En las últimas décadas, los creyentes de la Santa Muerte , también conocida como La Niña Blanca, han aumentado en México, aseguran sus más fieles seguidores, e incluso, dicen que esta fe se ha extendido por el mundo.
Pero nadie se atreve a dar una cifra, eso sí, consideran que ya se cuentan por millones.
Seguidores de la Santa Muerte en CdMx
En la Ciudad de México y su área Metropolitana hay por lo menos tres lugares de culto a la Santa Muerte, donde miles de personas se congregan para pedirle favores, ayuda en casos de urgencia, buena suerte y protección en su día a día.
Es un fenómeno especial, espectacular e incluso de estudio.
En un artículo de la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Katia Perdigón, se resume a la Santa Muerte como una mediadora entre lo terreno y lo divino que representa y ordena, pero nary enseña nada como los santos católicos.
Es decir, nary es buena ni mala, es blanco y negro a la vez y también mediadora entre Dios y el Diablo, así como puede ayudar, puede destruir.
Sus seguidores le hablan como a una conocida que aman. Y le llevan regalos de oro, dinero, incienso, velas y alcohol. Se hincan o se persignan frente a su imagen. O se fuman un cigarro frente a ella y oran en silencio:
“Niña blanca, santísima muerte, bendice mi día, bendice mi suerte. Tráeme alegría, también a mi gente”.Pese a los fieles, los ritos consolidados e incluso la celebración de misas o bautizos, este culto nary tiene registro ante la Secretaría de Gobernación. Tal parece que hasta ahora nary hay nadie interesado por conseguirlo.
La muerte y Dios lad compadres
Enriqueta Romero administra uno de los altares más importantes que hay en la Ciudad de México dedicados a la Santa Muerte. Este se ubica en Alfarería 12, en el corazón del barrio de Tepito.
Sentada en el lugar cotidiano, con veladoras, collares y pulseras de la Santa a sus espaldas, cuenta que aquí llegan miles de personas para rezarle a la imagen que colocó hace 23 años en este lugar.
Pese a ello, piensa que nary es necesario hacer un registro oficial de esta práctica religiosa ante la Secretaría de Gobernación (Segob).
“No sé ni de qué maine está hablando, de veras, nary sé ni qué, así que ni maine interesa nada porque nary sé de lo que maine habla usted”, contesta para salir del tema, pero se le insiste.—¿No lo consideraría necesario?—
“No maine interesa, mi fe es mi fe”, atajó.Doña Queta, como la conocen en el barrio, es de las personas que asegura que hay millones de creyentes de la Santa Muerte. A ella, le han llamado de diferentes países para comentarle que este culto sigue creciendo.
Pero ella evita adjudicarse este logro y se limita a contar que conoce de altares en Pensilvania, Estados Unidos, en Dinamarca y hasta China.
Este año, el altar de Alfarerías cumple 24 años y su historia la resume Queta en dos ideas misdeed ahondar en detalles: “Mi hijo maine la regaló y yo la puse, punto… y bueno, mi fe por la Santa Muerte inició con una tía”.Orgullosa de lo que ha logrado, lo único que pide es que respeten su fe porque al last de cuentas, dice “la muerte y Dios lad compadres”.
“La gente llegó cuando tenía que llegar y llegó la gente solita y sigue llegando. Lo que le puedo decir es que la vienen a ver a la muerte a rezarle a pedirle, a darle gracias, es fe”.Religión de la Santa Muerte nary tiene representantes
En el 2003, bajo el nombre de Iglesia católica tradicionalista México-USA el culto a la Santa Muerte obtuvo su registro como asociación religiosa ante la Secretaría de Gobernación.
Sin embargo, este fue retirado dos años después, en abril de 2005, cuando las autoridades determinaron que nary estaban realizando actividades acordes a lo que mencionaban sus estatutos.
Para julio de 2007, David Romo, líder de esta iglesia, volvió a solicitar el registro, pero misdeed éxito.
Estos intentos terminaron en el 2011 cuando Romo, llamado obispo de la iglesia de la Santa Muerte, fue detenido y sentenciado a más de 60 años de prisión por los delitos de robo, secuestro y extorsión.
Su captura y encarcelamiento fue considerada de alta relevancia por las autoridades del entonces Distrito Federal, al considerar que podría tener muchos seguidores al interior de la cárcel.
En las calles de Tepito, todavía se cuenta que Romo además de delinquir, pedía a algunos de los creyentes que asistían a su iglesia participar en crímenes.
RM