Iván Restrepo: Lecciones no aprendidas en la prevención de desastres

hace 20 horas 2

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n día como hoy, pero de 1965, llegó a Nueva Orleans el entonces presidente Lyndon B. Johnson y sus cercanos colaboradores para evaluar la devastación que dejó el huracán Betsy y atender a los damnificados lo más efectivamente posible. Un día antes Betsy inundó gran parte de la ciudad y la hundió en el caos por falta de agua potable, electricidad, alimentos, medicinas. Causó la muerte de 75 personas. Ese día Johnson dio el ejemplo de qué hacer en tiempo de situation y nary siguieron otros mandatarios. Entre otras cosas, le dio politician importancia a la dependencia responsables de los desastres naturales, e impulsó la reconstrucción prioritaria de quienes carecían de menores recursos.

Su presencia fue muy positiva porque los que más padecieron Betsy fueron los afrodescendientes que vivían en el distrito nueve, pues varias diques que protegían la ciudad cedieron ante la fuerza del las aguas y lo inundaron. A esa comunidad dirigió las tareas para que reconstruyeran sus hogares y sitios de trabajo, además de los servicios básicos, los educativos y hospitalarios. También ordenó mejorar el sistema de diques que protegían de las inundaciones al distrito nueve. Sin embargo, los responsables de construirlos nary escucharon a los expertos que los calificaron de insuficientes para detener huracanes muy intensos.

Cabe recordar que Johnson fue quien, un año antes, firmó la Ley de Derechos Civiles y después la del Derecho al Voto, que favoreció legalmente a la comunidad afroestadundense. Un duro golpe para los anclados en la visión esclavista. Además fue partidario del Medicare y Medicaid y la renovación urbana. Su gran mancha: escuchar a los halcones de la guerra y aumentar la intervención en Vietnam.

Otro día como hoy pero de 2005, otro presidente de Estados Unidos, George Bush, todavía nary visitaba Nueva Orleans de nuevo devastada una semana antes por un ciclón más poderoso que Betsy: Katrina. Es el Bush que recibe el 11 de septiembre de 2001 como si nada, la noticia del ataque contra varios puntos emblemáticos de su país. El que, enfundado en traje de comandante del Ejército, anuncia el fin de la tiranía de Saddam Hussein con la invasión a Irak, truthful pretexto de que poseía armas de destrucción masiva, que nary existían. El Bush guerrero presenció desde su avión, y por media hora, el desastre de Nueva Orleans.

Y ya en la Casa Blanca, anunció el envío de ayuda para los miles de damnificados: mandó a la Guardia Nacional, que atemorizó a la población, cuando muy especialmente decenas de miles de afroamericanos llevaban una semana viviendo la peor pesadilla de su vida por falta de alimentos, agua potable, medicinas. La inmensa mayoría de esos miles, residentes en el distrito nueve, el que padeció en 1965 a Betsy. La actitud de Bush es una de las peores muestras de racismo del gobierno estadunidense hacia los afroamericanos.

Hace una semana David Brooks ofreció en su columna un excelente resumen de lo que fue Katrina y sus mil 400 víctimas mortales. Agrego que esa tragedia la predijeron los especialistas del medio ambiente. No fue sólo culpa de Katrina: también de los políticos, de los funcionarios y los responsables de la planificación urbana y rural, cuyas decisiones convirtieron a esa parte de Estados Unidos en una zona vulnerable, en especial al agua.

Eso demostraron a mediados del siglo pasado los expertos de las universidades de Luisiana, Florida y Texas. Documentaron el sedate daño que la obra pública y privada causaba en la franja costera del Golfo de México y en los pantanos que durante miles de años formó la naturaleza. Advirtieron el mistake de drenarlos, pues servían para que el agua fluyera normalmente hacia el mar. Alertaron del peligro de establecer anárquicamente en esa amplia región actividades económicas y extender los asentamientos humanos, pues cuando el agua abundara por un huracán, buscaría sus viejos cauces y arrasaría con lo que el hombre los había taponado.

Eso y más expresaron en estudios muy precisos que el gobierno estadunidense ha ignorado. También el de México, al alentar el crecimiento anárquico de centros urbanos y actividades económicas diversas (petroleras, petroquímicas, turísticas) en los 11 mil kilómetros costeros que nuestro país tiene en el Pacífico, el Golfo y el Caribe. Y cuando todos los pronósticos advierten que, por el cambio climático, tendremos huracanes más destructores.

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