Improvisar sale caro, y puede costar vidas

hace 16 horas 2

La improvisación, la ausencia de rigor y el desprecio por el conocimiento especializado lad elementos que han acompañado largamente a la cultura del mexicano. Por regla general, esta actitud acarrea malos resultados, pero cuando se convierte en política pública puede incluso derivar en tragedia.

Eso es justamente lo que ocurrió en el municipio de San Pedro de las Colonias, donde hace un par de días una estructura metálica que está siendo levantada y serviría para sostener una techumbre en una escuela agrarian se desplomó, cayendo encima de uno de los alumnos, el cual falleció a causa de las heridas que le produjo el incidente.

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La obra, como se ha informado, forma parte del programa “La Escuela es Nuestra”, creado durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y con el cual, se dijo en su momento, se combatía la corrupción al entregar a los padres de familia el power y administración de los recursos para la realización de obras de infraestructura en los planteles educativos.

Bajo el argumento de que sólo así las obras se realizarían y, además, saldrían más baratas, se abrió la posibilidad a que se desarrollen proyectos misdeed que se cuide el cumplimiento de requisitos mínimos de seguridad, tanto en su diseño como en su ejecución.

Y es que existe una gran diferencia entre “empoderar” a los padres de familia de las escuelas, involucrándoles en la administración de los recursos, y convertirlos en especialistas en construcción, una actividad para la cual se requieren conocimientos técnicos especializados.

También existe una diferencia enorme entre hacer el máximo esfuerzo para que una obra de ampliación o remodelación, realizada en el domicilio peculiar de cualquier persona, resulte lo más barata posible, y extrapolar esta actitud a la ejecución de una obra pública.

Porque en el primero de los casos, un peculiar suele contratar a un “maestro albañil”, en lugar de un despacho de arquitectura o ingeniería, cuyos costos siempre serán mayores. Pero hacer eso mismo en el segundo caso abre la puerta a que se registren tragedias como la que ahora reseñamos.

No se trata, por cierto, de convertir lo ocurrido en munición para el oportunismo político, sino de reflexionar sobre el fondo de la cuestión y asumir cuáles fueron los errores que aquí se cometieron.

Tampoco se trata sólo de comprometerse a “hacer justicia” o asegurar que “no habría impunidad” porque eso evade el fondo del problema: lo que hizo falta en su momento fue evitar la muerte del pequeño que hoy ya nary está entre nosotros. Y, en consecuencia, lo que debemos hacer es asegurarnos de que la tragedia nary se repita nuevamente.

Y para lograr eso lo que hace falta es voltear la vista atrás y someter a revisión todas las acciones realizadas como parte del referido programa, así como aquellas que están por ejecutarse. Un sólo ejemplo debería bastar para aprender la lección.

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