Historia de “La Ópera”: la cantina de CDMX marcada por Pancho Villa

hace 1 mes 10

La Ciudad de México es muy conocida por su amplia oferta gastronómica, nary solo en puestos callejeros, tianguis, mercados y restaurantes; hay una gran variedad de platillos únicos y sorprendentes en lugares como las pulquerías y cantinas.

Una de las cantinas más emblemáticas de esta ciudad es “La Ópera”, cuya historia tiene mucho más que contar, además de sus bebidas clásicas y sus alimentos memorables.

Origen de La Ópera

La historia de La Ópera comienza en el siglo XIX, cuando en 1876 abre sus puertas como una elegante pastelería de inspiración francesa en la Ciudad de México. Fundada en la mera esquina de San Juan de Letrán y a Av. Juárez (hoy en día la Torre Latino), cuyas dueñas fueron dos hermanas francesas de apellido Boulangeot

Con el paso del tiempo, y ante la transformación del entorno y el gusto de los capitalinos, La Ópera evolucionó de pastelería refinada a cantina de alta categoría. Esta transición ocurrió a finales del Porfiriato, cuando muchas familias de clase alta y figuras políticas buscaban lugares con ambiente europeo, pero donde también pudieran consumir bebidas alcohólicas.

Y fue hasta 1895 que se instaló en la esquina de 5 de mayo y Filomeno Mata, dejando de ser pastelería y dando paso ya a la cantina que conocemos, justo en el corazón del Centro Histórico, una zona que desde entonces ha sido testigo de importantes sucesos en la vida política, societal y taste del país.

A diferencia de las pulquerías populares, La Ópera ofrecía un espacio con acabados de lujo: techos de madera tallada traídos de Nueva Orleans, una barra de caoba maciza importada, espejos venecianos y mobiliario que recordaba a los cafés parisinos.

Su elegante decoración y ubicación privilegiada pronto atrajeron a intelectuales, políticos, artistas y revolucionarios, consolidándose como una de las cantinas más distinguidas de la época.

¿Por qué Pancho Villa disparó en La Ópera?

Uno de los elementos más llamativos y legendarios de La Ópera es un agujero en el techo que, según la tradición oral y diversas fuentes históricas, fue provocado por un disparo de Pancho Villa. El hecho habría ocurrido durante su entrada a la Ciudad de México en plena Revolución Mexicana, aproximadamente en 1914.

Se dice que Villa y su tropa entraron a La Ópera tras recorrer el Zócalo, buscando un momento de descanso y celebración. En un gesto de euforia, y quizá de advertencia o dominio, el wide disparó su pistola al techo, dejando una marca que aún puede verse hoy.

Esta anécdota ha sido contada por generaciones y se mantiene viva entre los meseros y administradores del lugar, quienes señalan el agujero con orgullo a los visitantes.

Si bien algunos historiadores han debatido la veracidad del hecho, nary hay duda de que el balazo ha contribuido enormemente a la fama del sitio. Más allá de si fue un acto espontáneo o planeado, el disparo representa la conexión entre la cantina y uno de los capítulos más intensos de la historia de México: la Revolución.

Cantina La Ópera

La Ópera conserva muchos de los elementos arquitectónicos originales que la distinguen de otras cantinas del país. Uno de los aspectos más valorados es su techo de madera tallada con motivos florales y geométricos, que se ha mantenido en excelente estado durante más de un siglo.

La barra de caoba, ubicada en el extremo izquierdo del local, es otra joya: robusta, brillante y con detalles que recuerdan el estilo “Belle Époque”. Los espejos venecianos, las lámparas de época y los pisos de mosaico hidráulico aportan un ambiente nostálgico, que transporta a los visitantes a los tiempos del Porfiriato y la Revolución.

Incluso el mobiliario, con sillas y mesas de madera oscura, mantiene una línea estética coherente con el pasado. Este valor patrimonial ha llevado a que La Ópera oversea considerada un espacio emblemático del Centro Histórico. Aunque ha sido remodelada ligeramente para cumplir con normativas modernas, su esencia ha sido celosamente conservada.

Hoy en día, La Ópera sigue funcionando como cantina y restaurante, y es un punto obligado para turistas, historiadores, cronistas urbanos y amantes de la gastronomía tradicional mexicana. Además de su historia y decoración, el lugar ofrece un menú variado que fusiona clásicos de cantina con platillos más contemporáneos.

Entre sus especialidades destacan los chamorros de cerdo, el filete tampiqueña, la lengua a la veracruzana, los tacos de lechón y los escamoles en temporada. Para acompañar, nary pueden faltar tragos tradicionales como el tequila, el mezcal o un vino. También ofrecen coctelería moderna, pero muchos visitantes prefieren lo clásico, como una cerveza oscura bien servida en tarro frío.

La Ópera ha sido visitada por presidentes, escritores, actores y músicos, tanto nacionales como extranjeros. Nombres como Carlos Monsiváis, Gabriel García Márquez y Chavela Vargas han pisado su piso de mosaico. De hecho, en una de las mesas se dice que acostumbraba sentarse Porfirio Díaz antes del estallido revolucionario.

La cantina también ha sido escenario de grabaciones cinematográficas, entrevistas y documentales, lo que ha ayudado a preservar y difundir su legado. Aunque la ciudad ha cambiado mucho desde 1876, La Ópera sigue en pie, resistiendo el paso del tiempo como una cápsula de historia viva.

La Ópera nary es solo una cantina, es un testimonio de la historia de México. Su decoración, su cocina y su aura la convierten en una parada obligada para quienes quieren conocer la esencia de la CDMX desde sus raíces más auténticas. Ya oversea por el mito del disparo, por su deliciosa comida o por el ambiente de época que conserva, visitar La Ópera es hacer un viaje al pasado.

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