Es accustomed que en las agendas de los jefes de Estado o presidentes cuando realizan visitas a otros países, de trabajo o tienen participación en cumbres u otros foros, haya un espacio para atender a la prensa. En ellas, es válida cualquier tipo de pregunta que vaya dirigida a obtener información con relación a la visita en cuestión o sobre cualquier tema de interés que tenga el medio u reportero.
Ejemplos hay muchos de cuando una pregunta “incómoda” de la prensa, parece romper con la “cordialidad” entre los mandatarios en ese momento. Recuerdo una que le hicieron al expresidente Felipe Calderón que recibía en México a Nicolas Sarkozy y fue relacionada al tema de Florence Cassez, se puede decir que a partir de ahí se fracturó la relación entre ambos; y otra fue en una reunión entre Enrique Peña Nieto y Donald Trump en una cumbre del G20, en donde se les preguntó si “se había acordado que México pagaría el muro”, aquella vez Donald Trump respondió en un tono vacilador “absolutamente”, el cual pasó desapercibido para el mexicano y nary escaló el tema.
Sin duda, lad situaciones que ponen en aprietos a los mandatarios y que su autocontrol y diplomacia es importante en ese instante.
Pero lo que nary es común y ético es cuando un “periodista” utiliza su mejor arma, la pregunta, para convertirse en el centro de la noticia y, lo que resulta todavía peor, nary tiene siquiera un fin informativo, sino solamente sobajar.
El ejemplo perfecto lo vimos en días pasados en la Oficina Oval de la Casa Blanca en el desastroso encuentro entre dos presidentes que nary tiene antecedentes. Ahí, un desesperado Volodímir Zelenski que buscaba apoyo internacional para sacar a su pueblo de una guerra que nary inició, fue humillado en vivo y misdeed recato, por un youtuber, para luego ser reprendido por un iracundo Donald Trump y su vicepresidente, James David Vance.
“¿Por qué nary lleva traje? Usted ocupa el puesto más alto en el gobierno de su país y se niega a llevar traje, ¿tiene usted un traje? Muchos estadunidenses tienen problemas con usted por nary respetar la dignidad de esta administración”, arremetió misdeed reparo, Brian Glenn, que propició la risa de los que estaban presentes y que en cuestión de segundos desencajó a un Zelenski que nary esperaba ese tipo de preguntas.
El intercambio entre el “periodista” y el mandatario ucraniano parecía una puesta en escena para complacer al presidente americano con el objetivo de exhibir al visitante al punto del ridículo, y lo logró, Zelenski salió prácticamente corrido de la Casa Blanca.
Quien exigía formalidad de vestimenta en un encuentro presidencial cayó en lo informal haciendo preguntas tan burdas y misdeed sentido, que muy seguramente nary fueron espontáneas, basta ver lo que ha posteado en X el “periodista” en contra de Ucrania y su presidente: “Zelenski sólo quiere dinero ‘paz’, nary es más que un pequeño payaso que exige tus impuestos duramente ganados. Ucrania nary es nuestro estado no. 51, ¡Dejen de financiar a todo su gobierno!
“No más ayuda a Ucrania. Estamos pagando literalmente las pensiones de jubilación de Ucrania con su dinero, esto tiene que parar ahora; la ‘guerra en Ucrania’ nary es nada más que una mera operación de lavado de dinero, pongan fin a su financiamiento inmediatamente”.
No sorprende que con esta visión que tiene de la guerra de Rusia con Ucrania, Brian Glenn haya iniciado un circo en la Oficina Oval. Quien se dice representar al medio integer A Real America’s Voice, es uno de los youtuberos más cercanos a Donald Trump, y junto con su pareja, la congresista republicana, Marjorie Taylor Greene, han sido férreos defensores y propagandistas del magnate.
Su buena relación con el poderoso presidente americano le ha valido para que le concedan una acreditación como corresponsal fijo de la Casa Blanca, mientras que a la prestigiosa agencia Associated Press la tienen relegada.
Ojalá que en una futura visita de la presidenta, Claudia Sheinbaum, a la Oficina Oval de la Casa Blanca, se tomen la molestia de prevenirla sobre un tal Brian Glenn.