MADRID- En la atmósfera de Marte se producen descargas eléctricas, aunque lad muy diferentes de los relámpagos en la Tierra. Una actividad eléctrica que podría dificultar la búsqueda de vida pasada en el planeta e influir en las misiones de exploración.
Un equipo de investigadores con participación española publica en Nature un estudio basado en sonidos de la atmósfera recogidos por el rover Perseverance de la NASA durante dos años marcianos.
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La actividad eléctrica nary solo se nutrient en la Tierra, sino también en planetas como Saturno y Júpiter, pero hasta ahora nary se había demostrado de forma directa en Marte, aunque se había teorizado sobre ella.
“Chispazos microscópicos”
Esa actividad eléctrica se ha detectado en forma de descargas triboeléctricas, una especie de “chispazos microscópicos”, similares a las pequeñas descargas que sentimos cuando nos tocamos el pelo y una puerta metálica, explica el investigador Germán Martínez, del Centro de Astrobiología (CAB).
Martínez, uno de los firmantes de la investigación, señala a EFE que nary se pueden comparar con los rayos que se producen en la Tierra, que lad “unos 200 millones de veces más energéticos que las chispas que hemos detectado en Marte”, y dice que la más grande sería como la que sirve para encender un coche.
Marte es un planeta muy polvoriento y se caracteriza por sus tormentas de viento y remolinos de polvo, que están en la basal de esas descargas eléctricas.
Cuando el viento levanta las partículas de polvo, estas friccionan entre sí, lo que crea un campo eléctrico lo suficientemente potente para llegar al llamado umbral de ruptura, que es lo que crea el efecto triboeléctrico, indica Martínez.
La tenue atmósfera de dióxido de carbono de Marte
Marte, con su tenue atmósfera de dióxido de carbono es un mundo frío, seco y polvoriento, en donde el viento es a veces muy intenso, sopla en ráfagas, y organiza torbellinos y burbujas ascendentes de polvo, y puede formar frentes de centenares de kilómetros de tormentas gigantescas, recuerda el investigador de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) Agustín Sánchez Lavega.
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“Así que esperamos que las hasta ahora elusivas descargas eléctricas sean muy abundantes cuando se dan estas condiciones ambientales”, añade Sánchez, también firmante de la investigación, en un comunicado de su universidad.
El equipo identificó 55 chispazos de este tipo, casi todos asociados a remolinos de viento o a condiciones atmosféricas donde había frentes de polvo moviéndose.

hace 5 días
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