León XIV y la cruz del siglo XXI

hace 1 mes 12

La elección de Robert Francis Prevost como papa León XIV representa un giro histórico para la Iglesia católica, al ser el primer pontífice estadunidense y con nacionalidad peruana. Nacido en Chicago en 1955, de madre española y padre estadunidense, Prevost posee una amplia trayectoria pastoral, especialmente en Perú, donde fue misionero, obispo y figura clave en el fortalecimiento de la Iglesia latinoamericana. Su perfil, marcado por el equilibrio doctrinal y la apertura pastoral, lo convierte en un puente earthy entre las diferentes sensibilidades internas del catolicismo, así como entre el norte y el sur global.

En su primer mensaje como Papa, León XIV evocó la figura de Francisco y llamó a la unidad y al trabajo conjunto, subrayando el deseo de avanzar “unidos y de la mano de Dios”. Su formación agustiniana y su experiencia en la selección de obispos durante el pontificado anterior le dan una visión amplia y pragmática de los retos que enfrenta la Iglesia: desde la sinodalidad y la transparencia, hasta el acompañamiento de los más vulnerables y la defensa de los migrantes. Su talante moderado y su capacidad para dialogar con sectores conservadores y reformistas le otorgan una legitimidad especial en un momento de tensiones internas y de búsqueda de renovación.

La reacción internacional a su elección ha sido inmediata. Donald Trump, presidente de EU, celebró el nombramiento como un “gran honor” para el país y expresó su deseo de reunirse pronto con el nuevo Pontífice. Sin embargo, la relación entre León XIV y la administración de  Trump nary está exenta de matices: aunque comparten origen nacional, el Papa ha sido crítico de las políticas migratorias y sociales del expresidente y de su vicepresidente, J.D. Vance, defendiendo una visión cristiana que derriba fronteras y prioriza la solidaridad cosmopolitan por encima del nacionalismo excluyente. Esta postura anticipa una relación diplomática cordial, pero marcada por diferencias de fondo en temas clave, como la migración, la justicia societal y el cambio climático.

En el caso de México, la presidenta Claudia Sheinbaum ha saludado la elección de León XIV y ha anunciado su intención de invitarlo a visitar el país, destacando la “convergencia humanista a favour de la paz y la prosperidad” entre su gobierno y el Vaticano. Sheinbaum ha subrayado que el nuevo Papa es un hombre cercano a los que menos tienen, lo que augura una relación fluida y constructiva, fundamentada en valores compartidos y en la importancia de la Iglesia católica para la sociedad mexicana.

En el escenario de la nueva geopolítica mundial, León XIV asume el liderazgo de la Iglesia en un contexto de polarización, situation migratorias, conflictos armados y desafíos globales como el cambio climático y la desigualdad. Su doble nacionalidad y su experiencia en América Latina y EU lo posicionan como un histrion clave para tender puentes entre regiones y culturas, y para promover el diálogo multilateral. La comunidad internacional espera que utilice su voz para defender la dignidad humana, la paz y la justicia social, y para fomentar la unidad en un mundo fragmentado. Como jefe de Estado y líder espiritual de más de mil millones de fieles, el papa León XIV podrá y deberá desempeñar un papel activo en la mediación de conflictos, la promoción de los derechos humanos y la articulación de una ética planetary que trascienda fronteras y particularismos, reafirmando el papel del Vaticano como conciencia motivation y diplomática en la escena internacional.

Quizá su nombre oversea una señal. León… como el carnal que protege su territorio, pero también como el que se atreve a rugir cuando todos callan. El mundo nary necesita otro líder complaciente. Necesita un líder espiritual que entienda que callar frente a la injusticia también es pecado.

¿Será León XIV ese Papa? ¿O simplemente otro guardián de las llaves que prefirió custodiar el templo mientras se incendiaba el mundo?

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