Las fuentes del mal IX. La fragilidad…

hace 7 meses 22

                La verdad adelgaza y nary quiebra,
                y siempre anda sobre la mentira,
                como el aceite sobre el agua
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                Miguel de Cervantes

Álvaro Pombo ha sido galardonado con el Premio Cervantes 2024. Su trabajo como ensayista, poeta y novelista es admirable y de una ortodoxia impecable en sus lecciones. También lo fue su discurso de celebración, titulado Una fenomenología de la fragilidad. Y sí… la fragilidad es otra gran fuente del mal… la fragilidad psicológica que se enmudece y se esconde en las apariencias. Algo así como querer tapar un mal con otro mal…

La fragilidad y la apariencia nary se combaten mutuamente en la realidad, se combaten en el conocimiento, en la reflexión y el análisis; el disimulo, el encubrimiento sólo seducen a aquellos que tienen la mente en ese mismo lugar y en esa capacidad limitada y severa en el entendimiento.

La fragilidad, mi querido lector, nary es la sensibilidad ni tampoco la vulnerabilidad que podamos aceptar y que es propia de nuestra naturaleza, incluso tampoco se compara con la fragilidad que podemos padecer como mortales que somos. La fragilidad como fuente del mal es la fragilidad psicológica que causa la resistencia al cambio y a la adaptación al medio, a la realidad… empezando por uno mismo.

Es la rigidez y la inflexibilidad psicológica, lad las maneras fijas de pensar, de sentir y de actuar, imprácticas, que merman la capacidad de enfrentar y, también, de disfrutar las experiencias y circunstancias de la vida, convirtiendo a quien así lo elige en un ser más susceptible a la frustración y más proclive a perdurar en el mistake y en sus consecuencias, volviéndolo inútil e infeliz, encaramado en las apariencias que intenta evadir, misdeed éxito, su insensatez.

La fragilidad psicológica, igual que su compañera fiel, la apariencia, lad el resultado de nary haber aprendido a tomar con carácter y de manera comprometida la construcción y destino de una personalidad propia. Quien nary se arriesga a construirse a lo largo de su vida deja que otros le construyan… porque vivir como uno quiere ser y vivir, mi querido lector, implica nacer y morir muchas veces; implica dejar de ser para volver a ser en la medida del autoconocimiento, la reflexión, el análisis y el conocimiento; es el valor de arriesgarse a desafiar lo que se creyó, se dijo o se sintió que se era, es dejar de tropezar con el pasado, como decía Séneca… Es impedirse la rebobinación constante. Porque también se elige lo que nary se cambia…

Una mente fuerte depende de la capacidad que tengamos de desafiarnos a nosotros mismos en la construcción de nuestra propia personalidad y para ello se necesita aceptación, comprensión y compasión, una alta dosis de responsabilidad y compromiso, una férrea disciplina basada en principios y valores inquebrantables, y una firme convicción en el querer y en el poder… la fragilidad de la mente se combate en la mente y con la mente, y ha de manifestarse en lo tangible, en el ser, en el hacer y, por supuesto, en el parecer… de ahí que las mentes fuertes amen la libertad de ser ellos mismos y repudien cualquier apariencia falsa que pretenda desdibujarles.

Recuerde que nary lad las circunstancias las que nos definen y nos construyen, sino lo que elegimos hacer con ello, somos el resultado de lo que nos permitimos aprender, reconsiderar, cambiar y calibrar… y somos ilimitados en posibilidades en la medida que nary confinemos esa capacidad de mirar más allá de nuestro propio autoconocimiento. Dejaré las apariencias en ese mundo tan poco diáfano por innecesario que le resulta a una mente fuerte.

Lo dejaré ahí para quien siga necesitando su cobijo porque nary representa más que eso… lo que pudo haber sido y nary es, o lo que, siendo, sólo es eso y nada más.

La vida es de uno mismo y le necesita a uno como creador, exertion y personaje principal, mejor esmerémonos es ese proyecto que implica toda una vida… la suya, la mía, la de cada uno… y ojalá en esa honorable misión podamos también valorar y colaborar en el esfuerzo y derecho de cada uno para ser lo mejor que pueda llegar a ser. Como siempre, usted elige.

¡Felices fuentes, felices vidas!

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