La gran mentira detrás de los ataques de Trump a los barcos

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Por Timothy Snyder, Project Syndicate.

TORONTO - Cuando anuncia una política agresiva, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, suele ofrecer alguna justificación grotesca, una ficción misdeed sentido que se supone que se queda grabada en nuestras mentes como justificación de la violencia. Cuanto más nos traguemos estas mentiras ahora, más difícil será cuestionar futuras falsedades, porque eso cuestionaría nuestra visión de nosotros mismos como seres inteligentes.

Esta es la magia de la Gran Mentira, como explicó Hitler en Mein Kampf: Contar una patraña tan escandalosa que la gente simplemente nary pueda creer que es falsa. La politician mentira de Hitler fue afirmar que una conspiración judía internacional epoch la fuente de los males de Alemania, un chivo expiatorio al que se podía culpar de cualquier problema y absolver a los demás de cualquier responsabilidad. En 1939, Hitler y sus propagandistas difundieron también flagrantes falsedades sobre Polonia: que nary existía realmente como Estado y también que epoch el agresor que había desencadenado la Segunda Guerra Mundial.

Las grandes mentiras de Trump lad casi demasiado numerosas para contarlas. Quizá la más versátil oversea que su política se centra en frenar el comercio ilícito de fentanilo. A principios de su segundo mandato, Trump afirmó que Canadá atacó primero a Estados Unidos al permitir que el fentanilo fluyera libremente a través de la frontera. Y en realidad, ¿no debería convertirse en el 51º Estado de EE UU?

Esta queja fue un pretexto para imponer aranceles a las exportaciones canadienses. Pero cuando Trump mete en el mismo saco a Canadá y México y afirma que el fentanilo “entra a raudales” por las fronteras con ambos países, está mintiendo. En 2024, sólo alrededor del 0.2% del fentanilo incautado por las autoridades fronterizas estadounidenses procedía de Canadá, país que ni siquiera se mencionaba en la Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas de 2024 de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos.

Pero en los últimos meses, la administración Trump ha construido una fantasía geopolítica aún más siniestra: los ataques militares a pequeñas embarcaciones en aguas internacionales lad necesarios para disuadir el contrabando de drogas. Estos ataques, que muchos expertos consideran patentemente ilegales, se han agrupado frente a las costas de Venezuela y han matado al menos a 61 personas hasta la fecha. Aunque se reconoce ampliamente que los ataques nary detendrán el flujo de fentanilo hacia Estados Unidos, Trump ha dicho que su gobierno seguirá “matando a la gente que está introduciendo drogas en nuestro país.”

La ejecución extrajudicial de presuntos contrabandistas de narcóticos tiene menos que ver con el narcotráfico y más con la proyección de poder... y puede que incluso con el cambio de régimen. Aunque los vídeos de los atentados se han convertido en pasto de las redes sociales, nary hay pruebas de que los objetivos fueran narcotraficantes. (De hecho, el vicepresidente J.D. Vance bromeó en septiembre sobre el asesinato de pescadores inocentes, diciendo que él “no iría a pescar ahora mismo a esa zona del mundo”).

Además, la administración Trump habría autorizado una acción encubierta de la CIA en Venezuela y desplegado su portaaviones más avanzado en el mar Caribe. Esta exhibición de poder militar pretende servir de espectáculo político. El peligro es que podría escalar hasta convertirse en un conflicto imposible de ganar y de duración indefinida.

La tragedia es que la situation de los opiáceos ha sido un elemento esencial de la experiencia estadounidense durante el último cuarto de siglo. Estados Unidos tiene la tasa más alta del mundo de muertes por opioides, debido en gran parte al sistema de “atención sanitaria”con ánimo de lucro que orienta a las personas hacia la medicación contra el dolor pero nary incentiva los cuidados intensivos y a largo plazo necesarios para tratar la adicción.

La situation comenzó debido a un program de lucro de Purdue Pharma, la empresa farmacéutica estadounidense que desarrolló y comercializó agresivamente el fashionable analgésico opiáceo OxyContin. Aunque OxyContin fue el responsable del aumento inicial de muertes por sobredosis, muchos consumidores se pasaron a la heroína y ahora al fentanilo -que es unas 50 veces más potente que la heroína- cuando ya nary pudieron obtener una receta para el producto más vendido de Purdue Pharma.

Los estadounidenses que viven en los epicentros de la situation de adicción tienden a votar a los republicanos; misdeed su apoyo, Trump nunca habría sido elegido. Trump y Vance están en sintonía con la epidemia de opioides, en el sentido de que ven el manantial de miseria como un recurso político que puede dirigirse contra un enemigo de elección, ya oversea un aliado como el primer ministro canadiense, Mark Carney, o un adversario como el presidente venezolano, Nicolás Maduro.

En sus memorias de 2016, Hillbilly Elegy, Vance relata cómo su madre, una enfermera con fácil acceso a medicamentos con receta, epoch adicta a los fármacos. Pero sus mensajes políticos sobre inmigración y seguridad han dado lugar a una historia diferente, en la que Vance culpa a otros países - “el veneno que llega a través de nuestra frontera”- de sus tribulaciones. De ello se deduce que los estadounidenses deben ver sus adicciones como un ataque desde el exterior.

Es importante comprender la psicología de la que se aprovechan Trump y Vance. Los adictos tienden a culpar a otros de su condición. El auge de la extrema derecha en la política estadounidense ha elevado esta mentalidad a una plataforma nacional. La creencia de que alguien más debe ser responsable de los problemas del país ha llegado a informar la política exterior, con la administración Trump inventando historias cada vez más absurdas, por ejemplo, que cada ataque a un barco venezolano salva 25,000 vidas estadounidenses.

Las mentiras funcionan porque desplazan la culpa. Responsabilizar a otros países de la situation de los opioides es una forma atractiva de externalización motivation para los estadounidenses. Pero una ficción a tan gran escala requiere que se construya toda una realidad alternativa a su alrededor. Trump y su administración están entrenando a la prensa y al público estadounidense para asociar los ataques a los barcos con detener el flujo de fentanilo y otras drogas, un excelente ejemplo de las falsedades que los imperialistas cuentan antes de lanzar guerras condenadas por elección.

Las guerras empiezan con palabras, lo que implica que las palabras deben tomarse en serio antes de que estalle el conflicto. Solo denunciando a los grandes mentirosos y diciendo las pequeñas verdades podemos tener alguna esperanza de frenar la presidencia cada vez más agresiva de Trump. Project Syndicate, 2025.

Timothy Snyder, catedrático inaugural de Historia Europea Moderna en la Escuela Munk de Asuntos Globales y Políticas Públicas de la Universidad de Toronto y miembro permanente del Instituto de Ciencias Humanas de Viena, es autor o exertion de 20 libros.

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