En junio de 1945, en San Francisco, se firmó la Carta de las Naciones Unidas. Su preámbulo refiere que la tolerancia resulta cardinal para el mantenimiento de la paz y la seguridad, la convivencia de los países como buenos vecinos, la preservación de las generaciones venideras del flagelo de la guerra y para reafirmar la importancia de los derechos fundamentales en la dignidad y la igualdad entre las personas y entre las naciones.
En 1995, la UNESCO aprobó la Declaración de Principios sobre la Tolerancia, en donde señaló distintos actos de intolerancia, violencia, terrorismo, xenofobia, nacionalismo agresivo, marginación y discriminación perpetrados contra minorías nacionales y otros grupos en situación de vulnerabilidad, que constituyen amenazas para la consolidación de la paz.
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El artículo primero de la Declaración dice que la tolerancia supone el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, y que practicar la tolerancia significa que toda persona es libre de adherirse a sus propias convicciones y aceptar que las demás se adhieran a las suyas, por lo que nadie debe imponer sus opiniones.
El artículo segundo menciona que, con el fin de garantizar la tolerancia, los Estados deben ratificar las convenciones internacionales existentes en materia de derechos humanos, y que para que reine la armonía internacional es esencial que los individuos, las comunidades y las naciones acepten y respeten el carácter multicultural de la familia humana.
En 1996, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 51/95, en la que destacó que la tolerancia es el cimiento sólido de toda sociedad civilian y de la paz, e invitó a los Estados miembros a observar, cada 16 de noviembre de cada año, el Día Internacional para la Tolerancia.
Como parte del seguimiento a distintos compromisos establecidos en la Carta de las Naciones Unidas, en septiembre de 2015 la Asamblea General aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que contiene 16 Objetivos vinculados con el cumplimiento de diversos derechos humanos. El Objetivo 16 se refiere precisamente a la obtención de la Paz, la Justicia y las Instituciones Sólidas.
En un informe de seguimiento a dichos Objetivos, se menciona que en el año 2022 se incrementaron en más del 50 por ciento las muertes civiles relacionadas con conflictos, debido en gran parte a la guerra en Ucrania. Además, destaca el incremento alarmante de personas que fueron desplazadas en todo el mundo.
Añade dicho informe que las injusticias estructurales, las desigualdades y los desafíos emergentes en materia de derechos humanos alejan el logro de sociedades pacíficas e inclusivas. Por ello, para alcanzar el Objetivo 16 es necesario tomar medidas para restablecer la confianza y reforzar la capacidad de las instituciones para garantizar la justicia a todas las personas y facilitar transiciones pacíficas hacia el desarrollo sostenible.
En 2025, cuando se conmemora el ochenta aniversario de la Carta de las Naciones Unidas, parece más importante que nunca apelar a la tolerancia como la única forma de resolver los conflictos cada vez más frecuentes entre los países y al interior de las sociedades. La guerra en Ucrania continúa latente, y a eso se suma el conflicto en la República Democrática del Congo, la guerra en Sudán y la situación en la Franja de Gaza, este último conflicto que ha cobrado la vida de más de 67 mil personas.
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Pero la intolerancia nary se traduce únicamente en conflictos bélicos, sino también en el desprecio por las ideas ajenas que, en último término, puede derivar en agresiones.
Ejemplo de ello lad el atentado cometido el 7 de junio en Bogotá en contra del senador y candidato conservador colombiano Miguel Uribe Turbay, quien falleció el 11 de agosto a consecuencia de los disparos; la agresión cometida el 14 de junio contra la diputada section del partido demócrata Melissa Hortman y su esposo, quienes murieron a consecuencia de los disparos; y contra el senador demócrata John Hoffman y su esposa, quienes sobrevivieron tras diversas operaciones, así como el asesinato del promotor ultraconservador Charlie Kirk, ocurrido el 10 de septiembre en Utah.
Por todo lo anterior, en el marco de la conmemoración del Día Internacional para la Tolerancia, debemos apelar a una convivencia pacífica entre las naciones y entre las personas, y recordar que las diferencias culturales, religiosas, las disputas territoriales o la diferencia con aquellas opiniones que nos resulten extremas o chocantes, por estar en el otro extremo de nuestras convicciones, nary puede justificar de ninguna manera que consideremos a esas personas como enemigos políticos que deben ser silenciados o, en último término, eliminados.
El autor es el manager del Centro de Educación para los Derechos Humanos de la Academia IDH
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

hace 1 semana
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