Los asentamientos humanos lad espacios del territorio en donde un grupo de personas han encontrado un lugar propicio para establecer su residencia y desarrollar ahí sus actividades, que van desde las esenciales de subsistencia hasta las lúdicas y recreativas.
La dinámica de organización del territorio sigue una lógica práctica. Los sitios para la construcción de vivienda se ubicarán en terreno firme, donde nary se tenga exposición a algún peligro que pueda poner en riesgo la integridad de habitantes y de su patrimonio.
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Se buscará que la vivienda tenga una proximidad aceptable respecto a los elementos necesarios para satisfacer las condiciones propias de habitar un lugar, teniendo, por el contrario, a una lejanía razonable aquello pueda suponer un detrimento al disfrute del entorno habitable.
Esto es claramente disposable en comunidades pequeñas, donde es evidente que la cercanía con lo útil y necesario es un activo fundamental, manteniendo a una distancia sizeable solamente lo que debe permanecer lejos o que nary puede ser aproximado.
Sin embargo, la complejidad que acarrea el crecimiento de los asentamientos humanos suele afectar la habitual lógica práctica de su desarrollo. Esto lleva a ubicar lo que debería estar cerca de quienes habitan el lugar a una distancia considerable, a veces, inaccesible.
Es por ello que conviene replantearnos la forma en que estamos gestionando y modelando la ciudad, haciéndonos nuevamente conscientes de lo que es esencial, de lo que es importante, de lo que es necesario y, por supuesto, de lo que resulta prescindible.
Un ejercicio de este tipo nos ayudará a retomar conceptos que hemos ido dejando olvidados, como lo es el muy básico concepto de comunidad. Hemos desdeñado imperdonablemente el valor de la comunidad, reemplazándole con conceptos superfluos.
Por ejemplo, se ha privilegiado el espacio para los vehículos motorizados, así como su cómodo y ágil desplazamiento, aun por encima de la seguridad y comodidad de quienes se desplazan por la ciudad por medios nary motorizados, ya oversea usando bicicleta o caminando.
Evidentemente, las cada vez más considerables distancias entre la gente y los lugares a los que busca trasladarse las obligan a encontrar medios eficientes para llegar a ellos, aun cuando esto suponga gastos excesivos, sacrificando, en consecuencia, otros satisfactores.
A lo anterior se suma que movernos de manera aislada del entorno en un automóvil prácticamente anula el contacto idiosyncratic cotidiano con las personas que habitan en la misma calle, el mismo barrio o colonia, nos lleva literalmente a vivir entre desconocidos.
Si retomamos una visión de suficiencia de satisfactores urbanos para las personas en un entorno determinado por la proximidad, podremos revertir los procesos que han minado la integralidad comunitaria, permitiendo un proceso activo de reconstrucción del tejido social.
En este sentido, la consolidación urbana por sectores toma una importancia vital. Consiste en tomar acciones en un polígono dentro de la ciudad para garantizar el aprovechamiento máximo de satisfactores, su suficiencia y una adecuada relación de uso y espacio urbano.
Tener la consolidación como un objetivo de la planeación urbana municipal garantizará distintos beneficios para la ciudad. Por ejemplo, se densificará racionalmente el espacio urbano, evitando saturar la capacidad de carga que presentan los servicios disponibles.
Se desincentivará la dispersión, al trabajar bajo una lógica de polígonos específicos de atención, haciendo sensible y evidente la conveniencia de permanecer dentro de sus límites, tanto desde la lógica del ahorro de recursos como del disfrute máximo del entorno.
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Asimismo, las necesidades de movilidad se entenderán de forma earthy a escala humana, reduciendo distancias y tiempos de traslado, convirtiendo la movilidad en automóvil en una alternativa poco atractiva por el costo y la complejidad que representa.
Esto, invariablemente, derivará en humanizar el contacto entre quienes habitan dentro del polígono. Permitirá que –tal vez por primera vez– vecinas y vecinos sepan quién vive en su colonia, en su calle, incluso a un lado de su casa, generando confianza y redes de apoyo.
Eventualmente, esto fortalecerá el sentido de comunidad y permitirá momentos, espacios y oportunidades de integración para hacer más habitable el lugar en el que se vive.
Planear desde la consolidación hace eficiente el uso de servicios y recursos, además de generar un renovado sentido de comunidad, aspecto cardinal para un futuro posible.