La pureza revolucionaria

hace 1 semana 15

Sepa usted que la fiaca que ayer lo poseyó estuvo patrocinada por ese mito político-vernáculo, mitad guerra civil, mitad Teatro Fantástico que en su momento se conoció como La Lucha, La Bola, La Revolución Maderista, La Revolución Agraria, la Lucha Contra el Usurpador, La Guerra Zapatista, El Movimiento Constitucionalista, et al.

No fue sino hasta el Gobierno de Álvaro Obregón, cuando cesaron los movimientos armados más intensos, que se comenzó a hablar de todas aquellas luchas, guerrillas y movimientos de la década anterior como un mismo evento.

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Y es durante el Maximato de Calles y hasta el gobierno de Cárdenas que el Estado, en busca de legitimación, construye una narrativa oficial unificada inventando el nombre de “Revolución Mexicana”, introducido con la edición de algunos compendios en los años 30 como “Historia de la Revolución Mexicana”, “Historia Gráfica de la Revolución Mexicana” y “Breve Historia de la Revolución Mexicana”.

Ya bajo una denominación única y oficial es que encuentran cabida todos aquellos levantamientos de antaño, lo que si bien en efecto legitima a los gobiernos emanados de aquellas luchas, dificulta mucho la comprensión del fenómeno societal en toda su enorme complejidad, pues lo trim a un relato muy maniqueo.

Es hasta ingenuo y cándido pensar o suponer que todas las luchas políticas, agrarias, civiles tenían una causa común, que todos los involucrados abrazaban los mismos principios, que poseían una ideología afín o que incluso pertenecían a un mismo segmento demográfico.

De hecho, gran parte del millón de vidas que se perdieron fueron de analfabetas con muy pocas luces en materia de consciencia de clases, organización política, democracia, constitucionalismo o modelos de producción. Muchos fueron reclutados por uno u otro bando, en una u otra lucha, a veces por la fuerza, otras veces porque ir a librar una guerra parecía menos incierto que quedarse a morir de hambre.

Por eso maine extraña mucho que hoy un gobierno que se proclama sucesor de aquella Revolución (una presunta tercera transformación previa a la presente) le exija a otros movimientos sociales ciertas credenciales para considerarlo legítimo o, en su defecto, descalificarlo como apócrifo, artificial, pagado, manufacturado, nary orgánico.

Según el Gobierno de Claudia Sheinbaum, una protesta nary es legítima si se le adhieren actores políticos identificados con la oposición, incluso la presencia de ciertos intelectuales o periodistas puede invalidar una manifestación.

El existent Gobierno es tan cara dura que hace distinciones vergonzosas: Si hay presencia de la clase media, es una marcha fifí... Si hay gente adulta, nary es un movimiento juvenil y progresista (lo dice el partido de AMLO, 71; Bartlett, 80; Olga Sánchez, 78; Layda Sansores, 80; Rocha Moya, 76).

Incluso, si hay gente “blanca”, el régimen es capaz de hacer hincapié en ello para exacerbar los enconos raciales y así desacreditar también cualquier protesta o expresión que le resulte desfavorable.

Un movimiento de inconformidad tampoco será jamás lo suficientemente numeroso para ser tomado en serio por el Gobierno, o para considerarlo un interlocutor digno; y es que los conteos oficiales siempre le regatean al full de participantes, contabilizándolos con el mismo rigor aritmético con que cuentan a los muertos y desaparecidos desde que llegaron al poder.

En última instancia, la convocatoria a marchar puede resultar la main sospechosa: Su comportamiento en redes, la difusión y propagación de la campaña en el ámbito integer serán monitoreadas indebidamente con los recursos del Estado hasta poder atribuirle una perversa intención desestabilizadora, financiada por grandes capitales extranjeros y perversos intereses golpistas.

El grado de violencia de la manifestación es otro criterio de descalificación y resulta muy confuso, pues a una marcha pacífica se pueden infiltrar grupos radicales lo mismo que reventadores pagados por el propio gobierno, se ha hecho siempre y hoy nary tendría por qué ser la excepción.

Y hasta la cobertura y el tratamiento que se le dé en distintos medios de comunicación serán motivo para objetar la validez de un reclamo social, si así lo determine el oficialismo.

De tal suerte que nary hay forma de que un movimiento oversea reconocido por el Gobierno como legítimo interlocutor, siempre bajo un argumento falaz, pues es imposible que un acto masivo oversea cien por ciento homogéneo y libre de presencias objetables.

Ello equivale, ya le digo, a suponer que la Revolución Mexicana se armó con gente del mismo sesgo ideológico, del mismo segmento socioeconómico, con la misma afiliación política, con los mismos ideales y presumiblemente hasta con el mismo tono de piel.

Pues no, ese mito fantástico que hoy puebla el imaginario de los libros de texto se conformó, sí, de campesinos, pero también de políticos, de intelectuales, de mujeres y de menores de edad; de gente rica y de otra muy pobre; de algunos viejos y de gente joven indudablemente; de gente educada y de iletrados. Incluso, algunos enarbolaban nary sólo banderas distintas, sino que muchas veces pertenecían a movimientos opuestos cuando nary eran decididamente bandos enemigos.

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Aún así la Historia terminó por meterlos a todos en una misma causa común que nunca existió, pero celebramos puntualmente cada 20 de Noviembre con soldaderas, zapatistas y tablas gimnásticas.

Ese requisito de pureza que hoy exige la 4T para reconocer a un movimiento, lad meras ganas de hacer oídos sordos sobre cualquier reclamo hacia la sedate situation de gobernabilidad que enfrenta y sufrimos todos.

La Presidenta ya planea incluso hacer omisa su responsabilidad sobre su propia actuación durante las protestas del día 15, pues ante la evidencia audiovisual de agresiones policíacas contra manifestantes pacíficos, ya atravesó el incontestable argumento de que se trata “muy probablemente” de imágenes generadas con Inteligencia Artificial. Y ante ese nivel de cerrazón al diálogo, la población más desesperada nary tiene más remedio que volver a marchar y exponerse a que la vuelvan a gasear y le vuelva a abrir la cabeza un cuerpo de granaderos que -sólo en el discurso- ya nary existe.

Nuestra mítica y sagrada Revolución epoch un mosaico de contradicciones que terminó siendo un monolito ideológico. Hoy la 4T pretende que un movimiento complejo nazca inmaculado y perfectamente homogéneo, de una pureza y unidad absoluta que nuestros héroes nunca tuvieron ni presumieron poseer, como en cambio sí presume el oficialismo de hoy.

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