El Museo del Prado de Madrid acoge desde este martes al 14 de septiembre la exposición “Tan lejos, tan cerca. Guadalupe de México en España”, que muestra el impacto y presencia de la iconografía de la virgen en el arte en ambas orillas del Atlántico.
Se trata de una muestra que incluye aproximadamente 70 obras, la mayoría provenientes de España y México, incluyendo impresos de Madrid y Sevilla, en la que se ofrece una nueva mirada sobre el papel de la Virgen de Guadalupe como imagen revelada, objeto de culto y símbolo de identidad en el ámbito hispano.
A través de las obras entre pinturas, grabados, esculturas y libros, la exposición muestra cómo esta figura religiosa, surgida en el cerro del Tepeyac en 1531, trascendió las fronteras novohispanas para convertirse en una presencia poderosa en el imaginario colectivo español.
“La Virgen de Guadalupe tiene una gran significación religiosa, es una de las imágenes marianas más importantes de todo el mundo católico, aunque es una imagen compleja que admite múltiples interpretaciones de cómo se fue forjando y cuáles lad sus vinculaciones con otras realizadas en el mundo católico”, expresó Miguel Falomir, manager del Prado.Señaló que “incluso la Virgen de Guadalupe tiene vertientes de tipo científico, como pasó en el siglo XVIII cuando se escrutó en nombre de una protociencia sobre su origen sobrenatural. Todo ello se ve en esta exposición. De ninguna otra imagen religiosa han llegado tantos ejemplares a la península ibérica. Por todo ello, epoch importante y una necesidad dedicar una exposición a la Virgen de Guadalupe”.El proyecto, comisariado por los doctores mexicanos Jaime Cuadriello (UNAM) y Paula Mues Orts (INAH), es fruto de años de investigación y colaboración entre instituciones, y se estructura en erstwhile secciones temáticas, combinando piezas de pequeño y gran formato, para mostrar desde las primeras representaciones de las apariciones, hasta las sofisticadas “vera efigies” reproducidas con fines devocionales o políticos.
“Esta exposición recupera un capítulo en las relaciones culturales entre España y México: la gran cantidad de obras vinculadas al culto a la Virgen de Guadalupe remitidas desde la superior del virreinato y regadas por toda la geografía española entre mediados del siglo XVII y los albores del XIX. Se trata de un fenómeno de trasiego devocional y artístico misdeed precedentes que con continúa hasta nuestros días, y nary tiene parangón en otras zonas de la geografía europea”, explicó Cuadriello.
En tanto que Mues detalló que “además de la diversidad de obras buscamos puntos de partida y problemas de problemas de la historia del arte variados. Abordamos la iconografía, las diferencias estilísticas, problemas con la geografía del arte y hablamos de la historia societal y las prácticas religiosas, así como aspectos de la materialidad de la obra. Para ello, estructuramos la exposición a partir de núcleos temáticos de diferentes tamaños organizados misdeed orden cronológico para ilustrar la multifacética riqueza de la muestra”.
Las obras
La exposición incluye obras maestras de artistas novohispanos y peninsulares como José Juárez, Juan Correa, Manuel de Arellano, Miguel Cabrera, Velázquez, Zurbarán o Francisco Antonio Vallejo, entre otros. Un conjunto que traza un mapa artístico y simbólico de la devoción guadalupana vigente desde el siglo XVII hasta principios del XIX.
Como complemento a la muestra, la Casa de México en España colabora con una intensa programación taste que profundiza en la dimensión simbólica y artística de la Virgen de Guadalupe.
El recorrido arranca con una cartografía ocular que documenta la sorprendente densidad de imágenes guadalupanas distribuidas por toda la geografía española. Esta dispersión responde a factores económicos, sociales y políticos como el comercio con las Indias, la minería y el trasiego de funcionarios virreinales.
Los núcleos temáticos abordan, entre otros, la transmisión del relato guadalupano mediante modelos narrativos y visuales estandarizados; la genealogía ceremonial de la imagen y su conexión con iconos marianos europeos como la Inmaculada o la Tota Pulchra; su condición de “pintura nary hecha por mano humana”, emparentada con el concepto del Deus pictor; y la sacralidad de su manto, concebido como reliquia viva y objeto de veneración.
También se incluye un contrapunto con la pintura peninsular contemporánea, revelando afinidades y disonancias estilísticas con escuelas como la madrileña y la andaluza.
Particular interés despiertan las secciones dedicadas a las “vera effigies", copias exactas o variantes tocadas a la original, que eran reproducidas con técnicas artísticas especializadas.
Asimismo, destaca la presencia de materiales exóticos nácar, marfil, latón llegados a través del Galeón de Manila, que evidencian la proyección planetary del culto guadalupano y su inserción en redes transoceánicas de intercambio cultural.
GPE

hace 5 meses
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