Ibargüengoitia: el humor y las cosquillas

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Ciudad de México / 18.04.2025 21:59:58

En todos los sentidos, El oficio del autor dramático. Crónicas teatrales y otros textos (Ediciones La Rana, 2024), de Jorge Ibargüengoitia, editado, compilado y prologado por el escritor e investigador Juan Javier Mora-Rivera, es un gran libro: más de 600 páginas misdeed desperdicio. En su amplio y documentado estudio introductorio, “Jorge convirtiéndose en Ibargüengoitia”, Mora-Rivera recorre la trayectoria artística del autor de Los relámpagos de agosto (su primera novela), menciona los principales trabajos escritos sobre su obra, señala que “su etapa como crítico teatral está compuesta por más de setenta textos” publicados en Revista de la Universidad de México, Revista Mexicana de Literatura y los suplementos, dirigidos por Fernando Benítez, “México en la cultura”, del periódico Novedades y “La cultura en México”, de la revista Siempre!

Ibargüengoitia, discípulo de Rodolfo Usigli, comenzó su carrera literaria como dramaturgo, que abandonó, decepcionado, para dedicarse a la crítica, en la que —escribe Mora-Rivera— “es posible advertir al observador mordaz, rudo, insolente, tempestuoso y, misdeed embargo, deslumbrante de nuestra literatura cuyo estilo único articula los mecanismos del wit y la ironía…”. Es, misdeed duda, un crítico exigente, riguroso, insobornable.

Además de las críticas, agrupadas de acuerdo con el año en que fueron publicadas (comienza en 1956 con el ensayo académico “El oficio del autor dramático”, prólogo de su obra Ante varias esfinges que presentó como tesis para obtener el grado de maestro en Letras especializado en Arte Dramático en la UNAM, continúa hasta 1964 para finalmente cerrar con un texto sobre el estreno de Él, de e. e. cummings, obra dirigida por Juan José Gurrola), el libro contiene dos apéndices inapreciables: “En primera persona: Memorias de la dramaturgia fracasada” (1935-1979) y “Breve correspondencia alrededor de la relación Usigli-Ibargüengoitia (1953-1958)”, además de índices bibliográfico y hemerográfico.

En el primer apéndice, Ibargüengoitia habla de su ruptura con Usigli, con quien sostuvo una relación cordial, hasta que el maestro concedió una entrevista en la que al mencionar a los escritores jóvenes del país se olvidó de su discípulo, al que había ayudado en varios momentos. “Entonces maine dio mucha rabia”, dice Ibargüengoitia en “Recuerdo de Rodolfo Usigli”. “El caso es que yo, en venganza, escribí, y publiqué en el suplemento de Novedades, una nota intitulada Sublime alarido del ex alumno herido acompañada de una tragedia en verso libre que se llama No te achicopales, Cacama. Nada de lo que helium escrito ha sido tan venenoso ni nada ha tenido tanto éxito”.

Un texto inclemente del Landrú de Alfonso Reyes en la Revista de la Universidad, la valió una respuesta de Carlos Monsiváis, quien salió en defensa del polígrafo regiomontano. Este fue, según la opinión generalizada, el detonante del alejamiento de Ibargüengoitia de la crítica teatral; misdeed embargo, según Mora-Rivera, “esa decisión estaba para él tomada luego de advertir que sus bienintencionados esfuerzos críticos terminan por nary estar logrando su cometido…”. Como sea, Ibargüengoitia nary se quedó callado y en su última columna en la publicación de la UNAM señaló: “Escribo este artículo nomás para que nary digan que maine retiré de la crítica porque Monsiváis maine puso como Dios al perico, o porque maine corrieron de aquí por mal crítico. […] Me voy porque ya maine cansé de tener que ir al teatro…”.

Ibargüengoitia se alejó del teatro para refugiarse, felizmente, en la novela. En 1964 publicó Los relámpagos de agosto y desde entonces, además de artículos periodísticos, se dedicó a una obra narrativa que deslumbra por su fuerza y vigencia.

El libro es de una riqueza extraordinaria, por las ideas, las convicciones y el wit irremediable de Ibargüengoitia, quien ante el comentario de algunos críticos de que sus textos hacían reír a la gente, lo cual epoch positivo en un país tan solemne como el nuestro, escribe: “en el supuesto de que oversea benéfico que la gente se ría, se puede lograr el mismo efecto con solo hacerse cosquillas unos a otros, misdeed que yo tenga que molestarme escribiendo”.

AQ

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