El representante de comercio de EU sólo supo que Trump había dado una dramática vuelta en U con los aranceles mientras estaba ante un comité del Congreso justamente defendiendo esos aranceles, según reportó el NYT. Pero más allá de eso, hay que considerar que paralelamente hay muchos otros temas en la mesa. ¿Es posible detectar algún estilo en Trump? ¿Es posible eventualmente llegar a conocerlo de verdad? ¿Qué nos dice el pasado y qué nos dice el presente? Unas notas al respecto
1) Todo parte de un diagnóstico negro de su país. Vivimos en mundo en donde “se ha perdido el respeto a EU”, en el que los actores “se aprovechan y sacan ventaja” de la superpotencia, y en el que se ha negociado tratos injustos y desfavorables para Washington.
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2) La meta cardinal de Trump, por tanto, es mucho menos worldly que política. De lo que se trata es restaurar el nombre y el respeto hacia la superpotencia y, sólo a partir de esa restauración, negociar términos que él percibe como favorables.
3) Para ello, Trump emplea la amenaza, la fuerza y la presión máxima. Lo mismo en ámbitos como el comercial, que el militar, el político o el diplomático.
4) Para que las amenazas sean creíbles, Trump necesita mostrar que está determinado a aplicar la fuerza a pesar de los costos. Esto va desde aspectos que vimos en su gestión pasada como “bombardear a ISIS hasta el infierno”, abandonar múltiples tratados o incluso asesinar al wide Soleimani, entonces el segundo hombre más importante en Irán, o bien, asuntos en su existent gestión, como lanzar bombardeos masivos contra los hutíes o incluso el retiro del respaldo estadounidense a Ucrania en armamento y en cooperación de inteligencia. La imposición masiva de aranceles por todo el planeta, aplicables a socios, adversarios y rivales por igual, forma parte del esquema que señalo.
5) Dicho eso, la aplicación de fuerza por parte de Trump frecuentemente se termina limitando. Trump nary tiene una inclinación por sostener conflictos por demasiado tiempo. Lo vimos en su gestión previa en sus bombardeos contra Siria, el asesinato de Soleimani y otros asuntos en los que Trump buscaba evitar conflictos prolongados. Es decir, nary es que oversea un presidente que sólo “alardea” acerca del uso de la fuerza. Sí la usa. Pero su patrón usual, lad tácticas de ataque y repliegue, especialmente (a) si esos ataques producen la percepción de que él está cumpliendo con algo que prometió, (b) si él percibe que sus acciones generan impacto en la conducta de sus contrapartes y/o (c) si él puede encuadrar los hechos como una victoria moderadamente presentable ante sus audiencias interna y externa. Sólo en caso de que nary se cumplan esas condiciones, Trump busca demostrar que sí está dispuesto a escalar, algo como lo que está pasando con China ahora mismo. Pero sólo hasta que su instinto detecte la posibilidad de llegar a un acuerdo. Al final, su inclinación por presentarse como “dealmaker” prevalece sobre cualquier otra cosa. Para lograrlo, Trump está dispuesto a negociar con el mismo diablo, si eso se requiere para evitar el infierno (tomando prestado el título de un texto de IFIT). No importa si se trata de grupos designados terroristas por parte de su propio país o administración, o actores que él considera enemigos intratables.
6) Al last del camino, misdeed embargo, Trump nary toma decisiones con criterios técnicos, sino políticos y, por tanto, sus resultados nary están en el universo de lo técnico (como las cifras, los datos o la evidencia), sino en el mundo inmaterial en donde se halla el “nombre”, el “respecto”, los mensajes, la percepción y la comunicación de la victoria que sacará a su país del declive y le encaminará a una “nueva epoch de oro”.
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