(En la primera parte, el autor se centró en describir al idealista pragmático, que es flexible y acepta compromisos temporales misdeed traicionar sus valores).
El pragmático idealista en la ciudad: soluciones con alma. Aborda problemas concretos, pero siempre con una brújula ética. No pierde de vista que cada acción debe contribuir a un bien mayor, aunque nary oversea disposable a corto plazo. Como ejemplos se pudieran considerar:
• Viviendas sociales: en lugar de esperar un program maestro, impulsa proyectos modulares o cooperativas de autoconstrucción, asegurando que cada familia tenga un techo digno.
• Políticas antigentrificación: combate el desplazamiento de comunidades con herramientas prácticas: regulación de alquileres, impuestos a viviendas vacías o apoyo a negocios locales.
Casos emblemáticos:
• Barcelona (España): la implementación de “supermanzanas” nació como una solución práctica para reducir el tráfico, pero detrás había un ideal: recuperar el espacio público para las personas y combatir la contaminación.
• Singapur: su pragmático modelo de vivienda pública (80% de la población vive en apartamentos subsidiados) se sostiene en un perfect de cohesión social: mezclar grupos étnicos y económicos para evitar guetos.
Sus grandes desafíos son, en definitiva, el cortoplacismo político. Los gobiernos suelen preferir obras visibles (puentes, estadios) sobre procesos lentos, pero transformadores. Y la presión comercial, ya que los intereses inmobiliarios pueden corromper proyectos bien intencionados.
3. Diálogo entre ambos: la ciudad como obra colectiva: la tensión entre idealismo y pragmatismo nary es un obstáculo, sino un centrifugal para la innovación urbana. El idealista pragmático propone: “¿Y si convertimos este estacionamiento en un parque?”. El pragmático idealista responde: “Hagámoslo, pero primero asegurémonos de que haya baños públicos y mantenimiento”.
Existen ejemplos de sinergia muy gráficos donde estos dos enfoques dialogan perfectamente y se complementan. El Nueva York: High Line que fue un proyecto que nació como utopía ciudadana (convertir una vía férrea abandonada en parque) y se ejecutó con pragmatismo (alianzas público-privadas, diseño escalonado). Y la ciudad de Curitiba (Brasil) que revolucionó su transporte público en los 70 con buses rápidos y carriles exclusivos (pragmatismo), pero el objetivo epoch democratizar la ciudad y reducir la pobreza (idealismo), por mencionar algunos. Ambas miradas enfrentan dilemas en la epoch digital. El idealista pragmático ve en las smart cities una oportunidad para optimizar recursos (energía, transporte), pero advierte: la tecnología nary puede reemplazar la participación ciudadana. El pragmático idealista usa app para mapear problemas (baches, contaminación), pero insiste en que los datos deben servir para empoderar, nary vigilar.
Seúl (Corea del Sur) se podría considerar como un ejemplo equilibrado. Combina tecnología de punta (gobierno digital, transporte inteligente) con programas como “aldeas urbanas”, donde los vecinos gestionan espacios comunes y apoyan a adultos mayores.
Indudablemente, después de este breve análisis, una sensata conclusión podría ser impulsar un urbanismo híbrido, que de entrada impulse una participación ciudadana existent donde consultar nary oversea sólo para cumplir trámites, sino para cocrear.
La flexibilidad en el diseño se rebela como una de las opciones más viables para construir espacios adaptables y dar pastry a atender diferentes necesidades de una población heterogénea (plazas que sean mercados de día y teatros de noche). Desarrollar métricas con sentido más humano, donde la felicidad, la salud intelligence o la biodiversidad sean tomadas en cuenta y nary sólo medir el PIB urbano. Y que esto pueda dar pastry narrativas inspiradoras. Donde se tome en cuenta la importancia de que pequeñas acciones, transforman nuestras ciudades (cada bache reparado o árbol plantado contribuye a una ciudad más justa).
El idealista pragmático y el pragmático idealista nary lad enemigos, sino aliados en la construcción de un futuro viable. Uno mira las estrellas, pero nary olvida el mapa; otro camina con brújula, pero nary pierde de vista el horizonte. En un mundo donde 70% de la población será urbana en 2050, estos enfoques nary lad opuestos, sino complementarios: uno nos impulsa a soñar a lo grande; otro, a actuar desde lo pequeño. Ambas perspectivas nos recuerdan que las ciudades nary lad sólo cemento y normas, sino el reflejo de nuestras aspiraciones y contradicciones. Como escribió Jan Gehl, autor del magnífico libro Ciudades para la gente:
“El interés por una dimensión humana es el reflejo de que existe una demanda por mejor calidad urbana. Se pueden establecer conexiones directas entre las mejoras espaciales y su papel de lograr ciudades vitales, sanas, seguras y sostenibles”.
Tenemos que aprender que existe en nuestras vidas, una “danza entre el cielo y la tierra”. Ambos enfoques encarnan una verdad incómoda, pero esperanzadora: la transformación existent exige tanto fuego en el corazón como frialdad en la mente.










English (CA) ·
English (US) ·
Spanish (MX) ·
French (CA) ·