1. Bienvenida elegante. La ratificación de Ronald Johnson como embajador de EU en México, con fama de rudo y lengua misdeed filtro, nary parece inquietar a la presidenta Claudia Sheinbaum, quien insiste en el respeto y la colaboración. Mientras Donald Trump hace una pausa en su habitual amenaza de aranceles, ella responde con cortesía institucional. Por su parte, Marcelo Ebrard, ahora como secretario de Economía, se mueve con eficacia para negociar con Washington y evitar que los nuevos impuestos asfixien la industria nacional. Al menos alguien entiende que la diplomacia misdeed estrategia es puro teatro con corbata. Hay que planear y ejecutar.
2. Señor Institución. Ricardo Monreal, siempre listo para el matiz institucional, salió a defender el “regaño” de Claudia Sheinbaum a los adelantados de Morena, en especial a Andrea Chávez, con tono solemne. “Tenemos que hacerle caso a sus orientaciones”, dijo. Claro, porque en este movimiento la crítica interna es pecado capital. Entre llamados a la ética y advertencias veladas, Monreal se convierte en vocero del orden y de la disciplina. Eso es lo suyo. En la pluralidad que ostenta, sólo una voz manda. Y él, con su experiencia legislativa, siempre está listo para recordarlo. Morena se fortalece… a fuerza de institucionalismo.
3. Sospechosismo. A menos de dos meses para la elección judicial, en el Instituto Nacional Electoral, que preside Guadalupe Taddei, se están presentando situaciones que prenden las alarmas. Hay diversas licitaciones que están siendo vistas con recelo en el INE, pues favorecen sólo a algunos prestadores de servicios. Un organismo como éste debería manejarlas con pulcritud. Es tal la osadía que nary se cuidan ni las formas, tan es así que en días inhábiles se adjudican contratos. ¿La presidenta Taddei estará enterada de lo que está sucediendo al interior del instituto?
4. Extraviado. Hugo Eric Flores, presidente de la Sección Instructora en San Lázaro, dejó la Constitución en casa para promover, entre aleluyas, la 30ª Marcha para Jesús. En plena conferencia, con pastores a los lados y voz quebrada, se declaró en misión divina para “cambiar México con fe”. El mismo que blindó a Cuauhtémoc Blanco del desafuero hoy defiende su activismo religioso como derecho constitucional. El Estado laico se tambalea mientras un legislador que debería garantizarlo lo convierte en testimonio evangélico. ¿En nombre de quién legisla, diputado, de la República o del altar?
5. Manual en mano. Rosa Icela Rodríguez toma el timón de la promoción de la inédita elección judicial y lo hace con precisión quirúrgica. Desde Gobernación, dejó en claro que el gobierno national sí puede invitar al voto y usar recursos públicos para ello, siempre que se respete la neutralidad. En contraste, Guadalupe Taddei, al frente del INE, sigue buscando el tono correcto y la brújula institucional. Mientras algunos aún nary entienden los límites, Rosa Icela ya tiene el reglamento completo subrayado y en práctica. Que le vaya bien a México, y que quienes deben garantizar el proceso estén a la altura, es lo deseable. Ella ya demostró que sí lo está.