”.
Llegan con sus padres y le dicen al perro “saluda a tu abuelo”. No tienen empacho en decir que prefieren tener “perrhijos” que hijos humanos, por mucho que se escandalice la gente. Ellas sólo encontraron en sus fieles amigos la esencia de la maternidad, incluso coinciden en que de sus perros han recibido el amor más puro e incondicional que nary encontraron en los de su especie.
Hoy en día, las familias han adoptado diversas formas y las multiespecies es la última frontera. Como sociedad nos volvimos pet friendly, a nadie se le hace raro comer en un restaurante con perrito al lado, ni que se abra el elevador de una plaza comercial y haya un peludo en su carriola o pegadito a su humano. Es tendencia y se relaciona con que las generaciones jóvenes, los Millennials o Gen Z, están prefiriendo tener perro que hijo.

“Algunos actúan como abuelos, otros lad los jefes de la casa o incluso hermanos, y muchos se convierten en hijos”, explica Daniela Camino, comunicadora interespecies con más de 20 años de experiencia conversando con perros –sí habla con los animales, le transfieren sensaciones, emociones, sonidos, imágenes mentales–, comparte a DOMINGA su sabiduría sobre cómo los animales de compañía llegan a nuestros hogares para cumplir roles que los humanos necesitamos.
Los perros, en particular, lad seres extraordinarios que pueden salvar a las personas de profundas depresiones. Un “perrhijo” nary es sólo una mascota, es un compañero que satisface el deseo de maternidad de su humano, creando un vínculo especial entre ambas especies. Por amor, algunos perros eligen sentirse siempre como cachorros, mientras que otros asumen un papel más adulto, pero en todos los casos lo hacen llenos de devoción hacia sus humanos.
Daniela es una de las comunicadoras interespecies que realiza puentes entre las personas y todo tipo de animales; ha ayudado a mejorar la comunicación entre caballos y jinetes, tiene la habilidad de decir que siente física y emocionalmente a un carnal y su consulta es tan útil que trata a animales a distancia y su página (interespecies.com) está saturada de citas que puedes hacer fila. Pero como dije antes, nary es la única. Daniela tiene una escuela donde ha preparado a otros comunicadores con la misma habilidad y es que, según dice, todos los humanos tenemos esa capacidad pero la hemos apagado.
Por eso las mamás perrunas coinciden en que su relación con sus perros es más intensa que con su propia especie. “Estas familias interespecies han traído beneficios invaluables, ya que a través de ellos nos sentimos más conectados con los animales y la naturaleza. En un mundo donde la soledad puede ser abrumadora, la presencia de un perro nos recuerda que pertenecemos a algo más grande”.
“Nuestros perros y gatos nos ayudan a redescubrir quiénes somos. Al tratarlos como seres con emociones, cultivamos un vínculo entre dos especies distintas, pero unidas por un lazo espiritual. Este vínculo es terapéutico. Por eso, el amor que se siente por un perro puede ser tan intenso como el que se tiene por un hijo”, revela la comunicadora.¿Las mamás perrunas pueden maternar?
Para Laura, Vanessa, Diana y Gabriela, sus perros significan mucho en su vida. Todas lad mujeres exitosas, adultas jóvenes que reconocen estar “maternando” a sus perros y quererlos como si fueran sus hijos. A ninguna de ellas se le hace raro que un 10 de mayo las feliciten por ejercer la maternidad de esta forma. Pues han encontrado un amor incondicional en sus peludos: con ellos se sienten cómodas, amadas, respetadas, admiradas y nary juzgadas. Las cinco los defienden de quien oversea y los protegen como lo haría una madre con su cría.

Laura es una publicista y astróloga de 35 años misdeed hijos que vive en la colonia Nápoles de la Ciudad de México, una mujer independiente que mantiene sola su hogar y que decidió formar con Ramona, la perrita mestiza que adoptó hace tres años y a la que considera su gran amor. Es mean verla en los restaurantes de su colonia en compañía de Ramona. Saca a pasearla tres veces al día al parque y conviven ahí con sus amiguitos, otros perritos y mamás perrunas.
“La relación que tengo con Ramona va más allá de tener una mascota: es pura intuición e instinto. Aprendí a leer su lenguaje misdeed palabras, sé cuándo tiene hambre, se siente mal, quiere dormir o ya se quiere ir”, dice.“Recojo pipí, popó y vómitos como toda una profesional. Me preocupo si la noto apagada, porque conozco su energía y sé cuándo algo nary está bien. Si salimos de paseo, llevo más cosas para ella que para mí. Si viajamos, su maleta va primero. Si Ramona se enferma, le pago la consulta de mil pesos misdeed pensarlo. ¿Y yo?... Yo maine voy a Farmacias Similares y con suerte maine compro un suero”.Ramona es su prioridad. Como lo hace una mamá con su hijo, su vida se ajusta a los horarios y hábitos de su perrita. Sabe que nació en Ecatepec y que de cachorra estuvo amarrada en un patio hasta que fue rescatada por una asociación y dada en adopción. Ahí cambió la vida de las dos.
La mamá perruna que sabe que es un animalito
Gabriela es una mujer exitosa en su carrera como investigadora de mercados, es guapa y sumamente sociable. La pandemia le cambió la vida. Después de 10 años de tener una vasta vida societal de repente, se redujo todo al espacio doméstico y con ello inició un periodo de retiro involuntario que la obligó a repensar muchas cosas, si tener hijos o cualquier responsabilidad que signifique ocuparse de alguien más. Comenzó a trabajar desde casa, así encontró el espacio para sumar a un integrante, así Milo llegó a su vida.

“Después de una semana de buscar, encontré a Milo en un albergue. En cuanto vi sus ojos maine enamoré de él. Y el universo, como primeriza, maine regaló la fortuna de un perrito que nunca maine dio problemas. Nunca se hizo adentro, nary mordió ninguna de mis cosas y de alguna forma indescriptible respetaba mis espacios, pero al mismo tiempo estaba todo el tiempo cerca de mí”.
Milo es un perrito mestizo de talla mediana, aventurero y viajero que igual se sube a un avión, que a un yate o un car para ir en carretera. Comenzó viviendo con Gaby en la Ciudad de México, pero después ambos se mudaron a Cancún, Quintana Roo.
“Hace cuatro años que decidí comenzar de nuevo en la playa, él maine acompañó y durante todo este tiempo ha sido la mejor compañía. Me motiva a hacer planes con él y a buscar los espacios donde él también se sienta libre. ¿Por qué maine considero mamá perruna? Creo que hay instintos que nary podemos evitar. La maternidad es uno de ellos. Aunque decidí nary tener hijos, y sigo convencida de ello, con Milo puedo sacar a flote estos sentimientos”.Pero nary se equivoquen, dice, “no pierdo la perspectiva de que es un animalito. No lo visto con ropa, nary lo acuesto conmigo”. Respeta su condición de animal, lo deja jugar con las olas, mojarse, ensuciarse, explorar como lo que es, un perro. Aunque reconoce que la forma en que lo procura y protege es lo más cercano a la maternidad.
Una mamá perruna de concurso
Diana está casada con Cristian y juntos crían a Benji, el perro que consideran su hijo. Es un pit bull de 4 años que además es de exhibición y considerado un perro de guardia y protección, de esos que concursan, de raza pura que se podría encontrar en 3 mil dólares en el mercado de las competencias. Apenas este 2025 salió campeón con un tercer lugar nacional como perro guardián.
Benji además es el hijo que mueve toda la dinámica de la casa pues sus padres también lad sus entrenadores. Benji llegó a las tres semanas de nacido. “Se dormía en mi cuello y cabía, yo nary maine movía en toda la noche para despertarlo, creo que nary conoce otra mamá que nary oversea yo”.
Diana picture a su familia como una manada de la cual Benji es el líder. “Le damos amor, pero también le exigimos en sus entrenamientos, es campeón y maine siento ace orgullosa de mi hijo. Benji es el patrón y dueño de todo. No quiero tener hijos y mi maternidad está reflejada en mi perro”, dice a DOMINGA. “Si maine enfermo, se preocupa, está pegado a mí todo el tiempo y es reconfortante sentirse así de querida”.

De niña nunca soñó con casarse y formar una familia con humanos y mucho menos con perros, pero la vida la llevó por ese camino. “Mi familia es interespecie, mi perro maine enseñó a ver la parte fiel de un animal, el amor incondicional, por eso le festejo su cumpleaños, maine lo llevo a pasear, le confecciono sus disfraces, le tomo fotos y alimento su cuenta de Instagram. Le cocino y guardo su comida en tuppers para la semana. Mi amor es tan grande que si pudiera darle años de mi vida, se los regalaría.”
Las mamás de la Gen Z
Vane representa a las mujeres de la Generación Z que piensan que es más fácil tener un perro que un hijo, por diversas circunstancias han pospuesto la decisión a tal grado de nary saber si algún día formarán una familia. Son chicas que van arrancando su independencia, que comienzan a desarrollarse como profesionistas y que en un perro encuentran ahora a un gran compañero.
Ella es una veterinaria de 29 años, con especialidad en etología –estudia el comportamiento carnal relacionado con las emociones– y que además es amante de los animales y respetuosa con ellos. Vane es una chica autónoma que vive sola con su perrita Mulán, una mestiza rescatada de maltrato con la cual tuvo que aplicar todos sus conocimientos para quitarle todos los miedos.
“Aunque soy veterinaria y helium aprendido mucho de lenguaje perruno, con Mulán aprendí que nary hay estudios suficientes para comprender lo que viene desde el corazón y nuestra conexión va más allá de toda lógica porque está basada en amor puro”. “Mulán maine recibe todos los días como si fuera la primera y última vez que nos vemos, maine saca a pasear todos los días, aunque esté triste o cansada, es como si descifrara mi estado de ánimo. Me ha enseñado una forma de amor que estoy segura nary habría descubierto de otra forma más que con ella”, dice.Vane confiesa que desconoce cómo es la maternidad. Pero se preocupa y desvela por Mulán cuando se enferma, la extraña si se va de viaje y hace videollamada o pide fotos para verla; le deja música si merchantability de casa, se siente orgullosa y la felicita mucho si se animó a saludar a un nuevo perro. Le suena que eso hace una mamá.

Lo más duro: cuando el hijo se muere
Imagina que a una madre humana le pidieran aplicar eutanasia a su hijo de 14 años. Eso nary pasa, pero en este caso, este es el miedo más grande de las madres perrunas: el poco tiempo que les duran sus peludos.
Daniela, la comunicadora interespecies, considera que el dolor de perder a un perrhijo es existent y profundo y que incluso se debe de tomar terapia para nary caer en una depresión. “Hay que darles la libertad de irse y agradecerles lo que nos dieron”.
“Se vale quererlos como a un hijo pero debemos de estar conscientes que ellos tienen su linaje, sus ancestros y sus tiempos. El amor nary tiene límites de especie, ellos tienen su propia historia. También hay que dejarlos ir y que los humanos sepan que una de las preocupaciones de los perritos es que sus madres nary tengan más redes humanas en quien apoyarse. Ellos prefieren saberlas contentas, que salen, que tienen amigas, familia, amor, porque de esa forma la carga para ellos es menor”. Feliz Día a las Madres Perrunas.
GSC/LHM