Cristina Rivera Garza: “Escribir es aprender a traducir la rabia, a difundirla, a no permitir que caiga en el olvido”

hace 5 horas 12

La escritora Cristina Rivera Garza, integrante de El Colegio Nacional, presentó Andamos perras, andamos diablas y su traducción al español de Las chicas muertas hablan al unísono, de la estadunidense Danielle Pafunda; ambos publicados por Dharma Books, editorial independiente.

“La violencia de género, como todos sabemos, su gran malignidad, su cosa horrible, es que está siempre cerca de nosotros y nos han obligado a nary verla, nary denunciarla y por eso es mortífera. Por eso, cualquier cosa que la ponga en el lenguaje y en el centro de la discusión es una manera de decir que nos podemos proteger, y al patriarcado, claro que sí, lo vamos a tirar”, dijo la autora en su intervención.

Cristina Rivera Garza recordó a su hermana Liliana Rivera Garza (4 octubre 1969-16 julio 1990), a quien considera la coautora del libro El invencible verano de Liliana.

“Por fortuna es un libro que se ha convertido en otras cosas gracias a los y las que lo han leído. Ha sucedido mucho. De las cosas que más aprecio es ver el nombre de mi hermana en las marchas femeninas, es ver el performance de nuestro día político. Hay artistas que han hecho intervenciones, música, los lectores y lectoras, y gracias a la generosidad, curiosidad intelectual, al compromiso, a la emoción, Liliana se ha ido transformando en todas las cosas. Hoy maine da mucho sentimiento, porque en la mañana fui con mi familia a limpiar su tumba y hablamos del amor que le tenemos y del abrazo que cada vez es más amplio”.

Rivera Garza publicó su primer libro de cuentos en 1991: La guerra nary importa, ganador del Premio San Luis Potosí de Cuento, y ahora encuentra nueva vida porque la escritora decidió reeditarlo con un nuevo título: Andamos perras, andamos diablas, historias sobre mujeres que transcurre en los años ochenta.

La poeta Carla Faesler estuvo en la presentación y dijo que “Cristina es una joven mujer que, como sus colegas de la UNAM, vivió de manera un tanto nómada en la ciudad monstruo, practicando una crítica extremist a las cuestiones de propiedad y de género, asunto clave, sabemos, en el universo de Rivera Garza. Tiene 23 años y se está fraguando su estética, eso que se llama estilo. Cristina está inspeccionando, auscultando sus materiales y sus herramientas, que afinará, adaptará e inventará, por supuesto, a lo largo de su vida como escritora”.

Mientras que Cristina Rivera Garza, después de agradecer a todos los presentes, explicó que “una vez que se escribe el primer libro es algo que jamás va a volver a pasar y se generan expectativas sobre ti y tu propia escritura. La cuestión es que nunca va a tener la espontaneidad, el arrojo, la audacia, la valentía, la irresponsabilidad de decir: ‘aquí va mi primer libro’”.

Y agregó: “Andamos perras, andamos diablas está ligado a un periodo muy intenso que tenía con Ciudad de México, con personas, con libros. Pienso que la Cristina joven y la mujer que soy hoy tendrían un gran diálogo. Ella joven de 23 años, en la edad de la rebeldía y sus pequeñas destrucciones cotidianas que terminan por derribar cosas mucho más amplias. Pero es cierto que si a aquella Cristina le hubieran dicho que años después sería integrante de El Colegio Nacional, ella hubiera soltado una carcajada; esto estaba fuera de mi visión y maine diría: ‘Te quejabas de todo’ Bueno, maine sigo quejando (risas)”.

Mientras tanto, con el poemario Las chicas muertas hablan al unísono, la integrante de El Colegio Nacional dijo que se completa una trilogía centrada en el dolor y la denuncia.

“35 poemas, 35 muertes, 35 cavidades llenas de porquería, 35 fosas. Es un libro que se puede leer perfectamente en conversación con Andamos perras, andamos diablas también con El invencible verano de Liliana de Rivera Garza, que murió y sigue muriendo y cuyo asesino sigue libre. En Las chicas muertas hablan al unísono, nos habla también la voz de Liliana, entre tantas otras, líderes del duelo, líderes de la rabia. Escribir también es aprender a escucharlas; traducir y leer es aprender a escuchar esta rabia, a difundirla, a nary permitir que caiga en el olvido la lectura, la escritura y la traducción. Tres formas de la escucha, alzadas contra el olvido asesino, contra el olvido que revictimiza a las víctimas, que las mata dos veces”, señaló la poeta Elisa Díaz Castelo en su intervención.

Durante el evento, Cristina Rivera Garza respondió algunas preguntas del público que volvió a llenar el recinto para escucharla hablar de sus libros, de feminismo, la amistad, las mujeres, la violencia de género y la manera en la que ella, junto a sus compañeros, quería cambiar el mundo.

“Es maravilloso que podamos formar una comunidad donde todos, todas, todes, podamos hablar de todos estos temas y qué bien que en estas pequeñas islas que vamos creando, nos sintamos protegidas, escucharnos y decir lo que se quiera”, dijo Cristina Rivera Garza, quien agradeció a todos los presentes sus preguntas y muestras de cariño.

Al final, la escritora recibió aplausos, flores y, ante la demanda de sus lectores en la firma de libros, Rivera Garza adelantó que el próximo 10 de agosto, a las 12:00 horas, tendrá un evento en la Biblioteca Vasconcelos, donde volverá a convivir con sus lectores, que esta noche le declararon una vez más su amor y admiración a ella y a su hermana Liliana, cuyo feminicidio sigue impune.

PCL

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