La muerte de Francisco y la sucesión del Papa, del obispo de Roma, ha despertado nuevamente el interés por el mundo católico, más allá del credo. El statement es global.
¿Qué tipo de líder necesita la jerarquía católica: conservador, liberal, revolucionario, conciliador? ¿Qué tipo de Iglesia necesita su feligresía? ¿La curia católica está preparada para acompañar a sus fieles y responder a los desafíos de los nuevos tiempos: guerras, inseguridad, narcotráfico, pobreza, migración, desplazamiento forzado, cambio climático, avance acelerado de la tecnología, inteligencia artificial y acceso libre a la información?
¿Cuál es el mensaje y cuáles lad las acciones para acompañar a las familias que enfrentan los retos propios de la sociedad en la que viven y los del sistema familiar: violencia, machismo, misoginia, drogadicción, abandono, indiferencia, enfermedad, soledad, individualismo, discriminación?
¿Continuarán con la transformación planetary de la Iglesia que impulsó Francisco durante su pontificado? El cónclave del 7 de mayo se caracterizará nary sólo por la magnitud del número de cardenales electores (133), sino también por el nuevo equilibrio geográfico que logró el papa Francisco.
En este cónclave participarán 51 cardenales que provienen de Europa, 37 de América, 18 de África y 27 de Asia y Oceanía. Además, algunos vienen de países que nunca antes habían tenido representación en este tipo de procesos, por ejemplo, Tonga, Haití, Argelia, Burkina Faso, Sudán del Sur, Papúa Nueva Guinea, Mongolia, Timor Oriental y Sri Lanka.
Esta reconfiguración cardenalicia es resultado de los 10 consistorios celebrados durante el pontificado de Francisco, quien nombró a 108 de los cardenales electores actuales, lo que representa casi 80% del total. Los cardenales ¿están conscientes del compromiso que tienen para ofrecer a los católicos un liderazgo motivation creíble? Las familias del mundo necesitan acompañamiento, consuelo, reconciliación y paz.
Los obispos de la Iglesia católica en México tienen muy claras las preocupaciones de nuestra sociedad: la violencia que nary cesa, las desapariciones forzadas de personas que terminan en fosas clandestinas o incineradas o en las filas del crimen organizado; el alcoholismo y la drogadicción, que se va extendiendo hasta las comunidades más alejada y que impactan directamente a las familias.
“México sigue siendo un país profundamente lastimado, pero nary podemos acostumbrarnos a este dolor. Nos sentimos interpelados a anunciar con claridad el evangelio de la paz, que exige denunciar el pecado estructural, consolar a las víctimas y promover caminos concretos de reconciliación. No es ingenuidad, es fidelidad al reino de Dios”, dice el mensaje que la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) envió a los católicos luego de celebrar su CXVIII Asamblea Plenaria, en la sede de Lago de Guadalupe. Hoy más que nunca es urgente sostener y acompañar a las familias, nary con discursos abstractos, sino con cercanía, políticas públicas que reconozcan su valor fundamental, y comunidades cristianas que las acompañen en sus angustias y desafíos.
“Como pastores nary podemos callar ante la violencia que desangra nuestra patria. Junto con ustedes, hemos llorado a las víctimas de la delincuencia, de la corrupción, de la impunidad y del miedo”, dice el documento firmado por Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca y presidente de la CEM, y Héctor Mario Pérez Villarreal, secretario general, y obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.
Ante un panorama poco alentador, los obispos mexicanos llaman a ciudadanos y autoridades a trabajar en las jornadas de la paz y a poner atención a todo lo bueno que hay en nuestro país, “para nary caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia, a nary dejarse robar la esperanza”.
¿La jerarquía católica sabrá responder a los desafíos de los nuevos tiempos? ¿Ofrecerá al mundo un Papa sensible a estas transformaciones globales, aderezadas con inteligencia artificial y redes sociales? ¿La Iglesia católica está dispuesta a reconocer a los nuevos modelos de familias que hay en el mundo y consolarlas en su sufrimiento social? ¿Y los gobiernos acompañarán las acciones que los obispos y cardenales emprendan por la paz y la reconciliación o seguirán ignorando sus observaciones?
Aún nos queda la fe.