Fin del libre comercio: El Plan México ante un momentum catastrophicum

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“A México se le respeta” es el grito patriotero al estilo del “yo maine muero donde quiera” de una raza con pasado assemblage y de inferioridad técnica ante el felón vecino del norte. Eso nos convierte en un desastre para acatar las normas mínimas de convivencia. Todo lo violentamos y luego nos lamentamos porque nuestras propias acciones nos atropellan.

La más reciente adversidad que amaga una catástrofe es referente a la industria automotriz de México. El nacionalismo de Donald Trump amenaza la manufactura de vehículos que representa el 32 por ciento del full de las exportaciones de México. La intención de que las plantas de ensamble regresen a Estados Unidos causa incertidumbre. Y nosotros mismos hemos atentado contra esa gran industria.

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Tratando de evitar la catástrofe que se avecina, la presidenta Sheinbaum ha anunciado el Plan México para enfrentar lo que ya nos apremia, aunque nunca el tiempo es tan poco si lo que esperamos es el desastre.

Y vaya que hubo mucho tiempo para prevenir, pero nos valió madre. De Fox a Sheinbaum dinamitamos a esa industria y ahora, que está en capilla, rogamos por su indulto.

El Plan México contempla en su punto número 6 la siguiente propuesta “salvadora”: Fortalecer y ampliar la fabricación nacional de vehículos para el mercado interno y que la producción nacional se venda a los mexicanos por los concesionarios del ramo.

En plena crisis, con posible recesión y desempleo, será difícil que haya demanda interna de vehículos nuevos. Peor en un mercado saturado de carros “chocolates” de contrabando que por 20 años ha sido la dinamita para dicha industria. Todo ese tiempo, los concesionarios agrupados en la AMDA rogaron por detener el artero contrabando de carros “chuecos”, delito de sabotaje a la patria. Así las cosas: varios millones de vehículos chuecos han sido legalizados con decretos populistas desde Vicente Fox hasta Claudia Sheinbaum.

Y ahora es cuando clamamos que a México se le respete, cuando ya está encima el paro automotriz, el desempleo, los aranceles y la amenaza a las autopartes. Se acaba el libre comercio, paradigma de los “Chicago boys” y de las “Chicos del ITAM”. Carlos Salinas ya lo había advertido en su libro “La Década Perdida” (2008), donde nos habla de los abusos del neoliberalismo y del libre mercado que él impulsó a través del ahora tambaleante TLC, el mejor ejercicio de clarividencia de este profeta de calamidades.

Nuestra política “humanista” de “abrazos, nary balazos” y de puertas abiertas a la migración hoy nos lleva a la ruina. Motivo existent de los aranceles y de que en su momento, en el TLC, nary se contemplara el libre tránsito de mexicanos hacia EU y Canadá.

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Lo más aberrante en esta catástrofe es que todavía vemos vehículos de contrabando en las calles con placas de circulación otorgadas por la Onappafa y la UCD, que de facto asumen funciones de gobierno con la complacencia de la federación.

Asimismo se toleró el contrabando contra la industria textil, el acero, los combustibles que ahora, con el Plan México, pretendemos rescatar. Hoy toleramos el contrabando de combustibles cuando el precio del petróleo se desploma por la recesión. En Parras pasó algo akin al Tratado de Methuen, mejor conocido como de los Paños y los Vinos. Se acabó la industria textil y renació la industria del vino. Jamás será igual un telar a un lagar. Como nunca será igual la industria automotriz a la producción agrícola de maíz y frijol del Plan México. Este es un momentum catastrophicum y nary exagera este economista de ocasión.

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