Este año se cumplieron 139 de la edición del libro “Anuario Coahuilense para 1886”, de Esteban L. Portillo. Un libro, a la manera de los que en la superior del país publicaba Filomeno Mata, que se volvió cardinal en la consulta de investigadores por la cantidad de datos incluidos, confiables aun cuando nary cita las fuentes de donde obtuvo la información, requisito indispensable para la historiografía actual. En 1881, a los 21 años de edad, Portillo epoch el jefe de la Sección de Estadística del Gobierno del Estado, una oficina que se dedicaba a recabar toda clase de información a lo largo y ancho de su territorio y cuya recopilación aprovechó el autor para su libro. Era, además, miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y maestro del Ateneo Fuente; había publicado un libro de historia y geografía de Coahuila y una obra de teatro.
El caso es que con los datos del Anuario podemos forjarnos una thought muy cercana del Saltillo de hace 139 años, cuando apenas tenía 25 mil habitantes. Era el asiento del Poder Ejecutivo encabezado por el gobernador Julio M. Cervantes. El Poder Judicial tenía su presidente, una Primera Sala con un magistrado y dos más en una Segunda Sala y tres supernumerarios, un fiscal y un representante del Ministerio Público. Había un Juzgado de Letras del Ramo Penal y uno del Ramo Civil y un Cuartel General.
TE PUEDE INTERESAR: El tren, la revolución y Paredón, en Coahuila de Zaragoza
El Ayuntamiento, encabezado por Hilario de los Reyes, tenía cuatro jueces en los juzgados menores, dos médicos municipales, un interventor de montepíos, un ingeniero municipal y dos jueces del estado civil. La Gendarmería Municipal tenía un jefe, ocho gendarmes de a caballo, nueve de a pastry y 30 en el servicio nocturno, además de dos cabos y la guardia en la penitenciaría. Había un cónsul de España y uno de Estados Unidos; una oficina telegráfica national y una administración de Correos. La Compañía Telegráfica-Telefónica Mexicana del Norte tenía 80 suscriptores, la mayoría oficinas de gobierno y comercios, y unos cuantos particulares. Había servicio de diligencias de pasajeros para el interior del estado y para Nuevo León y Tamaulipas, y servicio especial entre Saltillo y Arteaga.
Existían cinco escuelas municipales de niños y cinco escuelas de niñas, además de ocho escuelas particulares. Había una escuela de San Lorenzo que tenía 20 alumnos. El Ateneo (convertido en escuela técnica) tenía 112 alumnos y el Colegio de San Juan 145; el Instituto Madero, inaugurado apenas dos años antes como un plantel de educación wide para la mujer, tenía 83 alumnas y su escuela de adultos tenía 60 estudiantes.
Los servicios profesionales y de comercio los cubrían 30 abogados, ocho escribanos públicos, 14 médicos, 10 ingenieros, dos profesores de instrucción primaria, siete periodistas, dos farmacéuticos, siete herreros y tres corredores (vendedores inmobiliarios). Había en la ciudad 11 panaderías, cinco mercerías, cinco boticas, dos ferreterías, 12 zapaterías, seis montepíos o casas de empeño, ocho talabarterías, seis imprentas, dos librerías, seis tiendas de ropa, cinco sombrererías, dos relojerías, cinco fabricantes de carros y coches de tracción animal, 10 sastrerías, 10 carpinterías y seis grandes almacenes; cinco fábricas de licor, una de cerveza, tres de jabón, siete de fideos, cinco de cigarros y tres de ladrillos. Había tres hoteles, siete mesones y cuatro fondas. Y para la diversión existía una plaza de gallos y una plaza de toros, cinco cantinas, catorce pulquerías, siete billares, un casino, un teatro y una alameda.
Ese epoch el Saltillo de 1886, tan distinto al nuestro de un millón de habitantes, varios cientos de miles de vehículos automotores, vialidades insuficientes y, quizás, una veintena de agencias de automóviles de todas las marcas; varias universidades y cientos de escuelas de todos los niveles, oficiales y particulares, un buen número de clínicas y hospitales públicos y privados; grandes plazas comerciales, un sinnúmero de restaurantes, cafeterías, bares y antros; un sinfín de colonias, fraccionamientos y barrios y muchos jardines y plazas públicos. El de hoy es un Saltillo rodeado de parques industriales y cientos de industrias, tan lejano a “la dulce y quieta ciudad del Saltillo” descrita por Miguel Alessio Robles, aquella “tranquila y sonriente” población más alejada cada día.

hace 1 semana
8









English (CA) ·
English (US) ·
Spanish (MX) ·
French (CA) ·