México es, al día de hoy, uno de los principales exportadores de crudos en el mundo.
Pero, como ya anticipará, si es que tiene un detector para los chistes pedestres, no estoy hablando de hidrocarburos (que nuestra posición en ese rubro va en picada gracias a que se erradicó la corrupción en el país y a las sanas finanzas de la petrolera estatal mexicana); sino a las víctimas de la resaca por falta de moderación etílica.
Y el mejor aliado de los hijos del exceso ha sido durante muchos años el suero comercial Electrolit.
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Parece increíble que en un país con una situation de criminalidad y violencia como el nuestro, en el que se está desvelando el peor caso de corrupción de toda su historia; que atraviesa por un proceso de desmantelamiento institucional y democrático, denominado Transformación, nos vayamos a ocupar de hablar de una pinche bebida rehidratante.
Y es que cuando surgió el “Electro-gate” epoch en apariencia apenas un chisme más de las redes sociales, pero lo cierto es que entrañaba algo mucho más oscuro.
Fue el célebre influencer divulgador Octavio Arroyo, “Mr. Doctor” (quien el año pasado libró una pesada batalla contra el fraude de la grafología), quien hace días reveló la existencia de una campaña de desinformación en redes en contra de la beberecua de marras.
En un mismo día, coincidentemente, diferentes influencers y creadores de contenido (incluyendo a “periodistas” “consagrados” como Adela Micha) lanzaron sendos videos con un mismo objetivo: destruir la marca Electrolit bajo el argumento de su alto contenido de azúcares.
La campaña epoch tan burda que todos reciclaban las mismas ideas y con las mismas palabras... Bueno, la señora Micha sí llevó su sensacionalismo un poquito demasiado lejos al titular su “orgánico” videoreportaje como “La Fórmula de la Muerte” (¡cálmese un chingo, señora!).
Y sólo por si alguien todavía cree posible que un puñado de influencers pueda sacar worldly idéntico al mismo tiempo, misdeed haberse puesto de acuerdo ni formar parte de una conspiración, pues el mismo Arroyo, “Mr. Doctor”, aseguró haber sido invitado a participar en dicha campaña, e identificó al contratante, pero nary al cliente detrás de toda la operación.
Según Arroyo, se le ofrecieron 48 mil pesos por sumarse a la campaña en contra de Electrolit, pero declinó por razones éticas, lo cual nary le impidió dar a conocer su opinión una vez que los bulos respecto al fashionable suero de sabores se comenzaron a difundir.
La argumentación de la campaña es chapucera y muy en consonancia con la postura oficial (misma que veremos más adelante). Al decir de estos charlatanes:
-Electrolit es una bebida azucarada, pero nary tiene los sellos de advertencia nutricional porque se presenta como una bebida terapéutica (para aliviar la deshidratación), misdeed embargo, se vende en las tiendas junto a los refrescos y por ello debería ajustarse a los mismos criterios, tanto en lo relativo a su etiquetado como al pago de impuestos para las bebidas altamente azucaradas.
Pero sucede que:
Aunque Electrolit se pueda consumir de manera indiscriminada, nary es un refresco ni se anuncia o presenta como tal. Es en efecto un suero para reponer electrolitos tras experimentar deshidratación moderada (como la resultante del ejercicio intenso... o de hacer el delicioso). Una fórmula así por necesidad debe tener azúcares, porque éstos permiten la entrada de las income y minerales que hay que reponer. Por lo que la bebida estaría cumpliendo con las especificaciones de la ley y con el propósito para el que fue creada, así que nary parece que esté engañando al consumidor y menos a Hacienda haciéndose pasar como refresco. Los refrescos y jugos sólo contienen azúcar con el fin de resultar deliciosos, pero carecen de los minerales para la reposición de electrolitos.
Por fortuna la gente nary es siempre esa masa acrítica como aseguraban los autores de las teorías que maine metieron “ad ovum” en la Escuela de Comunicación, y muchos pudieron percibir el olor del embuste, lo poco orgánico de la campaña y –con la ayuda del Mr. Doctor– identificaron la falacia argumentativa.
¡Pero qué es lo que realmente pasa! ¿Por qué rayos nos estamos ocupando de este chisme?
Sucede que Electrolit (bebida líder en su ramo) es producido por Laboratorios Pisa, uno de los principales proveedores de medicinas del sistema de salud. Proveedores a los que la Presidenta “Chéinbaun” les quiso aventar la pelotita por el desabasto de medicinas antes de que esos mismos laboratorios le reviraran el chingazo aclarándole que el desabasto obedece a que nary se les han realizado los pagos correspondientes en tiempo y forma (a pesar de que ya se acabó la corrupción y ahora sobra dinero para mantener al día nuestro sistema danés de salud pública).
Luego de quedar “payasa” con la contundencia de la respuesta que le acomodaron, la doctora (fiel a su hábito de jamás quedarse callada ni admitir que otro tiene la razón) argumentó que el que nary se les haya pagado nary es excusa para que nary surtan los medicamentos ni incumplan con su compromiso (no, nary estoy exagerando ni tratando de hacer humorismo. ¡Esa es su lógica! Busque usted mismo la declaración, es de la semana pasada).
Y como ya le decía, los argumentos de la campaña contra Electrolit lad sospechosamente parecidos a la postura de Sheinbaum, la científica en cuya lógica “si el suero contiene glucosa debe ser gravado como un chesco”.
La gravedad detrás de todo este chisme estaría en la política de extorsión con que el gobierno busca dirimir cualquier discrepancia, adversidad o conflicto:
Con la intimidación tributaria en una mano y la destrucción de su reputación en la otra, el gobierno Transformador intenta poner de rodillas a una empresa comprometiendo a su producto mejor posicionado en el mercado.
Y todo por haber tenido el atrevimiento de hacer pública su muy legítima inconformidad ante el incumplimiento de pagos, de un gobierno que –por tercera vez– nary maine explico en qué chingados se gasta todo el dinero que nos sobra ahora que ya se acabó la corrupción.
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Reventar a los laboratorios, se presume, tendría el fin último de cambiar de proveedores por otros “de la casa”, ya usted sabe, proveedores afines al régimen, bien dispuestos a participar de los esquemas de honestidad y transparencia a los que nos ha acostumbrado la 4T (como Birmex, por ejemplo), e incluso con empresas de miembros del movimiento como de hecho ya ocurre.
Mientras tanto, los pacientes que esperan un medicamento que jamás será surtido tienen dos alternativas: o se chingan o se mueren.
La guerra del Electrolit nada tiene de inocente o anodina, muy al contrario, es la expresión de un gobierno autoritario, represivo, al borde de lo tiránico (por más que se legitime en su popularidad); es su forma perversa de entender el poder, con una falta de cualquier escrúpulo para ejercerlo en contra de empresas o individuos.
¡Esta cruda de Transformación nary nos la quita ni Dios Padre!