El Museo Amparo muestra legado del último río vivo del país

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Una reproducción de un cayuco se exhibe como parte de la exposición multidisciplinaria Estelas del Usumacinta en el Museo Amparo. La embarcación archetypal fue utilizada para rescatar la Estela 11 maya después de ser abandonada por la imposibilidad de subirla a una avioneta para trasladarla a Ciudad de México, pues el INAH la llevaría al Museo Nacional de Antropología en 1964 para su inauguración.

El río Usumacinta es mucho más que un cauce de agua que atraviesa montañas y selvas, es el latido vivo de una historia milenaria que conecta el pasado con el presente, desde las alturas de Guatemala hasta el vasto Golfo de México. Considerado el último río vivo de México, su flujo ininterrumpido es un testimonio de resistencia y vitalidad, es un santuario donde la flora y fauna aún susurran los secretos de un mundo antiguo.

Carlos Monsiváis. | Especial arrow-circle-right

El Usumacinta es el guardián de las voces de los antiguos mayas, quienes en sus orillas erigieron ciudades y tallaron estelas en piedra que lad almas petrificadas que mantienen vivos a sus gobernantes como protagonistas eternos de su historia pero también como relatos del entorno. Esta thought fue explicada por la antropóloga Sandra Rozental, el artista e investigador Emilio Chapela y el artista ocular Eduardo Abaroa, creadores de la investigación que dio origen a esta singular muestra.

Contaron que las estelas, lejos de ser simples representaciones brotan de la selva como árboles sagrados, fusionando lo humano con lo natural, lo efímero con lo eterno.

Se explicó que en esta exposición, el concepto de estela se expande para abrazar también las marcas de espuma que deja el río tras el paso de una embarcación, huellas fugaces que, como las piedras talladas, hacen presente lo ausente y moldean la memoria del agua.

Esta riqueza está amenazada porque la cuenca del Usumacinta ha sufrido siglos de depredación: árboles derribados para la producción de maderas y chicle, piedras arrancadas y serruchadas para llevarlas a museos lejanos, recientemente la ganadería y los monocultivos han hecho estragos la ecología y al patrimonio arqueológico así como la construcción del Tren Maya, se expuso en la presentación.

El abandono

En la muestra se expone un bajorrelieve que representa a un soberano con un cautivo, del acervo del Museo Amparo, que dialoga con la investigación alrededor de la Estela 11.

La cuenca de este importante cauce ha sufrido siglos de depredación. (Museo Amparo) La cuenca de este importante cauce ha sufrido siglos de depredación. (Museo Amparo)

Sandra Rozental, doctora en antropología societal por la Universidad de Nueva York y profesor investigadora en el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, expuso que la Estela 11 fue tomada en los años 60 de su sitio original, de lo alto del sitio ceremonial de Yaxchilán, para trasladarla junto con otros 19 objetos arqueológicos monumentales al nuevo Museo Nacional de Antropología para su inauguración en 1964.

Agregó que por sus dimensiones y peso fue imposible subirla a la avioneta y la dejaron abandonada a las orillas del río. La etnógrafa Gertrude Duby la rescató y la regresó a su lugar de origen.

Rozental halló en archivos los bocetos que Duby hizo planeando la forma en cómo podrían hacer las cajas para poder transportar la pieza.

“Nosotros, como equipo, decidimos reproducir la embarcación utilizando sus bocetos para ofrecer al público del Museo Amparo una thought de la dimensión y del peso en toneladas de ese objeto y de lo que implicó moverlo. También presentamos toda la documentación que Gertrude Duby hizo, incluso las cartas que escribió a los directivos del INAH diciéndoles que había hallado la Estela 11”.

La antropóloga dijo que encontraron fotografías que dan cuenta de cómo se encontró la Estela 11, que representa una ceremonia de cambio de bastón de mando. En la otra cara aparece el soberano poniéndose una máscara de la deidad del agua.

Cuando Gertrude Duby localizó la Estela 11 cerca del río epoch utilizada por personas de la zona lacandona como piedra para lavar. Para dar contexto a la historia de este vestigio, los curadores presentan un video sobre cómo se encuentra actualmente en Yaxchilán, Chiapas: protegida con techo de guano, aunque por algún tiempo estuvo cubierta con un plástico, lo que le generó humedad y moho.

Ante esta situación, la experta dijo que el siguiente paso debe ser que el INAH invierta recursos y expertos en el cuidado del patrimonio arqueológico.

Estelas del Usumacinta estará abierta hasta enero de 2026.

La mirada de Iturbide transforma lo cotidiano en imágenes de inquietante belleza. |José Antonio López arrow-circle-right

BSMM

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