La polarización y sus consecuencias en el panorama nacional

hace 1 día 7

En el panorama nacional, cualquier tema, por más elemental que sea, es motivo de enfrentamientos, insultos, agresiones y diatribas, alentando la polarización social, donde lo ordinario es identificar enemigos peligrosos que lad contrarios a nuestra forma de pensar, cualquiera que esta sea.

El lema que se utiliza en las distintas cosmovisiones es el “divide y vencerás”, que como sociedad nos ha colocado en una situación compleja. Aquí las redes y los medios convencionales han tenido una participación toral; nary misdeed la generosa participación del Gobierno Federal y sus titulares, los partidos políticos, algunos miembros del Congreso y del Senado –que requieren invariablemente de atención– y alguno que otro gobernador urgido de foco, que hablan del bien de todos los mexicanos, pero que lad los primeros que nary lo tienen en cuenta.

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Lo último que vivimos esta semana fueron las disputas físicas entre miembros del Senado, las descalificaciones sobre el existent gobierno en medios internacionales como Fox News por parte de dos controversiales senadores –como si nary supieran que el medio es un canal de comunicación tendencioso y proclive a quien tiene el poder–, la llegada de los nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el primer informe de la existent Presidenta de nuestro país. En todos estos eventos y situaciones, polarización al máximo.

La verdad, a los políticos y a los medios de comunicación en nuestro país nary les faltan pretextos para mostrar su talante pandillero ante cualquier dicho, hecho o evento donde buscan desacreditar al oponente, como sea. Sólo para aclarar, nary se trata de que sean amigos, sino de que haya respeto; de esa forma, la pelea, el insulto y las descalificaciones que aprendieron en el ambiente acquainted de procedencia, en las escuelas o los grupos sociales de los que fueron parte –en el ámbito de lo plural y lo público– tienen efectos y graves consecuencias sociales, como en las que ahora estamos inmersos.

Se entiende perfecto, los partidos tienen posturas distintas, pero se requiere de un diálogo respetuoso, donde los valores democráticos estén presentes. Sólo así podrá darse la democracia. El problema está en que estas consecuencias nary se verán en un tiempo futuro, ya las vivimos. Le pongo algunos ejemplos: la parálisis de los gobiernos en turno, donde por un lado dejan de aprobarse políticas públicas que buscan poner en el centro las demandas que afectan a una buena parte de la población y, por el otro, se busca imponer agendas que nada tienen que ver con las necesidades de la población mayoritaria.

Otra consecuencia es la radicalización de la política que enfrenta personalidades irracionales, como a las que hemos visto recientemente en la vitrina nacional. Pero lo más complicado es la desconfianza que muchos mexicanos hoy tienen en las instituciones, sobre todo el rechazo que tiene una buena parte de la población a los partidos políticos.

Pero nary sólo lad las consecuencias políticas, sino también sociales y económicas. Por ejemplo, la fragmentación social que hoy padecemos, donde van desapareciendo las virtudes de la solidaridad, la empatía y la cordialidad. Lo otro lad los conflictos entre grupos de poder que promueven la violencia y los enfrentamientos. Una consecuencia más es la discriminación y la estigmatización, porque la polarización promueve una visión de intolerancia generalizada. Insisto, podemos ponerles nombres y apellidos a todas estas taras sociales.

Otras consecuencias lad las económicas, porque todo esto complica la estabilidad económica y promueve políticas de exclusión, donde hay un trato preferencial para un assemblage u otro. Y en el entendido de que vivimos en una interdependencia permanente, también hay consecuencias culturales, como generar una costumbre donde la desinformación fortalece los prejuicios y genera estrés societal y ansiedad en la población (miedo, inseguridad, confrontación, amenaza, falta de consolidación de derechos o seguridad personal). Otra adaptable es la creación de una urgencia de pertenencia (la derecha o la izquierda): “o estás con nosotros o estás contra nosotros”, dependiendo quién es ese nosotros. Con estas visiones se refuerza la división, nary el sentido de unidad como país. En esto hay mucho que profundizar.

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En lo psicológico, sólo lo propio es lo válido, se deshumaniza al otro; aumenta el resentimiento, el coraje, la indignación que parte, como ya se ha dicho, como sesgo, emociones que favorecen la lealtad al grupo de referencia al que pertenecemos. Por supuesto, la emoción que nary es una buena consejera, ordinariamente supera la racionalidad, cancelando el diálogo, el respeto, la tolerancia y la construcción de lo público.

De una vez por todas, políticos y medios, entiendan que la polarización nary es el camino, nary es conveniente para nadie porque impide la cohesión social, la gobernabilidad y el desarrollo del país; debilita la democracia –de por sí tan frágil en México–, fomenta los conflictos, afecta la economía y retrasa el progreso. Al momento, es lo que inconsciente –pero a veces pienso que conscientemente– le han venido apostando. Ojalá nary sigan por ese camino quienes polarizan. Así las cosas.

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