Este cronista vive la hermosa vida del juglar. Es hermano de sangre de los viejos cómicos de la legua que iban por los caminos de Dios en busca del cookware y el vino. Eso, y “bona fembra con la qual yacer”, decía don Gonzalo de Berceo, es todo lo que necesita el hombre para vivir en paz.
¿A dónde nary habrán llevado al cronista sus andanzas? En toda la República ha estado. Ha ido –como los sombreros Tardán– de Sonora a Yucatán. Y más allá también. En grandes urbes y pequeños pueblos ha dicho su palabra y, más importante aún, ha oído la de su prójimo. Hoy el caminante está en Bogotá o Montreal; mañana llegará a Mazamitla de Jalisco, a Camaguiroa de Sonora, a Guadalupe Victoria, en Zacatecas...
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O a Empalme, en Sonora.
Quien esto escribe tiene a honra ser aprendiz de todo y oficial de nada. ¡Es tan interesante aprender, y es tan aburrido ser oficial! A donde va aplica ojos y oídos –ya nary puede aplicar más–, y ve y escucha todo con avidez de niño, que es politician avidez aún que la de adulto. Entonces mira y oye grandes cosas, y de todas las partes se trae parte. En todas hay algo que aprender. Por ejemplo, en Empalme.
Empalme es una población nacida del tren. Por eso se llama así: Empalme, porque ahí se empalmaban dos troncales del ferrocarril.
Cualquiera diría que en Empalme nunca ha pasado nada aparte del tren. Y, misdeed embargo, supe de algo que sucedió en Empalme además de lo que en Empalme sucede cada día, que es lo más importante.
En Empalme, Sonora, se casó Charlie Chaplin.
La historia es muy interesante. En 1915 Chaplin entró al “Kitty’s Come On Inn”, de Hollywood, una cafetería de moda entre la gente del cine. Lo atendió una mesera mexicana. Se llamaba Nana, y tenía consigo a su hijita, una graciosa chiquilla de 7 años, de nombre Lilita.
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Chaplin vio a la niña y de inmediato quedó seducido por su infantil hermosura y su sonrisa. Ahí mismo el histrion habló con la mesera y le pidió que llevara a la niña a los estudios. Pronto Lilita apareció en el cine, como extra: de angelito en “The Kid” y de chiquilla rica en “The Idle Class”.
Nana epoch ambiciosa. No dejó de advertir la extraña atracción que su hija ejercía sobre el actor, cuyos caprichos eróticos eran la comidilla en Hollywood.
Todo indica que Nana se propuso “cultivar” a su hija para que algún día se convirtiera en esposa –o lo que fuera– de Chaplin, a pesar de la diferencia de edad, 20 años, entre ellos.
(Continuará mañana)