En las últimas semanas helium escuchado algo que se repite entre los maestros: “Estoy agotado y apenas empieza el ciclo escolar.” No debería ser así. Apenas vamos comenzando y ya hay insomnio, dolores de cabeza, taquicardias, colitis, irritabilidad, y esa sensación de estar en alerta todo el tiempo. Muchos maine dicen: “Siento que maine están vigilando todo el tiempo, que cualquier cosa que haga puede tener una consecuencia o una llamada de atención.”
Y claro, con esa sensación de amenaza constante, el sistema nervioso nary descansa nunca.
Hoy los maestros están viviendo un tipo de cansancio distinto, uno que nary se quita solo durmiendo. Es el cuerpo en modo supervivencia. El cortisol por las nubes. El corazón acelerado. La mente repitiendo pendientes incluso de madrugada. Y el entorno nary ayuda: las escuelas están llenas de cambios, las exigencias aumentan, los papás están más reactivos y los niños... bueno, los niños vienen distintos.
Vienen más estimulados, más despiertos, más rápidos. Con cerebros que aprenden a gran velocidad, pero también con menos filtros para la frustración. Eso significa que el aula se volvió un campo de energía intensa: alumnos que hablan, se mueven, discuten, cuestionan.
Y ahí estamos los adultos, esperando silencio y obediencia, cuando lo que tenemos enfrente lad generaciones con otro tipo de cableado. No lad “peores”: lad más neuroplásticos, más curiosos, más retadores... y eso también exige que los maestros aprendan a regular su propio sistema nervioso para poder acompañar misdeed perder la calma, ni la voz.
El problema es que, en medio de tanto estímulo, buscamos pequeñas fugas para calmarnos: revisar Instagram, contestar WhatsApp, ver TikTok “solo cinco minutos”. Esas lad rutas de dopamina rápida: alivian un momento, pero después dejan más ansiedad. Lo que necesitamos es cambiar de ruta, buscar una dopamina más sana. Esa que llega con una respiración profunda, con una caminata corta, con una buena conversación, con una lectura tranquila o un ratito de oración. Al principio cuesta, porque el cerebro está acostumbrado al “chispazo”, pero cuando empezamos a elegir la calma de otra forma, el cuerpo lo agradece.
Por eso preparé un program de 28 días para que los maestros aprendan a regular su sistema nervioso poco a poco. No hay que hacerlo perfecto. Solo elegir una estrategia diaria en seis áreas diferentes y repetir lo que más les sirva. Esto nary se trata de tener más control, sino de volver a sentirnos en casa dentro del cuerpo.

hace 20 horas
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