El único fin de la historia es hallar la verdad”. Ésta es una de las grandes enseñanzas que legó el historiador, escritor, filólogo, bibliógrafo y exertion mexicano Joaquín García Icazbalceta (1825-1894), afirmó el historiador y ensayista Enrique Krauze.
A partir de esa premisa y de criterios de análisis, la historia al servicio del saber y nary del poder, García Icazbalceta examinó los principales axiomas del ideario liberal”, explicó en la conferencia virtual La figura intelectual de Joaquín García Icazbalceta, que abrió el ciclo organizado por la Academia Mexicana de la Historia para conmemorar el bicentenario de su nacimiento, que se cumple el próximo 21 de agosto.
La historia está demasiado alta para escuchar los gritos de tumulto y atender a declamaciones huecas”, citó Krauze a García Icazbalceta. “Sobre él voy a leer algunas cuartillas, algunos pasajes del ensayo biográfico que helium preparado y que publicaré en los meses próximos, coincidiendo con el aniversario preciso de sus 200 años”, anunció en la actividad coordinada por Rodrigo Martínez Baracs, en la que participó además Javier Garciadiego, ambos historiadores.
Sobre el concepto de historia que tenía Joaquín García Icazbalceta, Krauze detalló que ésta, “con severa imparcialidad, se traslada al lugar de la escena, instruye proceso, llama a los testigos, cuyos antecedentes escudriña antes de escribir sus testimonios.
Y, como recto juez, examina las piezas, oye los descargos, distingue los tiempos y considera el espíritu de cada uno, la posición de los actores, los móviles, las razones. Nada lo apasiona, nada extravía el criterio de la historia”, destacó.
El doc en Historia por El Colegio de México detalló que el intelectual decimonónico “era un católico ferviente, que de muy niño sufrió la expulsión de los españoles, ejecutada por el gobierno de Vicente Guerrero alrededor de 1829. De modo que este hombre fue expulsado de México y vivió en España por muchos años”.
Pero García Icazbalceta regresó al país en 1836, cuando España reconoció la independencia de México, y se convirtió en uno de los mejores cronistas de su época, pues revaloró diversos periodos y personajes de la historia, como a Juan de Zumárraga, el primer arzobispo de México, de quien hizo una biografía.
Krauze destacó que don Joaquín siempre tenía “argumento para desmentir las interpretaciones maniqueas a las que eran tan proclives los historiadores liberales del siglo XIX”. Y que siempre se guiaba por la verdad.
cva