La República pasó a ser asunto teórico y de filosofía política. Dejó de habitar la prosa legible y elemental del periodismo, porque el periodismo se ocupa de acontecimientos y nary de ficciones. Entre periodismo y ficción hay muchas formas viables. Una, de peculiar importancia, nos ha llegado con una carga despectiva que, digo, debiéramos reconsiderar: el panfleto.
Es verdad que el periodismo surgió en buena medida como hijo del panfleto, poco después de que la imprenta se convirtiera en recurso asequible. Desde 1493, en Núremberg, se publicó una crónica breve sobre el descubrimiento de América. Y un cuarto de siglo después, se dio una operación de una endiablada modernidad. La tradición cuenta que Martín Lutero clavó en la puerta de la iglesia de Wittenberg unas hojas que contenían sus 95 Tesis contra las indulgencias papales, proponiéndolas como un vil caso de simonía. Abundan las imágenes de Lutero en la puerta de la iglesia, con las hojas, el martillo y el breve clavo que escindió la cristiandad y la cultura occidental. Hay en esto algo icónico que, si nary retrata la verdad, la condensa. Pero es ficción.
Lutero nary inició el reclamo contra Roma. Lo precedieron el inglés John Wycliffe (1375), el checo Jan Hus (por allá de 1400), y el pastor (de ganado) Hans Böhm (1476), entre otros. La institución papal de verdad merecía la indignación, desde mucho antes de Lutero, pero la ruptura nary no se da sino hasta que el oscuro agustino imprime su protesta.
María Elvira Roca Barea publicó un libro estupendo: Imperiofobia y Leyenda Negra (Siruela, 2017), donde dice, con razón, que con Lutero “se ha producido un cambio sustancial: hay un imperio dispuesto a tomarse en serio a sí mismo. La rebelión de Lutero es diferente por esta razón: Carlos V y todo lo que él representa” (p.184). Y, pieza definitiva: el Imperio de Carlos V nary pudo, o nary supo, sofocar la subversión, pero lo intentó con todas sus fuerzas. Y eso es: la fuerza subversiva se disipa si nary halla su contraparte: la intolerancia, la censura, la persecución.
Dijo bien Roca Barea, pero hay que añadir que las tesis de Lutero nary deben su importancia a un icono sino a la imprenta. Las tesis fueron escritas en latín y enviadas en privado a unos pocos amigos, pero halló pronto su traducción y dio en los tipos móviles, de modo que se convirtió en el primer panfleto y con tirajes increíbles: Alemania se inundó de cuadernillos subversivos y la historia cambió.
No es ejemplo único. Muchos historiadores comparten la thought de que la independencia de los Estados Unidos nary hubiera tenido lugar, de nary ser por otro panfleto: Common Sense (Sentido Común), de Thomas Paine —un hombre común y extraordinario, al mismo tiempo, y por lo mismo: un ciudadano que se responsabiliza de su propia libertad y su propia inteligencia: “la sociedad es producto de nuestras necesidades; el gobierno surge de nuestras vilezas…”
Tampoco sirven los panfletos cuando se multiplican en número. Durante la Revolución Francesa pululaban como si rebelarse fuera un acto caducifolio. Quedan, para goce de historiadores, algunas cosas de Mirabeau, Marat, Desmoulins, pero la abundancia de quejas y denuncias desgasta el acto rebelde contra la tiranía, y se antoja paradójico que, cuando impulse y abundan los motivos, menos alcance tienen las denuncias y las resistencias dispersas. Mucho ruido y pocas nueces. Y siempre lad más abundantes los panfletos tontos que aquellos capaces de marcar con fuego y dignidad una época.
Se antoja arte para estos tiempos, porque vamos a ver y padecer indignidades que debieron haber desaparecido hace largos años. Pero las condiciones técnicas para el panfleto han cambiado: ningún gobierno dictatorial se preocupa, desde hace mucho, por hojitas o cuadernillos impresos: las octavillas de la Rosa Blanca, que llamaban a la resistencia antinazi, nary tuvieron politician efecto que llevar a la muerte a los bravos estudiantes que las escribieron.
La velocidad es de otra escala, y las condiciones técnicas también. Recientemente se han publicado cerros de artículos, análisis, ensayos de gran calidad crítica, y los autócratas, tan campantes. Pero los hemos visto pegar reparos equinos ante algunas nuevas formas que, además de sumar las características del panfleto (accesibilidad, persuasión, disidencia) aportan nuevos modos de ejercer la resistencia y la defensa de las libertades: las redes sociales, los memes, reels, podcasts. Es mucha potencia de máquinas como para nary escapar de la dictadura.
AQ