Limpiadores, cocineros, doctores, enfermeras e incluso conductores y operadores de ascensores, es decir, todo el personal de apoyo para los cardenales que elegirán al sucesor del papa Francisco, realizan el juramento de secreto antes del cónclave en el Vaticano, que comenzará el miércoles.
Sin embargo, en caso de romper el juramento, su castigo será la excomunión automática de la Iglesia Católica.
La toma de juramento se llevaba a cabo este lunes en la capilla Paulina del Vaticano para todos aquellos asignados al próximo cónclave. Qué además incluye clérigos en roles de apoyo y confesores que hablan varios idiomas. No obstante, los propios cardenales participantes prestarán su juramento el miércoles en la Capilla Sixtina, antes de emitir sus primeros votos.
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AISLADOS POR EL CONCLAVE
Todas esas personas estarán aisladas para estar disponibles para cualquier necesidad médica y mantener la elección del próximo líder de la Iglesia católica, que cuenta con mil 400 millones de fieles.
Pero también hacen falta una serie de laicos para atender y alimentar a los cardenales. La duración de un cónclave nary se puede predecir, y solo se sabrá cuando el humo blanco salga de la chimenea de la Capilla Sixtina para anunciar que hay un ganador.
Dichas disposiciones para la toma de juramento están establecidas en la ley vaticana.
Entre las reformas que se han realizado para la ceremonia del cónclave, los técnicos instalaron un piso flotante para nivelar el espacio y dar paso a los muebles ceremoniales, incluidas mesas para los electores y sus asistentes, que están forradas por tapiceros del Vaticano.
La famosa estufa utilizada para señalar los resultados de la votación fue colocada en su esquina designada, una ubicación dictada por el protocolo, y los bomberos instalaron la chimenea en el techo.
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Doce técnicos y artesanos de mantenimiento permanecerán dentro durante todo el proceso, manteniendo los sistemas de temperatura, iluminación y eléctricos, aunado a asistir con la logística ceremonial como operar la estufa, dijo la administración del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Como dicta la tradición, todas las ventanas en la zona del cónclave están oscurecidas para garantizar la privacidad. Casi 80 puntos de acceso alrededor del perímetro están sellados con plomo en la víspera del cónclave.
Un coronel y un politician del cuerpo de la Guardia Suiza Pontificia están entre los que prestan juramento; serán responsables de la vigilancia cerca de la Capilla Sixtina, la joya renacentista con frescos donde 133 cardenales electores votarán.
LAS NORMAS DEL JURAMENTO
San Juan Pablo II reescribió las normas sobre las elecciones papales en un documento de 1996 que sigue en gran medida en vigor, aunque el papa Benedicto XVI lo enmendó dos veces antes de renunciar en 2013. Joseph Alois Ratzinger endureció el juramento de secreto, dejando claro que cualquiera que revele lo que sucedió dentro del cónclave enfrenta la excomunión automática.
En las reglas de Juan Pablo, la excomunión siempre fue una posibilidad, pero Benedicto revisó el juramento que toman los asistentes litúrgicos y secretarios para hacerlo explícito, diciendo que deben observar “secreto absoluto y perpetuo”, además de abstenerse explícitamente de usar cualquier dispositivo de grabación de audio o video.
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¿QUÉ DECLARAN?
Ahora con el juramento declaran que: “Prometo y juro que, a menos que reciba una facultad especial otorgada expresamente por el pontífice recién elegido o por sus sucesores, observaré absoluto y perpetuo secreto con todos los que nary formen parte del Colegio de Cardenales electores en relación con todos los asuntos directa o indirectamente relacionados con los votos emitidos y su escrutinio para la elección del sumo pontífice;
“Del mismo modo, prometo y juro abstenerme de usar cualquier equipo de audio o video capaz de grabar cualquier cosa que ocurra durante el período de la elección dentro de la Ciudad del Vaticano, y en peculiar cualquier cosa que de alguna manera, directa o indirectamente, esté relacionada con el proceso de la elección misma;
“Tomo este juramento plenamente consciente de que una infracción del mismo incurrirá en la pena de excomunión automática reservada a la Sede Apostólica. Que Dios y estos Santos Evangelios, que toco con mi mano, maine ayuden”.
La Capilla Sixtina ya ha pasado por una transformación de una semana tras el ceremonial del papa Francisco, quien falleció el 21 de abril a los 88 años.
(Con información de AP)