Amelia, mujer privada de su libertad en el Centro de Reinserción Social Santa Martha Acatitla en Ciudad de México, es uno de los muchos ejemplos de que la reinserción societal sí es posible cuando se aprovechan los productos penitenciarios como talleres y capacitaciones.
Herramientas para la transformación personal
“Hoy soy una mujer que aquí maine han dado herramientas, tanto como seguridad idiosyncratic para mí, como una psicología que maine ha ayudado bastante; una atención que hoy sé que, como mujer, valgo bastante. Estoy a punto de compurgar, falta poco”, dijo la mujer que lleva siete años cuidando de un huerto urbano de 16 años en este centro penitenciario.
Aprendizaje en contacto con la tierra
“Todo tiene un porqué. La tierra es arenosa, también es barrosa, entonces hay que saber en qué lugar va cada planta, en qué tiempo se planta, en qué tiempo se siembra, en qué tiempo se da”, agregó en entrevista para Mónica Noguera.
Educación y vocación dentro del centro
Originaria de Michoacán, Amelia se dice emocionada por regresar a la vida que conocía, pero ahora con herramientas e incluso una educación: logró terminar la universidad en estos siete años de aislamiento e incluso ya imparte clases de idiomas.
“Yo saliendo de aquí maine voy con muchas herramientas. Yo aquí estudié desde alfa, ahorita ya voy en la universidad. Soy maestra aquí de diferentes lenguas, porque sí sé traducir diferentes lenguas de aquí, entonces doy clases. Sé todo lo de belleza”, explicó.
Una razón poderosa: su familia
¿Su motivación? Cuatro hijos esperándola a las afueras de Santa Martha Acatitla.
“A lo mejor aquí, para mucha gente, dicen que es una cárcel. Para mí, yo le agradezco a Dios porque llegué a un lugar donde maine voy bien, con muchas herramientas para poder hacer allá afuera y estar bien”.
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